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BEN BRIL: EL OLÍMPICO ENVIADO A UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN NAZI POR LA TRAICIÓN DE UN COMPAÑERO

La vida del boxeador olímpico Ben Bril es de esas de película. Abiertamente judío, le tocó vivir en sus carnes el Holocausto siendo además traicionado por un compañero de equipo durante los Juegos Olímpicos de 1928 que tuvieron lugar en su ciudad natal, Ámsterdam.

Bril nació en el seno de una familia judía sin recursos; ni siquiera tenía una cama donde dormir, sino que lo hacía sobre paja. No es de extrañar que pasara su infancia en las calles, donde aprendió a pelear y a ganar algún dinerillo en peleas. Ben fue olímpico de milagro, puesto que muy convenientemente (se dice que llegó a falsificarse su partida de nacimiento) cumplió el día del inicio de los Juegos los 16 años reglamentarios, edad mínima exigida para competir. Sea como fuera, venció en su primer combate, cayendo en el segundo, pero ya podía decir que había sido deportista olímpico.

En los años posteriores fue consolidándose como púgil, el más importante a nivel nacional en su categoría. Sin embargo, fue descartado del equipo en la siguiente cita olímpica del 32 ya que el Comité Olímpico de los Países Bajos estaba dirigido por un miembro del partido nazi y Ben nunca había escondido su afiliación judía, compitiendo incluso con calzones repletos de la estrella de David. Fuera de los Juegos, pues, Ben se puso a trabajar en una carnicería donde cortaba la carne con su brazo izquierdo (él era diestro) para fortalecer su golpe de izquierdas.

Mientras tanto iba creciendo en su país un antisemitismo que no pudo esquivar este atleta olímpico. Como vimos, se le excluyó de los Juegos de Los Ángeles 32, pero es que tampoco estuvo en los de Berlín 36 por decisión propia. Bil había ido a competir a Alemania en 1934, país que ya gobernaba el partido nazi. El ambiente que percibió era tan hostil hacia todo lo judío que Ben Bril salió asqueado y se prometió a sí mismo no volver a pisar Alemania mientras estuviera en el poder el partido nazi. Adiós a los que podrían haber sido sus terceros Juegos Olímpicos.

En su país cada vez se le hacía más difícil llevar una vida normal tanto a él como a su familia debido al ambiente pronazi del que no estaban exentos los Países Bajos. Las restricciones hacia los judíos estaban a la orden del día hasta que llegó el temido momento en el que él y su familia al completo fueron enviados a un campo de concentración, en concreto el de Bergen-Belsen. Lo más triste del caso es que fueron delatados por el hijo de un compañero con el que había ido a los Juegos Olímpicos de 1924. Tanto el padre (Sam Olij) como su hijo Jan eran nazis convencidos. Durante mucho tiempo se pensó que fue Sam Olij, con el que había compartido experiencia olímpica, el delator, pero al parecer fue su hijo el inductor de la traición. Ben había boxeado, por cierto, junto a los hijos de Olij.

Durante su estancia en el campo de concentración Ben pudo utilizar sus recursos como boxeador para ganar extras para sus compañeros, ya que los guardias alemanes querían verle luchar y, cuando ganaba, recibía pequeños premios. El mayor sin duda fue salvar la vida de su hijo, muy enfermo y necesitado de medicamentos que los guardias nazis se negaban a darle. Ben boxeó por su hijo contra un “kapo”. Cuando el alemán iba perdiendo en la lucha, le pidió a Ben que no le noqueara. Éste accedió con la condición de que le hiciera llegar a su hijo las medicinas que requería, así como que no golpeara a sus compañeros de barracón. El hijo de Bril se curó y, de hecho, se convirtió en uno de los poquísimos miembros de su familia en sobrevivir al campo de concentración. En él habían muerto cuatro hermanos de Ben y una hermana. En enero de 1945 él, su mujer, su hijo y un hermano fueron incluidos en un intercambio de prisioneros que les llevó a Suiza para pasar a un campo de las Naciones Unidas en Argelia hasta su regreso a los Países Bajos.

Tras la guerra ya no volvió a pelear en los cuadriláteros pero sí volvió al boxeo como árbitro y juez. Tan es así, que volvió a ser olímpico, en su nueva faceta. Lo fue en Tokio 64, México 68 y Montreal 76 (se perdió la cita de Múnich 72 debido a un desacuerdo con las autoridades neerlandesas de boxeo). Entre las figuras del boxeo que le tocó arbitrar en torneos olímpicos están George Frazier, George Foreman o Teófilo Stevenson.

Un dato final: Ben Bril murió en 2003 a la edad de 91 años. Sam Olij, el padre de su delator, murió en 1975 habiendo pasado nueve años en prisión. Su hijo Jan tuvo que huir a Argentina.

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