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ANTOINE DÉNÉRIAZ: EL DERRUMBE MENTAL DE UN CAMPEÓN OLÍMPICO

Nacido en la Alta Saboya Antoine Dénériaz tenía todas las papeletas para convertirse en un campeón del esquí, sobre todo si tenemos en cuenta que ya esquiaba con dos años. Contrasta, sin embargo el dato de sus 141 participaciones en la Copa del Mundo habiendo conseguido únicamente tres victorias y otros tres podios. Pese a que su palmarés nos pueda parecer algo pobre lo “engordó” de la mejor de las maneras posibles: logrando un oro olímpico. Ocurrió en los Juegos de Turín de 2006 en la prueba de descenso, su especialidad.

Justo un año antes había sufrido un gran percance que, no obstante, no le impidió continuar con la práctica del esquí especialmente si tenemos en cuenta que a la vista tenía la cita olímpica. El 7 de enero de 2005 se preparaba para una prueba de descenso en la Copa del Mundo en la localidad de Chamonix. En el tercer y último entrenamiento se cayó, rasgándose el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda poniendo de esta manera fin a la temporada preolímpica y a sus esperanzas de hacer algo grande en el Mundial que debía disputarse poco después. Lo primero que le dijo a su entrenador cuando fue en su rescate fue “No seré campeón mundial este año, pero seré campeón olímpico el próximo año en Turín”. Su predicción resultó cierta.

Foto de AFP

No solo ganó el oro en el descenso olímpico en 2006, sino que lo hizo con la mayor ventaja producida en un descenso olímpico desde 1964. Pero la alegría le duró poco al francés, ya que tan solo tres semanas más tarde sufrió un gravísimo percance que en realidad le afectó más en el aspecto psicológico que físico. Ocurrió en la pista sueca de Åre, durante una prueba de descenso de la Copa del Mundo. Tuvo una caída tan fea y violenta en la que incluso su casco salió volando. Lo peor, como decimos, no fueron las secuelas físicas, sino cómo le afectó mentalmente. Además, no debemos descartar que tuvo que sufrir una punción del hematoma que le hizo contraer el estafilococo aureus, la especie más patógena del estafilococo.

Tras unas semanas de baja Dénériaz volvió a las pistas, pero ya no era el mismo esquiador. Lo ratifican sus paupérrimos puestos, finalizando carreras en puestos que van del 29º (el mejor) al 83º (el peor). Antoine había cogido miedo al descenso que, por otra parte, es la prueba de esquí más peligrosa y que requiere mayor temple. Él mismo reconoció que seguía traumatizado y que no se soltaba como antes hacía. Y así, en medio de la temporada 2007/2008, afectado al ver una caída importante del noruego Aksel Lund Svindal, anunció que se retiraba del esquí: “Ya no tengo confianza y además no me divierto”, declaró.

Foto de Deneriaz-ski.com

En ese momento Dénériaz se retiró de la práctica competitiva pero no del deporte. Ejerció todo tipo de trabajos vinculados con el esquí: comentarista televisivo de las pruebas; embajador de la candidatura de Annecy para organizar los Juegos de invierno de 2018; embajador de un resort de montaña; escritor del libro “Mi sueño olímpico”; creador de una marca de accesorios de esquí, etc. Su unión con los deportes de la nieve se refrenda al casarse con la esquiadora neozelandesa Claudia Riegler.

Antoine Dénériaz es un claro ejemplo de la importancia que tiene la parte mental en los grandes campeones. Ante la casi igualdad que puede existir en los aspectos físico y técnico/táctico de los deportistas de élite la parte mental es la que da y quita victorias. El hecho de que este esquiador francés haya sucumbido a una cierta falta de fortaleza mental no hace sino ser conscientes del mérito que tienen los deportistas de élite, en este caso los esquiadores y más concretamente los descensistas, en llegar a hacer lo que hacen, algo que en muchas ocasiones nos parece hasta fácil, no siéndolo en absoluto.

Foto de DPA

Un comentario

  • Virginia

    Es que tanto percance es duro de digerir,no me extraña que le tuviese respeto a esas bajadas. Lo importante fue que se reconvirtio y espero que se recuperase al 100%

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