ALEXANDRE BILODEAU: LA HUMANIDAD DE UN CAMPEÓN
Existen dos leyendas sobre por qué un buen día el canadiense Alexandre Bilodeau abandonó su deporte favorito, el hockey sobre hielo, para pasarse a la nieve. Unos dicen que fue viendo por televisión los Juegos Olímpicos de invierno de Lillehammer 1994 a su ídolo y compatriota Jean-Luc Brassard ganando en la competición de baches (o moguls, su denominación casi universal). Sin duda ese oro olímpico inspiró a un aún muy joven Alexandre, pero la verdad es mucho más banal y práctica: Alexandre tiene dos hermanos: Béatrice, que ya practicaba sobre los esquíes en la modalidad de baches, y Frédéric, que sufre parálisis cerebral. La madre de la familia estaba cansada de llevar a sus hijos de una pista (la de hielo del hockey) a otra (la de nieve), cogiendo además a Frédéric en todos los trayectos, por lo que animó a Alexandre para que se apuntara a esquí y así evitar uno de los traslados. Por lo que fuera, Alexandre se pasó a la nieve…y el resto es historia.
Es una Historia en mayúsculas porque Bilodeau entró en los anales olímpicos por varias razones: por ser el primer canadiense en ganar un oro en unos Juegos disputados en Canadá (los de Vancouver 2010) y por ser el primer olímpico en defender su título en una prueba de esquí de Freestyle (repitió oro en Sochi 2014). Aparte de eso, Bilodeau es un grande de los moguls, pues ha conseguido cinco medallas en Mundiales (tres de ellas oros), 19 victorias en Copa del Mundo además de 48 podios y un título global en su disciplina. Con el tiempo llegó a superar a su ídolo de la infancia, el citado Brassard.
Analicemos sus dos oros olímpicos. En Vancouver el canadiense había quedado segundo tras las pruebas de clasificación. En la final se arriesgó con un back doble full en su primer salto y un back iron cross en el segundo. En la competición de moguls la puntuación final resulta de la combinación de tres elementos: el tiempo en que se tarda en llegar a la meta, las notas que ponen los jueces por los dos saltos realizados y la nota dada por la perfección en la técnica del recorrido repleto de baches. Bilodeau se hizo con el oro, no exento de cierta polémica por las reclamaciones realizadas por la delegación australiana (el Aussie Dale Begg-Smith era entonces el vigente campeón olímpico y en Vancouver se hizo con la plata), que no llegaron a buen puerto.
Lo que sí llegó a buen puerto es el dinero destinado a los vencedores de medallas canadienses, pues el que recibió Alexandre Bilodeau, así como el de su compañera Jennifer Heil (plata en moguls) fue a parar a beneficencia. Un total de 25.000 dólares que en el caso de Bilodeau fue para la Asociación Canadiense de Centros de Salud Pediátrica para parálisis cerebral. Recordemos que su hermano padece esta discapacidad, aunque ha superado con creces los peores diagnósticos de los médicos, que pronosticaron que perdería la capacidad de caminar al cumplir doce años, algo que siendo ya adulto no ha perdido.
Tras su oro en Vancouver nuestro protagonista se planteó seriamente la retirada, incluso estuvo fuera del circuito la temporada 2011-12, pero se lo repensó para no tener que lamentarlo en el futuro. De haber cumplido la intención de la retirada vaya si lo habría lamentado, pues repitió oro en la siguiente cita olímpica. Para entonces su mayor competencia la tenía “en casa”, pues el canadiense Mikaël Kinsgbury se convirtió en su máximo rival y viceversa. Los canadienses ya veían a sus dos compatriotas en los dos escalones más altos del podio de Sochi, algo que, en efecto, sucedió de esa manera. En realidad la competencia estimuló a ambos, sacando lo mejor de los dos. En la final de los Juegos de Sochi completó el recorrido más rápido, mantuvo en todo momento sus rodillas bien apretadas (lo que provoca una alta puntuación en el apartado de moguls) y realizó saltos perfectos, realizando un segundo salto especialmente alto con un aterrizaje perfecto.
Después de este segundo oro olímpico su retirada sí que fue definitiva, dedicándose en plenitud a sus estudios universitarios de contabilidad, que le han convertido tras su retirada en un empresario. Su hermano Frédéric sigue siendo su ídolo y ambos nos dejaron una de las estampas más bellas y recordadas de los Juegos de Sochi, cuando tras llegar a la meta Alexandre se abrazó con su hermano. Un gesto natural que resulta a la vez inspirador y una llamada de atención de Alexandre que siempre ha realizado para que se avance en la investigación médica. “Quiero animar a la sociedad a que los que puedan devuelvan en algo para ayudar a los necesitados. Eso hará una diferencia”. Él ya lo ha hecho y lo hace, totalmente comprometido como está con causas de beneficencia.
Un comentario
Virginia
Gran historia inspiradora!