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LOS PEBETEROS OLÍMPICOS MÁS ORIGINALES Y SUS INNOVADORES ENCENDIDOS

El pebetero de los Juegos de invierno de Pekín 2022 sin duda asombró al mundo por su extraña forma y, sobre todo, por el escaso tamaño del fuego olímpico al estar contenido únicamente en una antorcha olímpica que, de hecho, se insertó en el pebetero. Criticado por ese mismo escaso tamaño del fuego, apenas apreciable a la vista, sin embargo es de admirar por la original -y muy tecnológica- forma del pebetero en sí, ya que consta de partes con los nombres de todos los países participantes escritas en led. Se trata de los paneles que los voluntarios llevaban delante de cada delegación durante el desfile; posteriormente los posaron sobre el suelo del estadio, que en realidad era una gigantesca pantalla led para juntarse solos formando un copo de nieve que se elevó en el aire colocando en su centro una antorcha olímpica.

Quizás este sea el ejemplo más “modernizado” de pebetero, pero diversas ediciones olímpicas cuentan con otros pebeteros igualmente “distanciados” de la forma que se atribuye habitualmente a lo que debe ser un pebetero. Así, tenemos el de otros Juegos de invierno, los de Vancouver 2010, el cual constaba de cuatro figuras enormes cruzadas en forma de témpanos de hielo. Uno de esos “brazos” protagonizó una de las anécdotas de esa edición olímpica ya que no llegó a encenderse durante la ceremonia de inauguración. Actualmente puede verse en el puerto de la ciudad, naturalmente ya apagado.

Foto de AP

El pebetero correspondiente a los Juegos de verano de Londres 2012 fue espectacular e igualmente poco habitual. Estaba formado por cientos de partes movibles que querían representar “la unión y congregación en paz”. Cada parte, formada por cobre en forma de pétalo, representaba a cada uno de los países participantes, como ha ocurrido en los Juegos de Pekín 2022. Y, como ha pasado en Pekín 2022, cada delegación portaba una de esas partes que se iban plantando sobre una base. Sólo hizo falta encender unos pocos “pétalos” para que el fuego se propagara por todo el resto. El pebetero reposa ahora en el Museo de la Ciudad de Londres.

Años antes de estos casos que referimos uno de los pebeteros más “avanzados” en cuanto a su diseño, pero incluso más en cuanto a su encendido correspondió a los Juegos de Los Ángeles 84. Un atleta (Rafer Jonhson) elevó su brazo con la antorcha olímpica. El fuego de la misma llegó a los cinco aros, montados en la parte alta del estadio, unidos por un canal de fuego hasta la antorcha, en lo más alto, a la que el fuego alcanzó.

El pebetero de Seúl 88 no fue especialmente innovador en su diseño, compuesto por una gigantesca “olla”, pero en su encendido se produjo uno de los momentos más tristes que se recuerdan de la historia olímpica: la muerte por quemaduras de las palomas de la paz, posadas en el pebetero. Es por ello que ya no se usan más palomas vivas sino representaciones artísticas de ellas para simbolizar la paz en cada ceremonia de inauguración olímpica.

Todos recuerdan la original forma en que se encendió el pebetero de Barcelona 92, realizado mediante el lanzamiento de una flecha por parte del paralímpica Antonio Rebollo .

A partir de entonces el listón estaba puesto muy alto y cada edición quería superar en originalidad a la siguiente. Los australianos realizaron un espectacular montaje para el encendido de su pebetero: la atleta aborigen Cathy Freeman se posó en el centro de un círculo de agua, con la antorcha olímpica realizó un círculo de fuego para, de repente, surgir del agua una plataforma circular que fue elevándose a modo de funicular hasta lo alto del estadio.

Los siguientes Juegos, los de Atenas 2004, sufrieron mucha guasa por la forma de su pebetero, ya que fue encendido como si fuera un puro, pues esa forma tenía. El pebetero se inclinó, el atleta lo encendió con la antorcha para posteriormente elevarse en vertical formando un sencillo diseño.

Para espectacular, el montaje de los chinos en los Juegos de verano de 2008 pues fue encendido por el gimnasta Li Ning ¡volando! por el estadio hacia el pebetero. Este pebetero aún respondía a lo que podemos considerar como formas tradicionales de un pebetero. No fue el caso de los Juegos de Río ya que se componía de una especie de copa situada en un centro movible en forma de rayos de sol.

No podemos olvidarnos de uno de los momentos más emotivos de los Juegos de Atlanta 96 protagonizado por el boxeador Muhammad Ali, ya con visibles signos de padecer Parkinson, y su encendido del pebetero (enorme, en forma del cono de papel con el que se envuelven los ramos de flores) realizado mediante un cable sobre el que posó su antorcha el ex púgil para “volar” la llama hacia el pebetero.

Foto de Sportsphoto
Foto de Braciere Olimpico

El honor de tener el pebetero más alto de la historia corresponde a los Juegos de invierno de Turín 2006. Su diseño industrial se componía de cinco brazos en forma de tubos. Cada llama alcanzaba los cinco metros y el pebetero en sí constaba de 57 metros. La nota artística de su encendido la puso la voz de Luciano Pavarotti interpretando la emotiva aria “Nessun Dorma” poco después del encendido en sí que, una vez más, fue llevado a cabo en cadena con diversos fuegos.

Acabamos con el pebetero de Tokio 2020, creado por un diseñador y que fue el primero en ser encendido por hidrógeno procedente, por cierto, de la prefectura de Fukushima en un claro guiño a los afectados por el terremoto. El pebetero en sí está formado por espejos poligonales en cuyo interior se refleja la luz. Cerrados parecían una esfera, pero se abrían para dar cabida al fuego, formando una especie de flor. Las llamas fueron coloreadas con carbonato de sodio para poder tener un color más vivo.

Foto de Reuters

 

Un comentario

  • Virginia

    Muy interesante el artículo. Mis favoritos son los tradicionales en los que los atletas levantan el brazo y encienden el pebetero, menos espectacular pero más emocionante.

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