Concienciados olímpicos,  Heroínas olímpicas

ETHELDA BLEIBTREY: LA CAMPEONA INCONFORMISTA QUE SIRVIÓ DE INSPIRACIÓN PARA LAS NADADORAS

Si repasamos su vida podremos constatar que la palabra “pionera” parece haberse creado en su honor. La nadadora estadounidense Ethelda Bleibtrey, nacida en 1902, no se ajustó a las convenciones de su tiempo y su lucha por actualizarlas en la mayoría de ocasiones dio sus frutos.

Nacida en el estado de Nueva York, comenzó a nadar para recuperarse de una polio que había contraído a los 15 años de edad. Tres años más tarde se convirtió en la primera y hasta ahora -y posiblemente hasta siempre, dado lo ampliado de la competición- única nadadora en ganar todas las pruebas inscritas en el calendario olímpico. Ocurrió en los Juegos de Amberes de 1920, donde además las completó con récords mundiales en todos los casos. En concreto ocurrió en las distancias de 100m, 300m y relevo 4×100, todas en estilo libre. De haberse disputado también pruebas en el estilo de espalda, donde era la defensora del récord mundial, habría sumado una cuarta medalla de oro.

Pero, aun con todo, los logros de Ethelda Bleibtrey que llegaron a marcar la historia de la natación femenina están, incluso, por encima de sus oros olímpicos. La neoyorquina dio los pasos que había que dar para lograr avances para la mujer en materia de natación. Para ello no dudó en arriesgarse a ser encarcelada si con ello conseguía sus objetivos. La razón de su encarcelamiento que, efectivamente, llegó a producirse, nos resulta a día de hoy, pasada más de una centuria, ridícula: “desnudez”. Y es que la sociedad de su época exigía a las mujeres que optaran por la “infeliz” idea de tomarse un baño en público ir con las piernas cubiertas con medias. Un buen día de 1919, en Manhattan Beach, Ethelda no lo hizo. Se quitó las medias y fue arrestada ya que se consideraba que iba “desnuda”, pero su arresto causó tal revuelo público y queja general que evitó las sanciones que conllevaba. Bleibtrey lo había logrado: ya no se obligaría a las mujeres a bañarse en público con las piernas cubiertas.

No fue el único caso de “escándalo” en el que se vio envuelta la buena de Ethelda. En la ocasión que vamos a relatar su lucha fue por el bien general de sus convecinos. Convencida de que Nueva York necesitaba de una piscina en el Central Park no dudó en lanzarse a las aguas del lago contenido en el llamado pulmón de la ciudad norteamericana. De nuevo fue arrestada por hacerlo, pasando una noche en prisión. En ese momento intervino el mismísimo alcalde de la populosa ciudad. Ethelda lo había vuelto a hacer: se construiría una piscina en el Central Park. La tricampeona olímpica no se paró ahí. A comienzos de 1921 emprendió una gira por Australia y Nueva Zelanda pasando por Hawaii. Además de ganar en todas las pruebas y lanzarse al deporte del surf, llegando incluso a surfear junto al “padre” de este deporte y otro gran olímpico, Duke Kahanamoku, realizó la gira con un fin principal: promover la natación realizada por mujeres. Para entonces Ethelda ya era toda una estrella que había surfeado también junto al Príncipe de Gales, había salido con otro notorio campeón olímpico -de remo- Jack Kelly y nadado hasta en el Canal de Panamá.

Ethelda Bleintrey se negó siempre a competir con el traje de baño estándar de la época para sus congéneres, ya que comprometía sus marcas. Además, fue una de las primerísimas nadadoras en usar el gorro de natación y no dudó en cortar su pelo para mayor comodidad en la piscina. Su rechazo hacia la vestimenta femenina de su época fue tal que se negó a ponérsela cuando protagonizaba un film en 1931 sobre la evolución del bañador femenino. Pese al enfado del director, Ethelda manifestó que “le pesaba mucho el traje, sobre todo al mojarse”, añadiendo que “pensé que me iba a ahogar. Me costaba mucho mantenerme en equilibrio”.

Con 20 años, en 1922, se convierte en profesional, no sin pasar penalidades debidas a rupturas de contratos. El mayor desastre ocurrió en 1928 cuando la rotura del tanque de agua en el que habría de realizar una exhibición causó daños en el teatro-vodevil por el que había firmado una gira de 14 semanas. El contrato finalizó antes de empezar y el teatro, además, la demandó por mil dólares por los daños causados. Para complicar las cosas, no había mucha demanda de competiciones de exhibición, así que Ethelda se dedicó a entrenar tanto en Nueva York como en Atlantic City, especialmente a niños, así como ofreciendo fisioterapia a pacientes dañados por la polio y a los que sufrían parálisis cerebral. Para 1959 se había convertido oficialmente en enfermera, usando sus conocimientos para ayudar a ancianos y a gente con discapacidades.

Además de todas estas contribuciones al deporte y a la participación de la mujer Bleibtrey realizó otra gran aportación al deporte, en concreto al olimpismo, cuando ayudó a crear, junto al citado Jack Kelly, el Comité Olímpico de Estados Unidos. Ethelda Bleibtrey demostró ser mucho más que una campeona olímpica. Las nadadoras de generaciones posteriores tienen que estar agradecida a sus esfuerzos en el avance de la natación femenina.

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