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ESTATUAS DEDICADAS A CAMPEONES OLÍMPICOS

Las victorias en Juegos Olímpicos no dejan de ser hazañas y, como tales, merecen ser recordadas para la posteridad. A la manera de los antiguos héroes de guerras, los campeones olímpicos son adorados ahora en forma de estatuas en numerosas ocasiones. Sus localidades natales o aquellas donde celebraron sus éxitos les rinden así homenaje que no deja de ser parte de la admiración que causaron en su mayor momento de gloria, el cual se alarga en el tiempo para que sea recordado para generaciones posteriores. Muchos son los ejemplos, de entre los que destacamos los siguientes en este artículo:

-A las afueras del estadio olímpico que albergó los Juegos de Helsinki en 1952 se encuentra una estatua dedicada al que quizá sea considerado el finlandés más admirado de todo el siglo XX (y, por descontando, su olímpico más condecorado con hasta nueve oros ganados en tres Juegos Olímpicos -en las ediciones de Amberes 20, París 24 y Ámsterdam 28- además de otras tres medallas de plata, todas en carreras de larga distancia, salvo un oro en 1.500m): Paavo Nurmi. Además de tener el honor de encender el pebetero de los Juegos celebrados en su país -que, por descontado, le pillaron ya retirado- los que se acerquen al estadio podrán ver su estatua.

Foto de Helsinki Art Museum / Maija Toivanen

-El malogrado Paquito Fernández Ochoa, que hizo historia para el esquí español ganando la hasta ahora única medalla de oro para su país en unos Juegos Olímpicos de invierno, no podía dejar de tener una estatua en el pueblo que le acogió desde su infancia, Cercedilla. En las fechas del aniversario de su muerte siempre se llena de flores que portan los que fueron sus vecinos, al ser considerado el esquiador un vecino más al que el pueblo tenía mucho cariño.

-Al atleta británico Steve Ovett le tocó vivir el mejor momento del medio fondo de su país, siendo gran rival de su contemporáneo Sebastian Coe, con quien se “repartía” los éxitos y otros como Steve Cramm o Steve Scott. Brighton, la localidad costera del sur de Inglaterra que le vio nacer, le ha dedicado una estatua junto al mar a este doble medallista (incluyendo un oro) en Moscú 80.

-La leyenda del atletismo Jim Thorpe no podía dejar de tener su propia estatua. Este doble campeón en una edición de Juegos Olímpicos en las pruebas de decatlón y pentatlón (edición de Estocolmo 1912) tiene en su base una frase que le dedicó el rey Gustavo V de Suecia: “Usted, señor, es el mayor atleta del mundo”. A los pies han puesto tierra del estadio olímpico que vio sus triunfos así como de su tierra natal de Oklahoma. La estatua está situada en la localidad de Pennsylvania bautizada con su propio nombre.

-En Buenos Aires existe un paseo -el denominado de la Gloria, nunca mejor dicho- dedicado a las mayores figuras del deporte argentino con sus correspondientes estatuas. En ellas están las del histórico oro en baloncesto en Atenas 2004 Manu Ginobili, así como la subcampeona individual en Seúl, la mítica tenista Gabriela Sabatini, o la cuatro veces medallista olímpica formando parte del equipo femenino de hockey hierba Luciana Aymar.

-Otro de los monumentos más populares es el dedicado a los atletas protagonistas de uno de los momentos más recordados de siempre de unos Juegos Olímpicos y, por descontado, de la edición de Méjico 68: el famoso podio de los 200m masculinos con dos atletas negros alzando los puños para reivindicar el black power. El monumento, sito en San José, California y que excluye al segundo clasificado, tiene como protagonistas a Tommi Smith y John Carlos, componentes del equipo de Estados Unidos.

-Por su parte, el atleta que ocupó el segundo cajón de ese podio, el australiano Peter Norman, tuvo el honor de que alzaran varios monumentos dedicados a él…pero sólo en octubre de 2019, pasados más de 50 años tras su éxito, levantaron una estatua en su honor en su propio país, algo que trajo las críticas de otros australianos medallistas olímpicos por el retraso en homenajearle “en casa”.

-El atleta que tuvo el honor de ser el primer campeón olímpico de la historia, el estadounidense James Connolly no podía dejar de ser homenajeado. Lo es con una estatua en su ciudad natal, Boston -adonde habían emigrado sus padres irlandeses- rememorando uno de sus saltos triple que le reportaría el oro. También ganaría otras dos medallas, aunque no de tan preciado metal y valor, en las pruebas de salto de longitud y de altura. Sin duda merecía el honor por los numerosos avatares que tuvo que sufrir para llegar a Atenas y competir en los primeros Juegos de la era moderna.

Monumento a James Connolly en Boston, su ciudad natal

-Otro auténtico héroe nacional y del atletismo fue el neozelandés Jack Lovelock, campeón en la carrera de 1.500 en los míticos Juegos de Berlín 36. Ése fue solo el cénit de sus logros, pues también consiguió otras importantes victorias y récords mundiales. Lovelock, que llegó a participar en la II Guerra Mundial recibió numerosos homenajes por parte de sus compatriotas, por desgracia algunos de ellos de forma póstuma. Hasta el año 2002 no se realizó la estatua que le representa corriendo situada en la que fuera su escuela Timaru.

-En ocasiones es todo un colectivo el homenajeado, como la selección femenina de voleibol de Perú que ganó una histórica plata para su país en los Juegos de Seúl 88. Indudable mérito el conseguido por este combinado, pues además hasta llegar a la final habían superado por 3-0 a la todopoderosa Brasil y más tarde a China, por entonces vigente campeonas. A la inauguración del monumento acudieron varias de las integrantes del equipo medallista.

-Nos quedamos en el continente sudamericano. El marchador ecuatoriano Jefferson Pérez fue campeón olímpico en los 20km marcha en Atlanta 96 repitiendo subida al podio (al segundo escalón) doce años más tarde en los Juegos de Pekín de 2008, siempre en la misma prueba. Indudable héroe nacional al además ser tricampeón mundial entre sus otros muchos méritos, estaba cantando que el pueblo peruano (o las autoridades) le erigirían una estatua en su honor. Ésta está situada en el parque de la Madre, Cuenca, donde también se encuentran las instalaciones de la Escuela de la Marcha.

-Otro país “pequeño” como es Irlanda quiso homenajear de una tacada a tres de sus medallistas. Así, encontramos las estatuas de Bob Tisdall, ganador de la carrera de 400 vallas en Los Ángeles 32, Matt McGrath, trimedallista en lanzamiento de martillo (oro en Estocolmo 12 y plata en Londres 1908 y París 1924) y Jonhny Hayes, campeón de la maratón en los Juegos de Londres de 1908. El monumento está en Nenagh, Tipperary y cuando se levantó sólo uno de los tres vivía, aunque tenía 95 años y vivía en Australia.

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