Heroínas olímpicas

MARGARET ABBOTT: LA CURIOSA PIONERA DEL OLIMPISMO DE ESTADOS UNIDOS, QUE NUNCA SE SUPO CAMPEONA

Serena Williams, Simone Biles, Katie Ledecky son solo tres de las grandes, grandísimas campeonas que Estados Unidos ha disfrutado en los Juegos Olímpicos pero ¿quién fue la primera? ¿qué deporte practicaba la primera mujer campeona olímpica de la potencia más grande del deporte? La respuesta es Margaret Abbott, jugadora de golf, poseedora de una historia singular, digna de otros tiempos, los que le tocó vivir, pues se proclamó campeona en la lejanísima edición celebrada en París en 1900.

Margaret Ives Abbott había nacido en Calcuta en el seno de una adinerada familia de Chicago. Interesada más por el arte, convenció a su madre para que le diera permiso para viajar a París, donde llegaría a estudiar al lado de dos grandes maestros del Arte, como son Edgar Degas y Auguste Rodin, ni más ni menos. Le acompañó en ese viaje su madre, Mary Abbott, persona culta, novelista y crítica literaria para el prestigioso diario “Chicago Tribune”. En un determinado momento Margaret quiso prolongar su estancia en la capital francesa y no se le ocurrió otro método de persuasión para con su madre que apuntar tanto a su madre como a ella misma en los Juegos Olímpicos que iban a celebrarse con el cambio de siglo. Y Margaret ganó en ellos.

Era la primera cita olímpica en la que se permitió la participación, eso sí, parca, de mujeres. Sólo once tuvieron el honor de ser las elegidas. Participaban únicamente en tres deportes: golf, tenis y croquet. Pero no se lo tomaron muy en serio. La propia Margaret Abbott reconoció siempre que ganó porque sus rivales “no entendieron aparentemente la naturaleza del juego y aparecían en tacones y faldas estrechas”. No era el caso de Margaret quien, vestida más cómodamente, se impuso en el torneo olímpico, el cual se disputó a nueve hoyos.

Dos anécdotas insólitas envuelven la participación de esta pionera del deporte: la primera, que fue protagonista, junto con su madre Mary, de un caso que no se ha vuelto a repetir, al conformar la primera pareja madre-hija que haya participado nunca juntas en una Olimpiada (Mary acabó en séptima posición). La segunda, que Margaret Abbott nunca fue consciente de haberse convertido en campeona olímpica. No fue el único caso, sino que se extendió a todos los medallistas de los Juegos de París 1900. Simplemente pensaban que estaban participando en unas competiciones deportivas a propósito de la Exposición Universal. De hecho, no llegaron a recibir medallas, sino regalos que, en el caso de Margaret Abbott, se trató de un decorativo jarrón de porcelana. Lo más probable es que la pionera Margaret Abbott muriera –en 1955- sin llegar a saber el hito deportivo que protagonizó. Solo años después de su fallecimiento, ya a finales del siglo XX, la profesora de la Universidad de Florida Paula Welch, que investigaba sobre temas olímpicos, contactó con los hijos de la campeona para informarles de que su madre había sido campeona olímpica.

Margaret Abbott, por cierto, hubo de dejar la práctica del golf debido a una lesión en las rodillas por un accidente que había sufrido siendo niña montada en una bicicleta. Quedará para siempre como una pionera del deporte y del fabuloso Team USA, plagado de herederas suyas.

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