Camino a Río

YULIA STEPANOVA: LA TRAIDORA/SALVADORA DEL ATLETISMO RUSO

No sabemos cuándo empezó esta oscura historia del dopaje ruso, algo que solo sabrán a ciencia cierta los dirigentes de aquel país, Putin incluido. Pero sí sabemos cuándo comenzó la historia del derrumbe de esa gran potencia deportiva: el día en que Vitali Stepanov y su mujer Yulia Rusanova decidieron hablar ante una televisión alemana y contar los turbios entresijos del atletismo ruso, a consecuencia de los cuales ninguno de sus componentes –perdón, a excepción de la saltadora de longitud Daria Klishina, la única que cumple con el exigente criterio del COI- estará en los Juegos de Río 2016.

Vitali Stepanov trabajaba para la RUSADA (agencia rusa anti dopaje), mientras que Yulia era una relativamente destacada corredora de 800 metros. Ella fue sancionada entre 2011 y 2013 por anomalías en su pasaporte biológico. Su marido participaba enteramente de las trampas que realizaba la RUSADA para esconder los numerosos positivos rusos por dopaje. Vamos, que en términos legales les podríamos incluso denominar como “pareja de delincuentes”, si nos ponemos estrictos.

Hace unos meses ambos confesaron en un reportaje de una televisión extranjera, claro, la cantidad de artimañas que se realizaban en su país de forma generalizada para doparse y esconder los positivos. Ante ello comenzó una “guerra” que aún está muy lejos de acabar. Para empezar Yulia fue declarada Judas por el mismísimo presidente Putin. Tampoco le ha lanzado halagos la que puede ser la gran víctima de las declaraciones del matrimonio Stepanov, la estrella del atletismo ruso Yelena Isinbayeva, que no podrá acudir a Río pese a no haber dado nunca positivo. La pertiguista pide una sanción “de por vida” para su ex compañera de selección.

Mientras tanto los Stepanov se han mudado a un lugar indeterminado entre Canadá y Estados Unidos con un escenario que tiene como mayor probabilidad el que les acepten el asilo político e incluso que la corredora acabe compitiendo por otro país, pues no se descarta que hayan recibido amenazas de muerte.

Foto de Athletics Weekly

Estos últimos meses los Stepanov han sufrido un calvario de presión en todos los sentidos y el atletismo ruso una convulsión que ha alcanzado hasta sus cimientos. En principio el COI y la IAAF apoyaron a la corredora, declarando que ella sería la primera y más clara exención del posible castigo al atletismo ruso. Stepanova –tras adoptar el apellido de su marido- correría en Río y se alababa su valentía y lo que su gesto suponía para el avance en la lucha contra el dopaje. En esas estábamos cuando llegó la primera gran competición en la que participaría la mediofondista: los recientes Europeos de Ámsterdam. Stepanova quedó última de su serie. Sus compañeras de batería se acercaron a saludarla, agradecidas por haber destapado las mentiras del atletismo ruso. Huelga decir cómo es acogida entre la opinión pública, prensa, atletas y dirigentes rusos.

En un giro del destino Stepanova, que había pedido desde hace meses una sanción total a todos sus ex compañeros, se queda sin Juegos, al no cumplir con uno de los requisitos imprescindibles del COI: no haber dado nunca positivo. ¿Justicia poética? Esa decisión, muy contestada por muchos, deja muy en el aire que haya posibles “delatores” en un futuro, si no van a ser compensados tras sus denuncias.

La corredora ha sido considerada casi una heroína para los medios internacionales y un demonio para los rusos. La verdad puede que esté en medio: su gesto ha servido para destapar la verdad pero, al fin y al cabo, ella misma es un ejemplo del aprovechamiento del sistema ruso de dopaje sistemático y solo cuando el sistema ya no le protegía y no tenía nada que hacer quemó un último cartucho para acceder a un perdón –que se produjo en un primer momento- que le permitiera continuar con su carrera. ¿Valentía o interés?

Misma trayectoria la realizada por su marido, que durante años formó parte activa de ese sistema corrupto sin elevar oposición alguna. Auténtica valentía habría sido elevar la protesta y la negativa a entrar en el sistema antes de haberse beneficiado (durante años) de él. También se nos plantea una duda: ¿habría denunciado Yulia si no hubiera sido descubierto su positivo? ¿Estaríamos ante un escenario completamente distinto? Lo único que parece claro es que el matrimonio Stepanov ha hecho algo bueno tras haber hecho cosas malas durante años.

Ante nosotros se abre un panorama insólito: todo un deporte –considerado, para más inri, el rey de la Olimpiada- sancionado en todos los deportistas de una de sus mayores potencias. Y dos incógnitas: ¿aprenderá el deporte ruso y sus dirigentes ante la severa lección? ¿Se han cometido injusticias con los atletas rusos que no han sido encontrado nunca positivos pese a pasar infinidad de controles en otros países? Cualquiera de las soluciones habría sido polémica, como lo está siendo la ambigua respuesta del COI ante el resto de los deportes olímpicos con los deportistas rusos. Habrá que esperar cómo se desarrolla el futuro del atletismo mundial en los próximos años.

Foto de Getty Images
Foto de Getty Images

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