MONIQUE BERLIOUX: LA «MUJER DE HIERRO» DEL COI
Se le pueden achacar a Monique Berlioux pegas, como que fue demasiado “tradicionalista” en el seno del COI cuando tenía un alto cargo en el mismo, pero nadie puede dudar que fue una de las mujeres más poderosas del movimiento olímpico.
Francesa, de no haber tenido lugar la II Guerra Mundial, muchos opinan que habría hecho algo grande en natación de haberse celebrado Juegos Olímpicos en ese periodo. Varias veces campeona nacional, no pudo participar en la cita olímpica hasta Londres 48, pero en esa ocasión su participación fue poco relevante debido a una reciente operación de apendicitis que había padecido. Como curiosidad diremos que se negó a ir a los Juegos de Helsinki del 52…porque le negaron vales para la comida.
Es imprescindible que hablemos del relevante papel que realizó como nadadora durante el gran conflicto bélico, pues no dudó en cruzar a menudo el río Sena portando mensajes secretos para la Resistencia francesa con detalles de la inteligencia alemana. Pasada la guerra, además de su participación olímpica, trabajó junto a su madre (la también nadadora y luego entrenadora Suzanne) para muchas otras nadadoras, entre ellas destacamos Christine Caron, posteriormente figura de los Juegos de Tokio 64.
Monique Berlioux no dejó de lado los estudios, estudiando en la célebre universidad de la Sorbona y empezando a trabajar después como periodista y reportera de deportes para “Aurore” y “Le Figaro”, además de para los medios ingleses de la BBC y “The Observer”. Produjo asimimo películas para el COI y la televisión gala, ostentando también cargos relacionados con la comunicación en varios organismos.

Llegamos a la parte de su biografía que, en otro orden de cosas, es realmente interesante. Porque Berlioux se convirtió en la primera mujer en tener un alto cargo en el COI. Ocurrió que, mientras cubría como periodista los Juegos Africanos habidos en Dakar en 1963 conoció a Avery Brundage, el entonces presidente del COI. Años más tarde él la contrataría como Jefa de Prensa de la presidencia de ese máximo organismo olímpico. Su carrera ya como dirigente fue ascendiendo, siendo nombrada Directora General del Comité Olímpico Internacional en 1969. Berlioux llegó a trabajar con tres presidente del COI: el citado Brundage, su sucesor Lord Killanin y Juan Antonio Samaranch. Con este último chocó, hasta ser destituida. Samaranch y ella tenían conceptos bien diferenciados del olimpismo: mientras Berlioux era una convencida “purista” del olimpismo y se oponía a la profesionalización de los Juegos Olímpicos, el español inició un camino hacia la modernidad que desembocó en la profesionalización total de los Juegos, que venían de un gran endeudamiento en Montreal 76 y el boicot en Moscú 80, por lo que Samaranch era partidario de que los Juegos dieran de una vez dinero. Muchos son de la opinión igualmente que ellos dos chocaron por sus caracteres y por tener fuertes personalidades. A la francesa la consideraban una “fuerza de la naturaleza”, una “mujer de hierro”, autoritaria pero eficiente y siempre dedicada a los deportistas. Entre ella y Samaranch se generaron tensiones, sus concepciones estaban lejanas hasta que finalmente ella tuvo que salir de su puesto en el COI.
La defensora a ultranza de los ideales del movimiento olímpico -o los que ella consideraba que eran -, la que ayudó a que las mujeres tuvieran más oportunidades de competir en los Juegos Olímpicos, la que tuvo un peso enorme en la organización del COI durante la guerra fría, la defensora de la pureza del deporte amateur, no supo adaptarse a los nuevos tiempos que trajo Juan Antonio Samaranch. En 1985 llegó a un acuerdo para “dimitir” pero siguió unida en cierta manera al movimiento olímpico al participar en la organización de la candidatura olímpica de París para los Juegos de 1992. También, entre otras cosas relacionadas con el olimpismo, escribió un libro -”La Trampa Blanca Olímpica”- donde contó que los Juegos de invierno de 1936 celebrados en Garmisch-Partenkirchen fueron el primer escaparate del nazismo y mostraron racismo y antisemitismo y cómo el COI permitió esto.
Un comentario
Virginia Bernardi Garrido
Otra pionera que no conocía, menuda vida de película, ojalá no se pierdan estas historias en el olvido.