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ÉRIKA OLIVERA: EL ATLETISMO LA SACÓ DE UNA VIDA DE ABUSOS

Puede que Érika Olivera no sea una campeona olímpica, que su paso por los Juegos no haya superado un 27º puesto (conseguido en la edición olímpica de Sídney 2000), pero el que esta chilena se dedicara al deporte -en su caso, la maratón- le “salvó” la vida. Porque el deporte, el atletismo, fue su vía de escape ante los abusos sexuales que sufría por parte de su padrastro. Le sirvieron para huir de esa vida que padecía y cambiar a otra nueva. En sus palabras, el atletismo la “salvó del horror”, no solo de los deleznables abusos sufridos, sino también de la pobreza en la que vivía. Tuvieron que pasar muchos años para que por fin Érika hiciera público los años de martirio que padeció, pues los abusos comenzaron cuando contaba la escasísima edad de cinco años. Se prolongaron durante años y en numerosas ocasiones. Incluso cuando le contó, siendo más consciente, a su madre los hechos, ésta se limitó a decirle que “ojalá que fuera mentira, porque si era verdad nadie la iba a querer ni iba a poder tener hijos ni familia”. Sic. Cuando se lanzó al atletismo, un poco por inercia hasta encontrar a un entrenador que la animara a tomárselo más en serio, fue incluso chantajeada por su padrastro, pues la amenazó sin permiso para entrenar o competir si no accedía a sus pretensiones sexuales.

Foto de Getty Images

Afortunadamente Érika consiguió salir de aquel infierno. Y lo hizo por la puerta grande porque, al fin y a la postre, aunque sus resultados fuera de su ámbito zonal no sean particularmente destacados, sí ha entrado en los anales olímpicos al haberse convertido en la única maratoneta en completar ni más ni menos que cinco Juegos Olímpicos: los que van de Atlanta 96 a Río 2016 (excepto la cita de Pekín 2008 debido al nacimiento de sus hijas) donde, por cierto, fue abanderada de Chile merecidamente en la ceremonia de apertura. La atleta chilena sí que ha triunfado en Juegos Panamericanos y Juegos Sudamericanos, además de infinidad de competiciones en su continente, pero su mayor victoria es en la vida, al liberarse de su infierno y abrazar una vida, totalmente nueva, gracias al deporte.

Su victoria en la vida y la prueba de que se puede salir de esa desagradabilísima situación en la que se encontraba es que, gracias también a su tesón, tras retirarse del deporte estudió Ingeniería para dedicarse más tarde a la política, donde desde 2018 ostenta el cargo de diputada. Sus realizaciones en este sentido se han centrado en numerosos asuntos, entre los que se encuentran competencia en deporte. También hay que destacar su labor para paliar las lista de espera sanitarias, investigación de fraudes, reestructuración de organizaciones deportivas profesionales, irregularidades en procesos de adopción, subsidios para deportistas, etcétera.

Foto de Luis Sevilla

El atletismo la sacó de una vida de abusos y de pobreza, pues junto a sus hermanos siendo niños acudían a una escuela infantil donde se realizaban carreras “porque en la escuela daban de comer”. Como ella misma dice, desde entonces continuó “ese hermoso camino”, que también la ha convertido en la deportista (hombre o mujer) chilena con más participaciones en Juegos Olímpicos. Érika Olivera es sin duda una demostración viviente de que el deporte ayuda a salir de una vida de sufrimiento, a lo que hay que añadir, indudablemente, la fuerza de voluntad de la propia persona, algo de lo que no carece nuestra protagonista.

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