Paralímpicos

AMMAR ALI: DE HERIDO DE GUERRA EN IRAQ A MEDALLISTA PARALÍMPICO

Ammar Ali trabajaba de carpintero en Bagdad. Hasta el año 2007 lo hacía básicamente en techos. Le gustaba ver partidos de fútbol junto a su grupo de amigos. Ése era el único contacto, bastante indirecto, que tenía con el deporte, ya que no practicaba ninguno. Pero el 23 de marzo del citado 2007 su vida cambió por completo. Le pilló una bomba en las calles de su ciudad, una de las muchas estalladas en la guerra que asoló su país, esa que convirtió en inválidos a 1.300.000 iraquíes de los 40 millones que conforman la población total. Ammar tenía por entonces 23 años. Los médicos le dijeron que debía ser operado. La lesión en la médula espinal conllevó que sus piernas quedaran paralizadas de por vida.

Pero, aun con la tragedia que eso conlleva, ese cambio fundamental en su vida le hizo introducirse en el deporte paralímpico, cuya mera existencia desconocía hasta entonces. Gracias a su físico le recomendaron practicar deporte, particularmente la esgrima, ya que Ammar poseía gran fuerza y destreza en los brazos, así como unas extremidades largas. El deporte de la esgrima no ha hecho más que darle satisfacciones y alegrías, tanto a él como a su país, pues en los Juegos Paralímpicos de Río conseguiría la primera medalla para Iraq en esgrima paralímpica.

Foto de Olympic Channel

Sin dejar su trabajo como carpintero (aunque ahora, por razones obvias, se centra en el trabajo artesano de pequeñas piezas), Ammar está dedicado en cuerpo y alma a la esgrima. Con pocos meses de práctica ya cosechaba éxitos a nivel internacional, llegando a debutar en unos Juegos en los de Londres 2012, donde acabó en sexta posición. Las medallas en campeonatos internacionales fueron cayendo para este tirador especializado en la espada hasta que llegó el momento más culminante de su carrera: la plata en los Juegos de Río. Después de semejante logro llegó a declarar que “en Bagdad sigue habiendo una guerra pero es mi hogar. Si muero en Bagdad estará bien, porque es mi lugar. Pero hoy sonrío porque tengo una medalla de plata alrededor de mi cuello”.

Entre competición y competición sigue entrenando en su ciudad natal con las dificultades que ello conlleva. A pesar de ellas se las apaña para llevar una vida lo más normal posible. La esgrima ha hecho que tenga momentos de paz, según él mismo ha declarado. Ha contribuido a ello la medalla de Río, la cual le ha ayudado a superar los momento de dolor y lograr sus retos. Los entrenamientos, confiesa, son su mejor terapia y han venido incluso a sustituir a la fisioterapia que su lesión exige.

Ammar Ali, que ha llegado a ganar meritoriamente el Premio al Valor entregado por el Comité Paralímpico Internacional, no se limita a continuar con su carrera en el mundo del deporte, ya que visita a heridos de guerra en hospitales de campo para elevar la moral. Sus éxitos han atraído cada vez a más practicantes en su país para adentrarse en deporte paralímpico.

Nos quedamos con una de sus afirmaciones, bien reveladora: “El deporte me dio una nueva perspectiva de la vida”.

Foto del Comité Paralímpico Internacional

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