Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 91: LAS AMAS DE CASA ESCOCESAS QUE GANARON EL ORO EN SALT LAKE CITY

Un grupo de amas de casa con escobas”, así definió la Prensa británica a las campeonas olímpicas de curling en los Juegos Olímpicos de Salt Lake City disputados en 2002. Se trataba del equipo británico, enteramente escocés, compuesto por la skip Rhona Martin, Fiona MacDonald, Janice Rankin, Debbie Knox y la sustituta, Margaret Morton. Es verdad que eran amas de casa y es cierto que portaban escobas, pero su uso nada tenía que ver con la limpieza. Ellas hicieron historia para un país pobre en cuanto a resultados en ediciones olímpicas invernales. Paliaron una sequía de medallas que duraba desde el oro de la pareja de patinaje artístico compuesta por Jayne Torvill y Christopher Dean, allá por 1984. Desde entonces, del único olímpico británico del que se había hablado en unos Juegos de invierno fue del célebre saltador Eddie “el Águila” Edwards…pero remotamente alejado a la consecución de una medalla.

De repente, los británicos recordaron no solo que existía el deporte del curling, sino que incluso en su país, concretamente en Escocia, era muy popular. Pese a la franja horaria que claramente disuadía el seguimiento del torneo olímpico, el equipo de Martin atrajo a seis millones de espectadores en su país durante la final, a los que no quedó más remedio que observar el partido en la madrugada europea, suponemos que apoltronados cómodamente en el sofá tapados con una manta. La intempestiva espera mereció la pena. Las jugadoras escocesas no sólo les compensaron con un oro, sino con una final de infarto, de esas que crean afición.

Foto de Morry Gash/AP

La final las enfrentaba a las suizas. Ambas contendientes resultaron ser finalistas inesperadas. Sobre todo las ganadoras, puesto que Gran Bretaña las había pasado realmente canutas para clasificarse para las semifinales, ello en parte debido a las molestias que padeció en los primeros días Rhona Martin, aquejada de un virus estomacal. A las semis accedieron gracias a ganar en sendos desempates (en el undécimo end) ante Suecia y Alemania. Por los pelos. Pero en el partido previo a la final les tocaban como rivales las más favoritas: las canadienses, las cuales las habían superado con facilidad en la primera fase. Sin embargo -ahí reside la belleza del torneo olímpico- saltó la sorpresa y las batieron con un estrecho margen de 6-5. Suiza, por su parte, tampoco se esperaba que tomara parte en la final, pues le tocó en desgracia enfrentarse a la potente Estados Unidos, que además jugaba de local, en semifinales. De nuevo sorpresa. Los equipos europeos habían podido con los norteamericanos.

Ya estamos en la final. Las escocesas empezaron liderando por 2-1 tras cinco ends después de dejar los tres primeros a cero, blanqueando así el Team Martin, que tenía el hammer (esto es, la oportunidad de lanzar la piedra en último lugar). El marcador lo había inaugurado Suiza únicamente en el cuarto end y por una sola piedra. Fue en el quinto cuando Gran Bretaña consiguió colocar dos de sus piedras puntuando, adelantándose de esta manera a las alpinas. Nuevo 0-0 en el sexto y, a partir del séptimo, marcadores de 1-0 a favor de unas u otras. En ese séptimo end las suizas habían cometido un error que las colocaron por debajo del marcador por 3-1, pero se resarcieron con dos ends seguidos ganados, eso sí, por la mínima, lo que les hizo colocarse con empate a 3 cuando faltaba un end para finalizar. En el último, las escocesas tendrían la oportunidad de hacerse con la victoria al tener el hammer. La situación, sin embargo, se ponía fea para las británicas. El tiro final de Rhona Morgan tendría que ser extremadamente preciso. A falta de lanzar la última piedra el panorama estaba así: en la casa estaba más cerca del punto central y, por tanto, de puntuar, una piedra suiza. A la skip británica no le quedaba más remedio que o apartarla y que pasara a puntuar una piedra propia justo detrás de la suiza o colocar la suya última más cerca del botón central. Eso fue lo que hizo Martin. No falló y “el equipo de las amas de casa” se alzó con el oro.

Foto de Getty Images

Lo que ocurrió a continuación a consecuencia de ese último tiro, que la Prensa británica dio en llamar la “Piedra del Destino” de forma grandilocuente, fue una repercusión como nunca antes la había tenido este deporte en su país. Para empezar, fueron recibidas en el aeropuerto de Heathrow como auténticas heroínas, ellas que en absoluto estaban acostumbradas a tamaño seguimiento. Tanto es así, que cuando aterrizaron y vieron a tanta gente comentaron entre sí: “Debe de haber llegado algún famoso”, ignorando que el gentío era por ellas. Las “amas de casa superstars”, como se las llamó, provocaron algo más grande de lo que podamos imaginarnos. El propio Premier del momento, Tony Blair, realizó al poco una visita oficial a Escocia, donde declaró “ser consciente perfectamente de que el interés en Escocia hoy no soy yo, sino la increíble actuación del equipo de curling”. Añadió, de paso, que “la totalidad de Gran Bretaña está realmente orgullosa de ellas” y realizó esta matización porque, en el momento de entrega de la medalla de oro, sonó el himno británico, el célebre “God Save the Queen”, cuando la propia Rhona Martin se esperaba  -ingenuamente- que sonaría el himno escocés al ser todas las componentes del equipo de allí. Ella y el resto del equipo se sentían profundamente escocesas, así que Blair quiso hacer hincapié en que su triunfo era el de la totalidad de la nación.

Estas deportistas, que hasta ese momento llevaban a cabo vidas totalmente normales, pasaron a ser unas auténticas estrellas mediáticas: desde invitadas a los programas televisivos más vistos del momento hasta ofrecerles protagonizar un anuncio…de escobas de una famosa cadena de supermercados, pasando por ocupar el box real en el torneo de Wimbledon o ser nombradas por la reina miembros de la Orden del Imperio Británico. Parecía que su vida había dado un vuelco. A la larga no fue así. Su popularidad fue decreciendo, mientras sus vidas volvían a la normalidad. No llegaron a ganar el dinero que ganan los/as jugadores/as de curling en Canadá. Con humor británico, comentaron que se alegraban cuando les regalaban como premio tras una victoria un plato de lasaña. Algunas se retiraron pronto, otras -como la skip Martin- se dedicó a entrenar, además de tener otra participación olímpica en los Juegos siguientes celebrados en Turín, aunque allí fue eliminada tras la ronda inicial de enfrentamientos de todos contra todos. Con el tiempo una de sus pupilas, Eve Muirhead también ganaría una medalla olímpica (el bronce en Sochi 2014). Mientras, la piedra que les hizo ganar el oro olímpico, esa “Piedra del Destino” descansa ahora en un museo escocés, donde se exhibe ante los ojos de todos.

Foto de Getty Images

Un comentario

  • Virginia

    ¡Qué historia más buena!, lástima que durase tan poco su popularidad y que no tuviesen el reconocimiento merecido a la larga pero al menos pusieron en el mapa ese bonito deporte.

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