Entrevistas

LAURA LÓPEZ, PLATA EN LONDRES 2012 EN WATERPOLO: “NO CLASIFICARNOS PARA PEKÍN 2008 FUE EL PEOR MOMENTO DE MI CARRERA”

“Recuerdo que todo era como si realmente estuviéramos viviendo un sueño, era como estar en una nube”. Así nos describe la waterpolista madrileña Laura López lo que vivió y sintió al experimentar en carne propia sus primeros Juegos Olímpicos. Fue en la edición celebrada en Londres en 2012, tras la no clasificación de la selección española para los Juegos anteriores, los de Pekín, con lo que las llamadas Guerreras pudieron resarcirse de esa amarga sensación. Hablemos ahora de lo que ocurrido en el que la propia Laura confiesa haber sido “el peor momento de mi carrera”, el no poder estar en Pekín 2008: “Siempre me vienen a la mente las imágenes en la piscina de Imperia el perder el partido de grupos que nos lo habría puesto todo más fácil; fue un golpe. Y luego ya perder el partido decisivo contra Italia fue un antes y un después en mi carrera deportiva. Aunque es verdad que había habido campeonatos en los que no habían ido bien las cosas, en es momento veíamos que podíamos, que estábamos compitiendo con las mejores y que se nos había escapado. Sí que fue un momento muy duro, del que además costó bastante recuperarnos”.

Pasemos del peor momento al mejor en la carrera de López. No solo la selección femenina española se clasificó para los Juegos de Londres, sino que de ellos salió con medalla, la de plata. Primer paso: la clasificación: “Cuando vimos nuestro grupo en el preolímpico nos dijimos que iba a ser complicado pero, ¿por qué no?, podíamos”. Ya en Londres, el sueño: “No esperábamos la medalla. Era la primera vez que el waterpolo femenino español participaba en unos Juegos y realmente nuestra sensación era como de niñas pequeñas que llegábamos y teníamos que disfrutar cada momento que estábamos en la villa, cada entrenamiento que hacíamos, cada partido”. Una sensación sinigual que Laura rememora con pasión en sus palabras: “Yo recuerdo los 14/15 días que estuvimos allí fueron como vivir en una nube todo el rato. La sensación del primer partido, cuando el árbitro pitó hubo un momento, con la cabeza debajo del agua, que dices: “Estoy en unas Olimpiadas. Ha llegado el momento”, y todo eso es con lo que te quedas. Es la sensación de sueño cumplido”. Palabras que expresan espíritu olímpico. Como lo vivido en la villa olímpica cuando, nos cuenta Laura, se encontraron con sus ídolos del baloncesto (Pau Gasol, Navarro y compañía) y las chicas del waterpolo, “auténtico club de fans de ellos” tuvieron que contenerse. Hasta que un día Laura y sus compañeras se dieron cuenta de que sus ídolos, en unos Juegos Olímpicos, eran sus iguales: “Un día, volviendo de un entrenamiento, siempre llevábamos los gorros atados a las mochilas para que se sequen, y en el ascensor empiezan a mirarnos el gorro y me giré y estaban los del baloncesto y nos pidieron que les explicáramos cómo iban nuestros gorros, para qué servían las orejeras con agujeros, que siempre pensaron que era para que no entrara el agua y no entendían para qué eran los agujeros y les tuvimos que explicar que era para los golpes”.

Laura no solo consiguió una plata olímpica, sino que también se hizo -junto con el resto de Guerreras, naturalmente- con el oro del Mundial celebrado en Barcelona al año siguiente de los Juegos de Londres 2012. Le cuesta elegir entre ambas medallas, pero confiesa que “quizá con la medalla que te quedas siempre es con la olímpica porque es la más difícil, es cada cuatro años y clasificarte es un reto que dura esos cuatro años. Pero es verdad que la sensación de jugar un campeonato del mundo en gana y ganarlo es impresionante”.

Nos retrotraemos ahora a los inicios -casuales- de Laura López en el deporte que la convirtió en medallista olímpica: “Desde pequeña mis padres siempre quisieron que hiciera natación y a mi hermana le gustaba. La cuestión era buscar un sitio donde pudiéramos ir las dos, porque ella es cuatro años más mayor que yo. Encontró una piscina, el Moscardó. Mi hermana nadaba muy bien y el club le dijo que quería fichar a mi hermana y mi madre les dijo que teníamos que ir las dos a la misma hora porque no podía llevarnos en diferentes horarios. El club le dijo que a mí no me querían y nos fuimos. Dos o tres años después acabé jugando waterpolo y, al cabo de algunos años, acabé jugando en el Moscardó”. La anécdota no para ahí. Confiesa que más bien el waterpolo la eligió a ella más que ella al waterpolo: “Yo era la típica niña que hacía de todo; de hecho yo jugaba al tenis. Yo iba para tenista, tenía claro que a mí lo que me gustaba era el tenis. En la piscina a la que iba me dijeron que se me estaba quedando un poco pequeña, que por qué no probaba un club de natación más grande. Cuando llegué al nuevo club me dijeron que allí no hacían natación, sino waterpolo. Yo no sabía lo que era, pero quise probarlo. no me gustó, no le vi la gracia. Pero cuando jugamos el primer partido lo vi diferente y me atrajo. Estuve unos tres años combinando el tenis con el waterpolo y cuando vi que éste iba más en serio y me llamaron para la selección tuve que decidirme y lo preferí al tenis”.

Pero la vida de Laura López, que repitió experiencia olímpica en Río 2016, aunque sin pasar de los cuartos de final en esa ocasión, no se ha limitado al waterpolo, habiendo estudiado fisioterapia y osteopatía en la universidad. Una universidad que no se lo puso precisamente fácil: “Me costó compaginar los estudios con el waterpolo. Ahora veo que ya empieza a ser un poco más fácil, pero a mí me resultó muy complicado. Tenía que faltar a clases, si faltaba no me dejaban hacer el examen…La única facilidad que me pusieron era que, como deportista de élite, podía elegir el grupo al que quería ir, pero ya está. No me dejaban cambiar las prácticas a otro grupo al que podía ir. Cuando vino el Plan Bolonia tuve que hacer un parón para dedicarme a la universidad y terminar la carrera, para retomar después la selección”.

Laura López es medallista olímpica pero no ha implicado en que se haya convertido en una persona ni conocida ni reconocida. Aunque sí se ve como referente (junto con el resto de sus compañeras) para las nuevas generaciones porque “lo que hemos conseguido como equipo se sigue plasmando en las niñas que vienen ahora”, fuera de las piscinas pocos saben que es una medallista olímpica. Al respecto nos relató esta curiosísima anécdota: “Yo trabajando como fisioterapeuta un paciente un día, en 2014, después del Mundial, me dijo que su hijo jugaba al waterpolo y yo le dije que yo jugaba al waterpolo. Me dijo: “¿Sí? ¿Y viste el Mundial, los Juegos?¡Qué grandes las chicas!”. Yo me sentí incapaz de decirle que yo era una de ellas. Le dije: “Sí, sí, la verdad es que lo hicieron muy bien”. Él me decía: “Me conozco a todas, me sé todos los números” y me dijo todos los nombres. En tu día a día llega a este punto [el desconocimiento hacia tu persona]”.

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