ESTADIOS OLÍMPICOS 10: EL ESTADIO DE COLOMBES DE PARÍS 1924
Los Juegos Olímpicos de París 1924 casi perdieron su derecho a ser organizados por culpa de la carencia de un estadio olímpico. A tan solo trece meses del inicio de los Juegos, éstos corrieron serio peligro hasta el punto de amenazar el COI con trasladarlos a Los Ángeles. Y es que, cuando en 1921 se había designado a la capital francesa como sede de los Juegos a disputar en 1924, la ciudad se puso a la tarea de construir un nuevo estadio, pero ninguno de los proyectos presentados pareció convencer a la organización. Ya no había tiempo para crear un nuevo estadio, así que se acude a la solución más urgente: volver a encargar al Racing Club de Francia, en cuyas instalaciones se habían desarrollado los Juegos de 1900, otorgándole ayudas para modernizar un estadio ya existente. Se decidieron por un recinto situado en la localidad de Colombes, cercana a París (en concreto, un suburbio trabajador al noroeste de la capital,en la región de Île-de-France). Se trataba de un hipódromo en origen que había pertenecido a la Socité des Courses de Colombes. Había sido un recinto dedicado al deporte desde el lejano 1883. En 1907 el diario parisino “Le Matin” compra el hipódromo, que pasa a llamarse Stade du Matin. Ese es sólo un paso más entre los muchos cambios -de denominación, uso y propiedad- que protagonizaría en un periplo que abarca más de un siglo. Posteriormente, en 1928, pasaría a denominarse Stade Olympique Yves du Manoir, nombre éste de un jugador de rugby, atleta, seleccionador francés de rugby, aviador y miembro del Racing Club de Francia muerto prematuramente en un accidente de aviación con sólo 23 años.
Más cambios: pasa a ser campo de rugby y de fútbol. De hecho, tiene el honor de ser el primer estadio del mundo en haber albergado los dos eventos deportivos máximos del planeta: los Juegos Olímpicos (de 1924) y el Mundial de fútbol (de 1938). Cambia de nuevo de nombre, para ser conocido como Estadio de Colombes. Acoge los partidos de las selecciones francesas de fútbol y rugby hasta 1972, cuando se construyó el Parque de los Príncipes.
Su capacidad ha ido variando con el tiempo y los usos. De cara a los Juegos Olímpicos alcanzó una capacidad de 45.000 espectadores (20.000 de ellos sentados), llegando a una máxima en su historia de 60.000 cuando se usó para la Copa del Mundo de fútbol de 1938. En realidad este récord fue superado el 5 de marzo de 1969 cuando 63.638 espectadores acudieron para ver el encuentro disputado entre el Ajax de Ámsterdam y el Benfica. Según su importancia iba bajando, su capacidad lo hizo en proporción, llegando a reducirse a 14.000 espectadores.
En los Juegos de 1924 albergó la ceremonia de inauguración, la de clausura, el atletismo, pruebas del pentatlón moderno, ciclismo en ruta, el torneo de fútbol y el de rugby. En las cercanías de este estadio también se construyeron la villa olímpica, el centro acuático y las pistas de tenis. Este estadio fue escenario de, básicamente, dos hazañas épicas para siempre recordadas: por una parte los éxitos del atleta Paavo Nurmi, el “Finlandés volador”. Aquí fue donde conseguiría las victorias en las distancias de 1.500 y 5.000 metros con apenas un intervalo de escasos 55 minutos para, días más tarde, ganar la carrera de 3.000m por equipos y la de 10km campo a través. No menos famosa fue las carreras -ya míticas sobre todo a raíz del oscarizado film “Carros de fuego”- de los 100 y 400 metros, ganadas respectivamente por los británicos Harold Abrahams y Eric Liddell.
Dos anécdotas a destacar relativas a este histórico estadio: la también recordada película “Evasión o Victoria” veía como escena culminante un partido de fútbol entre soldados nazis y un combinado de soldados aliados prisioneros. Según el guion, el partido se disputaba en este estadio, por entonces denominado de Colombes. Sin embargo, las escenas en realidad se rodaron en el Hidegkuti Nándor Stadion de Budapest. La segunda anécdota hace referencia al fútbol combinado con el torneo olímpico aquí disputado. El igualmente mítico Estadio Centenario de Montevideo, Uruguay, nombró a una de sus tribunas con el nombre de “Colombes” tras haber obtenido la selección sudamericana el oro olímpico en el torneo de fútbol.
Por desgracia, el presente de este estadio es un muy pálido reflejo de su importancia pasada. Prácticamente no quedan recuerdos de su experiencia olímpica, ni siquiera se encuentra rastro de los aros olímpicos. El tartán del atletismo ha sido en parte cubierto por el césped dedicado al rugby. Aunque ha seguido en uso (aquí juegan el equipo de fútbol del Racing de París y el de rugby del Racing Métro 92 lo ha hecho hasta la temporada 2017-18), no ha sido testigo de ningún evento deportivo destacado desde hace décadas. Incluso su futuro fue incierto, tras el traslado de uno de los equipos locales que lo han utilizado hacia otros campos. Además, el estado de sus instalaciones durante mucho tiempo ha sido lamentable, indigno de su ilustre pasado. Pero finalmente, tras una renovación, volverá a ser olímpico, albergando en los Juegos de justo una centuria más tarde -los de París 2024- el deporte del hockey.
Un comentario
Virginia
Muy interesante el artículo.