Uncategorized

JELENA DOKIĆ: SUPERVIVIENTE A UNA VIDA DE ABUSOS

Iba camino de ser todo en el mundo del tenis, pero su carrera, en la que se apreciaban brillos desde una tierna infancia, fue cortada de raíz debido a los numerosísimos y constantes maltratos físicos y vejaciones causados por su propio padre, convencido de que, cuando existe el talento, hay que llevar éste al límite, sean las que sean sus consecuencias. Jelena Dokić podría haber llegado a mucho más alto en su prometedora carrera. Así lo auguraban sus resultados siendo aún una niña, cuando se proclamó campeona nacional sub-12 con 9 años o cuando ganó con 11 un torneo sub-18, o cuando con 15 años se convirtió en la campeona más joven de la Copa Federación.

Se había iniciado en el tenis con 6 años, cuando su padre, serbio, le compró una raqueta al ver los éxitos de su compatriota Monica Seles. Jelena por no tener, no tuvo suerte ni de nacer en el sitio y el momento adecuados. Había nacido en Croacia, poco antes del comienzo de la guerra de los Balcanes. Tenía 8 años de edad cuando vio su primer cadáver, víctima de dicha guerra. Al ser su familia de origen serbio sus vecinos croatas llegan a amenazarles, incluso con tirarla a ella y a su hermano (entonces aún un bebé, enfermo de displasia) por la ventana de un 11º piso. Esa vez fue la primera en la que Jelena esquivó la muerte. Así las cosas, la familia Dokić se convierte en refugiados que huyen a Serbia con, literalmente, lo puesto (sin olvidar el par de raquetas de Jelena), conviviendo con roedores, comiendo apenas pan con margarina debido a los escasos ingresos que podía proporcionar el padre de familia.

Foto de Toby Melville/Reuters

En ese ambiente tan poco favorable Jelena va mejorando su tenis, afición ya empezada en Croacia. Llega a entrenarle -por un breve tiempo- Josip Molnar, ex entrenador de Seles. Pero cuando hay que ir a torneos el dinero no llega para más, y Jelena duerme con su padre, que ya desde entonces no se despegará de ella, en coches. Ante el panorama, en 1994 los Dokić emigran de nuevo, pero esta vez mucho más lejos: a Australia, con la esperanza de que allí el tenis de Jelena crezca y se desarrolle. Así acontece, no sin antes pasar por fases de rechazo. Pero lo que le importa únicamente al padre de Jelena es que su tenis mejore hasta poder aportar dinero. Lo hace y gana una beca de Tennis Australia. Pese a los buenos resultados que va obteniendo la jovencísima Jelena, su padre no le pasa una. Aunque gane una final por 6-0, 6-2 Jelena recibe castigo físico por esos dos puntos perdidos. No crean que se limita a un tortazo. Entramos en la descripción de los castigos, desde su infancia. Quedan prevenidos los más sensibles: Jelena recibe por parte de su padre escupitajos en la cara, golpes en la espalda con el cinturón hasta no quedarle un centímetro libre, golpes en la cabeza, tirones de pelo y de oreja, tortazos en la cara, insultos hasta límites insosospechados. Estos castigos duran horas y horas, toda la noche hasta hacerse de día. Además, obliga a Jelena a estar callada durante todo este lamentable proceso y tampoco puede beber ni comer. Como callada, testigo de todo ello, permanece imperturbable su madre, algo insólito. Vez tras vez, día tras día. Si Jelena pierde un partido su padre le prohíbe dormir en el hotel donde están. “Que se busque la vida”. Sumamos la rotura de todos sus trofeos conquistados y el dictado, palabra por palabra, de lo que tiene que declarar ante la Prensa. Durante años Jelena se ve obligada, salvo amenaza de recibir más palizas, a mentir ante la Prensa no solo negando los malos tratos a los que le somete su padre, sino hablando mal de rivales, del propio país que la ha acogido, etc.

Jelena se ve obligada psicológicamente a “poner el piloto automático” durante los partidos. Lucha fríamente en cada partido, fundamentalmente por miedo a recibir un severo castigo después por parte de su padre si no vence y, es más, si no lo hace arrasando. Paralelamente su padre cae en el alcoholismo y protagoniza una vez tras otra bochornosos espectáculos que en nada benefician a la reputación de su hija, que es ya rechazada por sus compañeras con las que, por cierto, tiene prohibido hacer amistad, ni siquiera hablar con sus compañeras de dobles fuera de los partidos.

Sí, se trata de un régimen dictatorial. Jelena, que había sido una niña feliz y vivaz en Croacia, ve cambiado su carácter. Es claramente infeliz, no podía ser de otra manera. Con el tiempo el señor Dokić se convierte en el único “entrenador” de Jelena y la acompaña en todo el circuito tenístico por el mundo.

Fotos de Reuters

En su etapa como junior llegó a ganar todo y a ser la nº1 del mundo, pero papá Dokić quiere dinero, dinero del circuito profesional de la WTA, así que la convierte en profesional con 15 años. Pero Jelena (andamos ya por 1999) se siente perdida, sin un auténtico entrenador. Los abusos psicológicos a los que le somete su padre hacen mella en ella calando el mensaje de que es “una inútil”. Y, en esas, llegan los Juegos Olímpicos a su propia ciudad de acogida y residencia: Sidney. El Comité Olímpico australiano la nombra embajadora de los Juegos, pero su padre tiene otro de sus arrebatos y la amenaza seriamente con no dejarla participar en los Juegos para volver a Yugoslavia. El peligro del boicot hacia los Juegos llega a ser serio por parte de Damir Dokić. Afortunadamente, las autoridades deportivas australianas pelean por ella y llegan a un acuerdo con el patriarca de los Dokić: Jelena no vivirá en la villa olímpica, sino en su casa, pero podrá participar en los Juegos. La insensatez de Damir Dokić llega al punto de prohibir a su mujer e hijo asistir en vivo a ver a Jelena jugar. Es más, Jelena no solo tiene prohibido asistir a la ceremonia de apertura de los Juegos, sino a verla por televisión. Tampoco le permite usar el uniforme oficial del equipo australiano. Todo en medio de declaraciones incendiarias en las que acusa sin ton ni son a todos de todo. Por fin, y gracias a la intermediación de la entrenadora del equipo nacional Lesley Bowry, Jelena puede estar en la ceremonia de inauguración. Se convierte en una de las mejores experiencias de toda su vida donde durante por unas horas pudo olvidarse del resto de su vida. Nunca se había sentido tan liberada.

A Jelena el torneo olímpico “en casa” se le da muy bien, aunque no consigue rematarlo con una medalla. En semifinales se enfrenta a la rusa Elena Dementieva, contra la que pierde en tres sets, llegando a disponer de puntos de rotura en el tercer set. Esa misma noche le esperaba una gran paliza por parte de su padre, de vuelta a casa. Aún quedaba posibilidad de ganar el bronce, pero el estado anímico al que le había dejado la paliza y su gran rival (e ídolo desde la infancia) Monica Seles lo impiden. Como resultado de ello, llega la prohibición paternal de asistir a la ceremonia de clausura, ni hablar de la fiesta posterior.

Ello marca el punto de inflexión: el patriarca de la familia obliga a todos sus miembros a retornar a Serbia y recuperar la nacionalidad, algo que Jelena no deseaba. Si la conquista de la Copa Federación a una corta edad había convertido a Jelena en un ídolo en Australia, ahora lo es pero para sus “nuevos” compatriotas serbios. La vuelta a su país de origen, no obstante, no conlleva una relajación para Damir Dokić, que ofrece bomba informativa tras bomba informativa con sus explosivas declaraciones, fundamentalmente contra Australia. Baste decir que llega a amenazar de muerte a la embajadora australiana en Belgrado. La Policía llega a tomarse en serio la amenaza, aparece en su casa y descubre todo un arsenal, incluyendo bombas. Eso le cuesta la cárcel.

Foto de Tennis Australia

Para acabar con lo que tiene que soportar Jelena no debemos omitir un detalle: le entrega todo el dinero que gana (millones de dólares en total) a su padre, absolutamente todo. Ella no tiene posesiones, viaja con todas ellas en una gran bolsa de deportes…pero tiene que pagar millonarias multas relativas a los impuestos de las ganancias (que nunca ve en realidad). Además, no solo le toca soportar a su padre, sino también a un entrenador inexperto que se demuestra absolutamente inútil con el tiempo y que hace que caiga del nº4 del mundo al 621.

Jelena cae en depresión, varias en varios años. Varios son también sus intentos de suicidio. Le duele especialmente la prohibición de poder contactar con su hermano pequeño. Aunque con 19 años por fin abandona a su padre, escapándose una noche de un hotel con la ayuda de un novio (que acabará por dejar debido a su excesivo trato posesivo), Jelena no tiene confianza en su tenis ni deseos de jugar. Su vida personal hace que pague un alto precio en su carrera como tenista. Tiene que “rebajarse” a jugar torneos de muy inferior calidad, en los que ni siquiera apenas gana partidos. Su juego llega a empeorar tanto, que ahora juega peor que cuando tenía diez años. Su servicio es tan pésimo que llega a cometer unas 30 dobles faltas por partido. Empieza a tener ataques de pánico, pero llega un momento en que se levanta. Vuelve a contratar a un entrenador que de verdad le presta atención; regresa a Australia y anuncia su deseo de competir a partir de entonces por ese país. Su mejoría empieza en 2009, cuando en el Open de Australia de ese año llega hasta los cuartos de final, tras haber superado a toda una Caroline Wozniacki en su mejor momento y a tener, después de varios años, al público Aussie de su lado. Escala cientos de puestos e incluso regresa al equipo australiano para competir en la Copa Federación. Y, cuando estaba en fase ascendente, tiene que parar debido a varias lesiones esta vez. Va de médico en médico, se opera, descansa, adelgaza (siempre fue tendente a engordar e incluso llegó a pesar 120 kilos ya retirada), pero después de meses luchando contra las lesiones éstas pueden con ella y se retira. También había descubierto tener el virus Epstein-Barr, que le causa fiebre glandular.

Jelena Dokić tuvo demasiada tortura en su vida y poca guía profesional. La disciplina exagerada dominó sus inicios, bien es cierto que dando buenos resultados. Cuando estuvo sola le faltó trabajo duro y pagó de golpe toda la tensión de años. Le faltó sobre todo positividad alrededor suyo y ayuda en un tour duro para una niña. Jelena está convencida de que muchos en el circuito sabían que sufría malos tratos, pero nadie dijo nada. Tras una nueva depresión, tras su retirada, ahora está recuperada en todos los sentidos: trabaja de comentarista, entrenadora, da charlas motivacionales y se dedica a causas benéficas. Ya no es una víctima, sino una superviviente.

Foto de Tony Marshall/EMPICS via Getty Images

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *