BART CONNER: EL BICAMPEÓN OLÍMPICO GRAN DESCONOCIDO MARIDO DE NADIA COMĂNECI
Si se pregunta a gente que no sigue especialmente el deporte olímpico ni los Juegos qué primer nombre de mujer deportista olímpica le viene a la mente muy probablemente la mayoría pronuncie el nombre de Nadia Comăneci. Se ha hablado hasta la extenuación de su famoso primer 10 en la gimnasia en Montreal 76. Algo menos -pero bastante conocida- es la historia de su huida de su país natal, Rumanía, y marcha a Estados Unidos de una forma hasta rocambolesca y de película de espías. Lo que muchos menos saben es que acabó casándose con un bicampeón olímpico, también en gimnasia, de Estados Unidos. De él, Bart Conner, hablaremos aquí, ya que ni mucho menos se limita al “gran hombre tras una gran mujer”, sino que su valía propia es suficientemente destacable.
De niño Bart Conner mostró tanta facilidad para la gimnasia que subía y bajaba escaleras en más ocasiones haciendo el pino que andando. Eso llamó la atención de sus padres, que lo apuntaron a un gimnasio. Para entonces ya mostró pasión por múltiples deportes, pero hacer el pino era lo que más le gustaba y aprovechaba cualquier mínima ocasión para realizarlo. De adolescente, cuando ya formaba parte de un club y se había apuntado en el programa de su YMCA local, completaba sus prácticas con unas barras paralelas y un caballo con arcos que sus padres habían instalado en el sótano de su casa. Antes de eso, a los 12 años, ya ganó el campeonato nacional junior y a los 17 se convirtió en el miembro más joven del equipo olímpico de Estados Unidos.
Con 19 años ganó dos títulos a nivel mundial -el caballo con arcos en la Copa del Mundo y las barras paralelas en el Mundial-. Con ello hizo historia, pues le convirtieron en el primer gimnasta de su país en conseguir esos logros. Con el tiempo puede afirmar ser el único gimnasta estadounidense en haber ganado medallas de oro en todos los niveles, tanto nacionales como internacionales. Y es que ha sido campeón nacional, universitario, mundial, de los Juegos Panamericanos, de la Copa del Mundo y, finalmente, campeón olímpico.
Aunque logró su plaza para tres Juegos Olímpicos no pudo competir en los de Moscú 80 debido al boicot realizado por su país. Pero sí estuvo presente tanto en los de Montreal 76 (donde no, no conoció a la que se convertiría en su mujer) y en los de Los Ángeles 84, donde conseguiría la gloria del oro olímpico en dos ocasiones. Esos oros corresponderían a la competición por equipos y a las barras paralelas. Este último oro sería el primero para un gimnasta masculino de su país en 80 años. Sería en su ejercicio que le llevó al oro donde exhibió un movimiento propio creado por él, el llamado “giro Conner”. Consiguió una nota perfecta de 10 en ese ejercicio. Conner tuvo especial mérito, pues venía de una seria lesión en el bíceps, que se había roto en dos ocasiones.
La vida de Bart Conner ha estado siempre ligada a la gimnasia, de una manera u otra, aunque se sacara el título de Periodismo el mismo año en el que consiguió sus dos oros olímpicos. Bien sea como comentarista televisivo de la gimnasia, bien sea como entrenador, bien sea creando con varios socios una empresa de suministros gimnásticos, bien creando su propia academia de gimnastas, su implicación sigue presente. Esa misma academia (la Bart Conner Gymnastics Academy) ha entrenado a un millar de gimnastas de todos los niveles, llegando algunos de ellos al equipo nacional de Estados Unidos. No le ha faltado crear una revista -”Gymnast”- dedicada por entero al mundo del deporte que tanta gloria le produjo. También trabaja, junto a su afamada esposa, como speaker motivacional dando charlas e incluso juntos han participado en el libro “Despertando al olímpico que llevas dentro” con un capítulo de su cosecha propia.
Parece obligado que contemos, aunque sea brevemente, cómo llegó a relacionarse con la “reina de Montreal 76”, la que es ahora su mujer, Nadia Comăneci. Cuando la gimnasta rumana desertó de su país, huyendo por la frontera, mantenía una relación abusiva con el que le ayudó en la huida. Al año siguiente Conner se enteró que un programa de televisión iba a entrevistarla y contactó con el productor para poder participar en el programa. Conner percibió el temor que por entonces tenía Comăneci hacia su compañero de entonces, y se ofreció a ayudarla. Así lo hizo, pero durante un año simplemente mantuvieron el contacto de forma telefónica. Pasó un tiempo y varios hechos acontecidos a amigos comunes les volvieron a unir. Al cabo de poco acabaron casándose, en una boda multitudinaria en Bucarest televisada a toda Rumanía, teniendo la recepción nupcial en el mismísimo palacio presidencial. Esta fue la historia que unió a dos estrellas de la gimnasia olímpica, donde sería incorrecto desdeñar, en este caso, a la parte masculina de la pareja, quien no solo con sus dos oros olímpicos, sino con su gran labor posterior merece un reconocimiento.
2 Comentarios
Virginia
No conocía la historia, es muy interesante.
Jesus
Con lo que he comentado con Nadia, sobre Bart, las entrevistas que he visto de él. Es un hombre realmente de gran valía, y tiene un enorme corazón, sobre todo los deportistas con discapacidad. Realmente a mi me transmiten una pareja como pocas.