Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 70: EL ESCÁNDALO DE LA FINAL FEMENINA DE PATINAJE DE SOCHI 2014

Sochi 2014: Los quizá Juegos Olímpicos más polémicos por el afán del presidente del país organizador en ganar el mayor número de medallas posibles. Ese deseo, plausible y lógico, se convirtió en exagerados intentos incluso fuera de la norma como se demostró años más tarde. Un ejemplo de ello podría ser la final femenina de patinaje artístico, aunque aquí no estuvo involucrado el dopaje, como ocurrió en otras modalidades deportivas. Pero, como se sabe, en el patinaje artístico intervienen las puntuaciones de jueces. La representante rusa tenía que ganar -algo que nunca antes había conseguido una compatriota en Juegos Olímpicos previos- y así acabó ocurriendo.

Yuna Kim, la surcoreana que era la vigente campeona y venía de ganar la previa edición del Mundial, era la máxima favorita. La seguía la siempre elegante italiana Carolina Kostner (subcampeona mundial en ese momento) y una pléyade de patinadoras estadounidenses con garantías compuesta por Ashley Wagner, Gracie Gold e incluso Polina Edmunds. La mayor esperanza local era Yulia Lipnitskaya, que ya había conseguido el oro por equipos pocas jornadas antes.

Pero no fue Lipnitskaya, muy querida por el público ruso -y, en realidad, admirada por espectadores de todo el mundo- la que ofrecería a Rusia la alegría de ser la primera patinadora de su país en ganar el oro femenino individual en Juegos Olímpicos. De repente, una semidesconocida llamada Adelina Sotnikova, que entonces contaba con 17 años, y que sólo había debutado como senior esa misma temporada (aunque ya había subido al podio en campeonatos Europeos) dio la campanada.

Tras el programa corto quien iba en cabeza no sorprendió a nadie, pues se trataba de Yuna Kim, pero Sotnikova se había hecho con la segunda plaza, seguidas de Kostner, Gold, Lipnitskaya, Wagner y Edmunds. El bombazo iba a darse en el programa libre. En él salió a la pista de hielo primero -de entre las primeras clasificadas- la local Lipnitskaya, de tan solo 15 años. A ella le iba a afectar la presión local y sufrió una caída durante su interpretación. Luego le tocaba dar el do de pecho a la italiana Kostner, veterana en mil batallas pero aún sin medalla olímpica alguna al cuello. Brilló en su interpretación del “Bolero” de Ravel, que le otogó una puntuación de 142.61 puntos, tras haber realizado seis saltos triples. No fue el día de las patinadoras americanas que, aunque digno, su papel no fue excelso sobre la pista del Palacio de patinaje Iceberg de la localidad rusa.

Foto de Robert Deutsch-USA TODAY Sports

Llegó el turno de la última esperanza para los locales. Sotnikova realizó un programa sin fisuras, animada sin parar por el público ruso. La jovencísima patinadora realizó siete triples. Su nota fue de 149.95. Acabó siendo superior que Yuna Kim, que con sólo un triple menos, pero con componentes y elementos artísticos e interpretativos considerados en general superiores a la rusa (mismo caso que la italiana, a ojos de expertos) debió de totalizar una suma mayor que la de la rusa. No fue así. Ni siquiera resultó una puntuación ajustada, pues el total ofrecía primera a Sotnikova con 224.59 puntos frente a los 219.11 de Kim (y 216.73 de Kostner). ¿Qué había ocurrido?, se preguntaba el público mundial desde sus casas que seguían la transmisión televisiva. Ante el delirio local, las dudas dominaban al resto de seguidores del patinaje. A partir del momento en que se conocieron las notas se desató una grandísima polémica, que se desarrolló, resumidamente, así:

En primer lugar comentaristas y periodistas de todo el mundo elevaron sospechas de puntuaciones elevadas hacia la rusa. En una época donde ya estaban desarrolladas las redes sociales éstas clamaron en contra del resultado final. Lo hicieron con tanta fuerza que batieron el récord de la famosa plataforma Change.org para reclamar en masa la revisión de las notas y, de paso, cambiar el sistema general de puntuación. En menos de 48 horas se recogieron casi dos millones de firmas, en concreto 1.954.000 aunque es verdad que el 90% procedían de Corea del Sur, patria de Yuna Kim. Según fuentes del portal, en las primeras horas llegaban 100.000 firmas por hora. Otras páginas, como YouTube también abundaban en protestas, mostrando vídeos en paralelo de las actuaciones de las dos patinadoras en litigio.

A nivel federativo la ISU se vio en la obligación de declarar, días más tarde, que al no haberse presentado ninguna protesta oficial en los 30 minutos siguientes, no se hizo nada al respecto. En la misma declaración subrayó su apoyo a los jueces. Pero precisamente en la elección de los jueces en la final femenina de Sochi puede que esté el quid de la cuestión. De los nueve jueces que componían el panel, cuatro podrían considerarse del antiguo “bloque soviético”, mientras que a los que no lo eran les había correspondido puntuar el programa corto. Sobre todo despertaron sospechas dos jueces: el ucraniano Yuti Balkov, por haber sido suspendido por un año por haber amañado las puntuaciones en los Juegos de Nagano 98 en la categoría de danza y la rusa Alla Shejovtsova, por ser la mujer del presidente de la Federación Rusa y haber acudido a abrazar a Sotnikova en plena competición. Mes y medio después de la polémica final (el 10 de abril) el Comité Olímpico Coreano elevó una queja por la composición del jurado, pidiendo una investigación al efecto. Días más tarde lo hicieron específicamente contra Shejovtsova y la Federación Rusa de patinaje. No prosperaron, ante lo cual se plantearon apelar ante el Tribunal de Arbitraje del Deporte (CAS).

Foto de Ryan Pierse/Getty Images

Entre tanto, ni las redes sociales, ni la prensa ni ex patinadores callaban. Las únicas que se mantenían en silencio eran las propias protagonistas de la polémica. En “New York Times” publicó al poco de producirse la final un pormenorizado esquema comparativo de las actuaciones de ambas. La conclusión a la que llegó es que Sotnikova recibió notas técnicas más altas en justicia pues, por ejemplo, la rusa realizó una exigente combinación de triple toe loop que no hizo la coreana, así como que Kim no había atacado el doble axel o el triple loop. Sin embargo, El “USA Today” se volcó en la injusta composición geográfica del panel de jueces. Otros periodistas especializados consideraron que las notas de Sotnikova fueron infladas tanto en el programa corto como en el largo, poniendo como uno de los múltiples ejemplos que la rusa realizó un claro error en uno de sus saltos o que uno de sus triple lutz lo hizo con el filo erróneo en su despegue, así como que su triple toe loop no tuvo la suficiente rotación. Incluso un experto (el patinador retirado Tim Gerber) llegó a escribir a la ISU sobre esta puntual acción, así como que a Kim se le dio el nivel tres en su secuencia de pasos cuando debería haber alcanzado el nivel cuatro.

Patinadores ya retirados entraron en la polémica. La mismísima Katarina Witt declaró sentirse “alucinada” y “no entender la puntuación dada”. Kurt Browning declaró su incredulidad ante la cercanía de puntos en los componentes entre Kim y Sotnikova. Precisamente la mayoría de los expertos hacían hincapié en este aspecto: para muchos ni Kim ni Kostner deberían haber obtenido notas tan bajas respecto a la rusa en coreografía, elementos artísticos y habilidad sobre el hielo. Jamie Sale, patinadora canadiense que sufrió en sus propias carnes la injusticia en de las puntuaciones en los Juegos de Salt Lake City fue contundente: “He visto la final femenina y estoy en absoluto desacuerdo con las puntuaciones. ¿Y ahora qué, ISU?”. La impresión general era que el programa libre de Sotinikova incluía una mayor dificultad técnica, pero que la parte artística era menor respecto a sus dos inmediatas perseguidoras.

Hubo dos consecuencias claras a raíz de este escándalo: por un lado la ISU modificó en algo el sistema de puntuaciones. Tras diez años siendo anónimas, aquéllas volverían a mostrar qué juez ha dado qué puntuación. Por otra parte Adelina Sotnikova desapareció del panorama del patinaje, sin hacer absolutamente nada tras su éxito olímpico. Se fue como llegó: de la nada a la nada. Entre lesiones que le hicieron pasar en blanco temporadas enteras, retiradas en medio de pruebas oficiales, algún que otro puesto intermedio en alguna prueba internacional y algún otro más destacado en pruebas de muy inferior categoría el ángel de Sotnikova se escapó. No se la vio ni muchísimo menos al nivel que ofreció en los Juegos de Sochi, incluso cuando pasó a entrenarla el gran Evgueni Plushchenko. Finalmente, se retiró, no sin antes haber sido acusada de ser sospechosa de dopaje.

Foto de Getty Images

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