Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 25: EL ERROR GARRAFAL QUE LE COSTÓ UN ORO A SVEN KRAMER

A veces no vence el mejor…y a veces tampoco lo hace el que llega primero. Y no nos referimos a descalificaciones por positivos por dopaje sino por errores de novato impropios de grandes campeones. Y, sin embargo, también los grandes campeones son humanos. La máquina holandesa del patinaje de velocidad Sven Kramer, estrella indiscutible de ese deporte, cometió un error garrafal que le provocó un claro oro menos a contar en su abultado palmarés.

Ocurrió en los Juegos de Vancouver 2010. De todos es sabido que los Países Bajos son LA potencia indiscutible del patinaje de velocidad. Kramer constituía una de sus mayores figuras. Ya había sido olímpico en los anteriores Juegos, disputados en Turín. Su bagaje allí era “pobre” (muy entrecomillado) para lo que se pide a un patinador de esas tierras. Había competido en cuatro pruebas con dos resultados escasos (15º en los 1.500 m y séptimo en los 10.000) y con dos medallas, sin ser ninguna de ellas la de más lustre (plata en los 5.000 m y bronce en la persecución por equipos). Pero es que Kramer por entonces todavía era demasiado joven y falto de experiencia. Fue justo a partir de esos Juegos cuando se inició un ascenso imparable en el que prácticamente solo se cuentan primeros puestos en todos los grandes campeonatos que disputaba. Eso hizo que, para cuando viviera su segunda experiencia olímpica, ya lo hiciera como un claro favorito a ganar en todo lo que corriera. De hecho, en ese año olímpico de 2010 Kramer se convirtió en el primer patinador de la historia en ganar cuatro mundiales consecutivos allround  (compendio de todas las pruebas en las distintas distancias) y ocho campeonatos allround internacionales consecutivos.

Bien, ya tenemos a Sven Kramer a punto de tomar parte en la final olímpica de los 10.000 metros. El campeón se decide tras la actuación de todos los participantes en tandas de dos (no caben más en la pista). Como es lógico, el que lo haga en menos tiempo es el ganador. Los dos patinadores que compiten a la vez se van turnando en las calles interna y externa del circuito oval para que hayan recorrido la misma distancia. Una vuelta la interna y otra la externa. El punto de entrar o salir en una calle u otra se determina por unos conos indicativos. Los 10.000 metros constituyen la distancia mayor que se disputa. Los patinadores, que cuentan con pocas referencias de tiempo al no competir todos a la vez (al estilo de una contrarreloj en ciclismo) tienen que procurar patinar a toda velocidad pero a la vez, al tratarse de una carrera de fondo, dosificar sus fuerzas. Luchan más contra el cronómetro que contra sus propios competidores, casi invisibles en el momento en que patinan. La concentración es máxima, porque una leve distracción o bajada en su ritmo hará variar el resultado y la posición final, que puede definirse por milésimas.

Foto de CNN

La labor de los entrenadores se convierte en fundamental. No son solo gritos de ánimo los que transmiten a sus pupilos, sino que marcan el propio ritmo del patinador. A modo de timoneles en el remo, les prestan indicaciones de tiempos y les marcan lo que tienen que hacer en cada vuelta. Una de sus misiones es indicar a los patinadores cuándo deben hacer el cambio de carril. En la final de Vancouver de los 10.000 metros Sven Kramer cometió un error que resultaría garrafal: desconfió de su propio instinto y se fió a ciegas de su entrenador, Gerard Kempers. Kempers, un ex patinador que ya sabía lo que era ganar una medalla olímpica, era un exitoso entrenador, hasta el punto de ser elegido entrenador del año en los Países Bajos en 2006. Por eso se explica aún con mayor dificultad cómo un entrenador tan experimentado como él y de ese nivel pudo cometer el error que realizó.

Un error que le costaría a Kramer el disgusto de su vida y la imposibilidad de redondear un brillante palmarés.  ¿Qué cuál fue el tremendo error? Tras 16 vueltas al Óvalo Olímpico de Richmond todo iba como debiera: Kramer líder claro, superando además cada vez más la línea del récord del mundo, pero en ese instante el entrenador Kempers indicó a Kramer el carril erróneo. El propio patinador estaba a punto, instintivamente, de seguir la trayectoria correcta, pero confió en la experiencia de Kempers, quien se dio cuenta inmediatamente después de cometido el fallo que se había equivocado. Ya era tarde. El patinador holandés prosiguió con su carrera. Al llegar a meta su tiempo marcaba no solo un nuevo récord olímpico, sino una diferencia abrumadora sobre el siguiente: más de cuatro segundos. Kramer agitaba los brazos a modo de victoria después de traspasar la línea final. Se creía, en toda lógica, ganador y, por consiguiente, campeón olímpico. Entonces su entrenador se le acercó y le dio la mala noticia: iba a ser descalificado por su error. Sven reaccionó mal, lanzando sus gafas protectoras. Las imágenes de televisión captaron la evidente tensión que hubo entre los dos durante los minutos siguientes. No se sabe a cuál de los dos les produjo un disgusto mayor. Kempers declaró que su mundo “se había colapsado”. El pupilo, por su parte, se mostraba claramente furioso: “Esto apesta. Es un error realmente caro. No se puede explicar”. Pese a ello, entrenador y patinador continuaron con su relación profesional y pudieron disfrutar de muchas medallas ganadas en el futuro.

Lo curioso es que Kramer, tras ganar antes la carrera de los 5.000 metros, fue abordado por un periodista norteamericano que le preguntó su nombre, nacionalidad y qué carrera acababa de ganar, a lo que el patinador no solo se negó a responder, sino que le dijo: “¿Es usted estúpido?” (con todo derecho, todo hay que decirlo). ¿No se sentiría Sven Kramer como un estúpido tras la carrera de los 10.000 metros?

Foto de AP Photo/Chris Carlson
Foto de AP Photo/Chris Carlson

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *