Legendarios

VLADIMIR TKACHENKO: TAMBIÉN LAS TORRES ALTAS CAEN

A veces uno es una estrella deportiva a nivel mundial, ídolo para tus compatriotas a los que has dado triunfos deportivos –incluyendo medallas olímpicas- y acabas medio subsistiendo. Y esto pasa en todos los países, incluso en los de larga trayectoria deportiva, con un palmarés inmejorable a las espaldas. La “víctima” de hoy es un gigantón de 2,20 metros nacido en 1957 en Ucrania: Vladimir Tkachenko (o Tachenko). Dueño y señor de la zona del baloncesto, componente clave de una poderosa selección de la entonces URSS que contaba con otros grandullones como Sabonis (2,20 como él) o Alexander Belostenny (2,14 “mi hermano”, como lo denomina Tkachenko), amén de los lituanos Kurtinaitis, Homicius y Iovaisha, el letón Valters, el ucraniano Volkov o el uzbeco Tikhonenko o Tarakanov, Marchulenis y otros míticos componentes de una inolvidable selección.

Nuestro protagonista, tras ganar todo con su equipo, el del ejército soviético TSKA (ahora se le denomina CSKA) y ser dos veces bronce olímpico (y eso que le pilló de lleno el boicot soviético a Los Ángeles 84), trimedallista en Mundiales y multimedallista en campeonatos Europeos, fue tentado por la mismísima NBA. Pero Vladimir se quiso mantener fiel a su país en unos tiempos en los que imperaba la Guerra Fría.

Tkachenko estaba aquejado de gigantismo. Eso le hacía tener un aspecto imponente que daba miedo a los rivales. Y no sólo a los rivales. Es célebre la anécdota de cómo un día que estaba enfermo no acudió a un entrenamiento. Estando pues en casa pilló a un ladrón que entraba en su domicilio. Al salir el pivot, aquél se asustó hasta el punto de saltar desde un tercer piso.

No todo, sin embargo, fue fácil para el ucraniano. Tuvo que retirarse por los tremendos dolores de espalda, molestias en la cadera, pinzamientos en la columna y, sobre todo, problemas de ciática. Entonces comenzó su calvario económico. Tuvo que trabajar en el departamento de carga del aeropuerto de Moscú. Las cosas le iban tan mal que incluso su antiguo compañero de selección y máximo rival en la liga soviética (uno en el TSKA de Moscú y otro en el Zalgiris de Kaunas) Sabonis le tenía que ayudar proporcionándole zapatillas del número 56. Algo le ayudó también su etapa en la ACB española, a la que llegaría una vez caído el Telón de Acero. Tkachenko jugó en el Guadalajara, ya en el ocaso de su carrera. Ello le ha permitido ser requerido en España para algunos eventos publicitarios.

Algunas de las penurias de este baloncestista tuvieron su causa en el particular sistema soviético. Como deportista de élite podía viajar a las distintas competiciones; era entonces cuando él y sus compañeros aprovechaban para comprar productos que escaseaban en la Unión Soviética y revenderlos más caros. Pero en cierta ocasión fue pillado, así que le tocó ser castigado. Como era un campeón del deporte e incluso capitán del ejército soviético (por pertenecer al TSKA) su castigo se “limitó” a trabajos sociales. ¿Qué tuvo que hacer?: ser telefonista para los taxis moscovitas. Curioso final para un ídolo que, pese a su temible aspecto, era famoso por la caballerosidad que tuvo siempre con los contrincantes. Nuestro héroe siempre cayó bien, no fue objeto de ninguna mala palabra. ¿Justicia poética que haya acabado dando nombre a un grupo musical (los zaragozanos Tachenko)?.

2 Tkachenko

Un comentario

  • Virginia

    Me da mucha rabia que deportistas que han enirgullecido a su país cuando acaban su carrera deportiva son olvidados por los que se hacían fotos y presumía de sus triunfos, no sólo en la URSS.

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