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DMITRI BILOZERCHEV: EL CAMPEÓN MALOGRADO

El considerado más grande gimnasta de la historia nunca fue campeón olímpico individual. Hablamos del entonces soviético Dmitri Bilozerchev. Su historia es increíble.

El jovencísimo Dima prometía mucho cuando consiguió ser campeón soviético, europeo y mundial –en este orden- con sólo 16 años, en 1983. En el Campeonato Mundial logró una impresionante puntuación de 59.85 puntos de 60 posibles. La Unión Soviética, tan poderosa en el deporte de la gimnasia, ya tenía en su seno al nuevo rey de los aparatos. Pero Dmitri se topó con la fatalidad por primera vez: cuando lo tenía todo para convertirse en campeón olímpico su país boicoteó los Juegos de Los Ángeles 84. Un ciclo olímpico perdido. “Bueno, Seúl serán mis Juegos”, debió de pensar Dima.

Y entonces, nueva fatalidad del destino, aunque en esta ocasión él interviniera en gran medida en ella: en 1985 Dmitri coge el coche diez días después de sacarse el carnet de conducir. Se va sin permiso del centro de entrenamientos. Había bebido demasiado champán. Se accidenta y, a consecuencia de ello, se rompe la pierna por 40 sitios distintos. Las autoridades soviéticas intentan silenciar los detalles y achacan el accidente a la fuerte lluvia. La herida fue tan severa que los médicos consideraron seriamente amputarle la pierna; si no lo hicieron fue únicamente por su condición de campeón y posible gran baza soviética para unos futuros Juegos Olímpicos.

Dima se empeña fuertemente. Afirma que si puede volver a andar podrá también volver a competir. Califica lo ocurrido de “fuerte castigo y lección de vida”. Sorprende a entrenadores, público y a sí mismo y regresa a la competición y empieza su vuelta a lo grande ganando el reñido campeonato soviético sólo dos años tras el accidente.

Ya estaba todo dispuesto para que se convirtiera por fin en campeón olímpico. “Sports Illustrated” le califica como favorito en Seúl 88. Su técnica y estilo, que maravillan a todo el mundo, deben ser recompensados, por no hablar del esfuerzo sobrehumano que ha sufrido en horas y horas de recuperación. Pero la fatalidad se vuelve a cebar en Bilozerchev. Comete sólo un error en barra fija que le costó 0.5 puntos. “Sólo” pudo ser bronce, tras sus compatriotas Artiomov (que le aventajaría con una escuálida diferencia de 0.150 puntos) y Liukin. Sí que ganaría oros olímpicos en la competición por equipos y en anillas y caballo con arcos.

Bueno, nos queda Barcelona 92, ¿verdad? Pues no: Bilozerchev fue expulsado del equipo soviético (justo entonces se convirtió en Equipo Unificado por la convulsa situación de la ex URSS) por sus problemas con el alcohol, “corromper a otros miembros del equipo” y por no seguir a rajatabla la política de entrenamientos. Dima siempre fue un díscolo.

Nuevo ciclo olímpico privado de Juegos para el grandísimo gimnasta. Harto ya, se va a comienzos de los años 90 a Estados Unidos, abandona a su esposa patinadora y a su hijo y acaba entrenando en Norteamérica y casándose con una rusa coreógrafa y siendo nuevamente padre. Hoy en día ha declarado: “Todo va bien en mi vida y disfruto mucho con mi trabajo de entrenador”. El destino le privó de medallas y a nosotros de verle dominar diversos Juegos Olímpicos pero es indudable que dejó una enorme huella en este estético deporte.

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