Camino a París,  Los otros olímpicos

LOS ESPECTADORES DE PARÍS 2024: EL COLORIDO DE LOS JUEGOS

Color. Ambiente. Banderas. Gritos de ánimo. Ovaciones. Aplausos. Todo eso y más han proporcionado en los Juegos Olímpicos de París el más de un millón de espectadores que acudieron desde todos los rincones del mundo no solo para apoyar a sus deportistas, sino a todos en general. Animaban como al que más a los gimnastas que se caían de los aparatos, a los remeros cuyas embarcaciones llegaban muy retrasadas, a todos los deportistas que, en fin, habían hecho el esfuerzo de llegar a unos Juegos para dar espectáculo.

Elegimos de entre todos los espectadores a unos cuentos de diferentes partes del globo. Seguro que tenían mucho en común pero queríamos ver qué les llevó a viajar hasta la capital francesa para disfrutar de una experiencia única.

Isabel es brasileña. Ha viajado con familiares desde tan lejos ex profeso para vivir por primera vez en su vida unos Juegos Olímpicos, ya que se perdió los celebrados en su país en 2016. De paso se ha encontrado en París con otros familiares que ahora viven en Irlanda, por lo que la cita olímpica ha servido también de reencuentro. La/les encontramos en el remo, animando como locos a un participante compatriota suyo hasta el punto de pensar que le conocían personalmente, pero no, simplemente han aportado su apoyo a otro brasileño. Además del remo tienen entradas para voleibol, voley playa y tenis. No nos asombra esta elección de deportes, dada su procedencia. “Nuestro deporte favorito es el voleibol porque Brasil es muy buena”. Es su primera visita a Europa. “Creo que estos Juegos van a ser genial, estamos todos muy emocionados”, nos cuenta entusiasmada Isabel.

Nos encontramos con una pareja de belgas viendo a su potente selección de hockey femenino. Son Limsy y Francie. Ellos no han tenido que desplazarse tanto ni muchísimo menos. Se han acercado a París para apenas tres días, pero no descartan hacerlo más veces. Además de disfrutar con la victoria de su selección, a la que apoyan a rabiar durante todo el encuentro (no les falta detalle en su indumentaria, incluso las cintas que ella se coloca en su coleta llevan los colores nacionales), tienen entradas para el bádminton, ya que es el deporte favorito de Limsy. Apoyarán a los jugadores belgas, “pero también me encanta el danés Viktor Axelsen”, nos cuenta ella. Su pareja prefiere el ciclismo y está entusiasmado porque el día anterior a cuando coincidimos con ellos su país ciclistas belgas han ganado el oro y el bronce en la prueba contrarreloj.

Katie y Coskie sí que vienen de lejos, de Estados Unidos concretamente. Han tenido que ahorrar durante un año para pagarse este viaje que, como otros muchos compatriotas suyos -quienes, por cierto, y a pesar de la lejanía, suponen la nacionalidad más abundante entre los espectadores olímpicos tras los locales- han aprovechado para hacer turismo. En París están seis días, viendo un montón de competiciones (doma, natación, waterpolo, voley playa y gimnasia artística, donde las encontramos) pero antes han pasado una semana recorriendo varios puntos de Francia, de entre los que nos destacan Normandía y el Mont Saint Michel. Su prioridad era ver a Simone Biles, cosa que han conseguido pero, ya que estaban, se lanzaron a ver otros deportes. Se hicieron con sus primeras entradas hace un año y las últimas las compraron en la reventa oficial días antes. “Nos han encantado los Juegos, están muy bien organizados, el transporte es muy rápido…El único inconveniente ha sido el calor. Queremos destacar que todo el mundo ha sido muy amable y los trabajadores de las estaciones ayudaban mucho con las indicaciones, facilitándonos las cosas”, dicen entusiasmadas. No quieren faltar a la siguiente cita olímpica, puesto que será en su país (aunque ellas viven en la Costa Este). Ya se han puesto a ahorrar…

Otro que viene desde lejanas tierras es Tsun Don, surcoreano. Nos topamos con él en el tiro con arco, como no podía ser de otra manera, ya que su país es la primera potencia mundial en este deporte pero no, él prefiere el fútbol o soccer, como él lo llama. Ha comprado entradas para esta modalidad, así como para el voley playa, seguramente atraído por la espectacularidad de la sede. Por cierto, que ya puestos ha subido a la Torre Eiffel y ha visitado el museo del Louvre, algo que seguramente han hecho muchos otros espectadores de estos Juegos. También tuvo oportunidad de seguir la prueba de ciclismo en ruta y fue testigo del tremendo entusiasmo popular entre sus espectadores “con todo el mundo gritando”, nos dice. Como las aficionadas estadounidenses, alaba la organización de los Juegos: “No he tenido ningún problema durante los Juegos y he de decir que todo el mundo ha sido muy amable conmigo. He sentido además mucha seguridad durante los Juegos”.

Mario Ruiz es español, de Córdoba para ser más exactos, aunque vive en Irlanda. Desde allí ha llegado solo a París para vivir sus primeros Juegos Olímpicos, aunque en la capital gala ha ido viendo competiciones (adquirió muchas entradas para todo tipo de deportes) con diferentes amigos. Conoce muy bien Francia, París y los parisinos y por eso le ha sorprendido el ambiente: “Creía que iba a estar un poco enrarecido y para nada”. De hecho subraya “la animación en los estadios en deportes como el balonmano o el bádminton, que creía que iba a ser una atmósfera parecida al tenis, y en absoluto. Estos Juegos han superado mis expectativas”. Mario es un apasionado del deporte. En su adolescencia practicó el atletismo llegando a tener buen nivel y ahora lo ha retomado, participando en carreras populares y también jugando al fútbol. Su relación con los deportes no se queda ahí, pues ha estado de voluntario en muchas y destacadas competiciones deportivas. Ahora que vive la máxima competición -los Juegos Olímpicos- como espectador, destaca la labor de los voluntarios con los que se ha encontrado: “Me han hecho sentir muy bienvenido, un ambiente muy relajado, jugando muy a favor de la gente. Se notaba que le habían puesto mucha pasión a lo que hacían y  a acoger a todo el mundo desde fuera; animaban, si hacías una cola hacían para que te lo pasaras bien…”. Mario no se limitó a París, sino que también acudió a la subsede de Lille: “Puedo decir que allí había muchísimo ambiente, incluso el centro de la ciudad estaba tomado por actividades deportivas”.

Son solo unos pocos casos de esos cientos de miles que han llenado estadios en todo tipo de deportes y han aportado colorido, han cantando, han animado, se han disfrazado, han dado esa pincelada extra que los deportistas echaron en falta desgraciadamente en la anterior cita olímpica por causas de fuerza mayor. En París 2024 se han desquitado. Han venido, se han hecho ver y han sido fundamentales para el perfecto desarrollo de los Juegos.

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