Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 113: UNA REMERA AUSTRALIANA DEJA DE REMAR EN PLENA FINAL OLÍMPICA EN ATENAS 2004

La remera australiana Sally Robbins protagonizó durante los Juegos Olímpicos de Atenas una acción que desató un escándalo monumental en su país y que afectó también a otras personas. Durante la final de esa cita olímpica de la prueba de ocho con timonel Robbins dejó de remar y se recostó sobre la compañera que tenía detrás. Si este hecho ya es de por sí excepcional por lo inhabitual fue especialmente sangrante al producirse cuando la embarcación australiana ocupaba una plaza que la acercaba a los puestos de podio y el hecho de contar con una remera menos desplazó al equipo fuera de los puestos de medalla. A mitad de carrera las australianas iban terceras. 500 metros más tarde ocupaban la quinta posición a tres segundos de las primeras, las rumanas. Poco después, a falta de 400 metros para la meta, Robbins dejó de remar y, como dijimos, se tumbó encima de la compañera que ocupaba el puesto detrás suyo, Julia Wilson. Finalmente las Aussie acabaron últimas.

Lo que ocurrió al finalizar la carrera fue un pandemonio de críticas a voz en grito de algunas de sus compañeras hacia Sally Robbins. La cuestión es que esta no era la única vez en que Robbins había realizado algo así. En el Mundial de 2002 disputado en Sevilla realizó la misma acción, en aquella ocasión en la competición de 4 scull. De nuevo ese hecho le costó la medalla a Australia, pues iban liderando la carrera y fue también a falta de 400 metros cuando Robbins dejó de remar, lo que hizo que acabaran en cuarto lugar, fuera del podio. Posteriormente una compañera de Robbins, Kyeema Doyle, llegó a afirmar en un juicio -porque sí, el asunto de lo ocurrido en los Juegos de Atenas llegó hasta los tribunales- que Robbins había hecho este gesto hasta en siete ocasiones estado Doyle compitiendo en una embarcación con ella.

Lo que se desató en la prensa. Foto de AFP

La pérdida de una posible medalla olímpica (en Atenas 2004) por culpa de un hecho tan insólito llenó las páginas y los minutos de la Prensa australiana, achacando a la remera de padecer “debilidad mental”. Lo cierto es que Robbins, al haber tenido este problema de agotamiento máximo en el pasado, había trabajado con médicos y psicólogos para superarlo. Se le llegaron a realizar pruebas médicas que mostraron que sus músculos acumulaban ácido láctico (lo que impide la función de los músculos) con demasiada rapidez y que ésa era la causante de su fatiga. Ese factor unido a la ansiedad que produce un evento tan importante como una cita olímpica o mundial habría producido un grado extremo de cansancio en la deportista.

Entonces se cargaron las culpas al seleccionador por elegir a una remera que ya había presentado problemas tan graves en el pasado. Pero la prensa también se ensañó con la deportista y la apodaron “Lay down Sally” (=Sally la rendida). Curiosamente, en el perfil de la página oficial de la Federación Australiana de Remo Robbins afirma que su lema es “Nunca rendirse a los sueños”.

Ridiculizada por la Prensa y criticada abiertamente por sus compañeras, fue tan solo defendida por John Coates, entonces al frente del Comité Olímpico de su país, el cual reprochó a las compañeras que habían vituperado el comportamiento de Sally durante la final: “Básicamente en nuestro equipo no rajamos de nuestros compañeros”, les dijo, y las castigó sin poder salir de sus habitaciones de la villa olímpica desde las ocho de la tarde. Robbins, por su parte, alegó que había superado sus límites de presión y que simplemente la fatiga impidió que pudiera mover un músculo, que se encontraba aturdida y ni podía contestar a los reproches de sus compañeras. Dichas compañeras autojustificaron sus gritos hacia Robbins negando ser unas “villanas”, sino que tuvieron una “reacción natural y justificada” debido al estrés y al estado emocional en el que se encontraban. Vamos, lo que se llama “hablar en caliente”. Sobre todo este asunto llegó a opinar el Primer Ministro John Howard, aunque no se decantó por ninguna parte, declarando: “No estaba allí y puedo entender la pasión, la emoción y el esfuerzo que se pone en estos casos y la decepción que puede sentirse, pero no tomaré parte por nadie”.

Robbins llegó a afirmar en esos días que aspiraba a volver a ganarse la confianza de sus compañeras y poder volver a competir junto a ellas. No fue así. En la siguiente cita olímpica de Pekín 2008 Sally Robbins quiso entrar en el equipo olímpico pero no logró los tiempos mínimos exigidos para poder entrar en la escuadra. Más tarde se pasó al ciclismo profesional aunque actualmente dirige un gimnasio en Brisbane donde enseña yoga.

Un comentario

  • Virginia

    Ay que papelón, si no estaba preparada mentalmente no tendrían que haberla dejado competir porque lo pasaron mal todos,ella con sus problemas y el equipo viendo como perdían por una situación que no comprendían.

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