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SHAUL LADANY: EL MARCHADOR QUE SOBREVIVIÓ AL HOLOCAUSTO Y A LA MASACRE DE MÚNICH 72

Repasando su vida no sabemos si el marchador olímpico Shaul Ladany ha tenido mucha suerte en ella o ha estado marcado por la mala fortuna. Porque Ladany ha sufrido los mayores reveses que puede uno sufrir a nivel de supervivencia (campo de concentración y atentado terrorista) y los ha superado. Es un superviviente nato.

Shaul Ladany nació en Belgrado en 1936. Cuando empezaron los ataques en forma de bombas en su ciudad durante la II Guerra Mundial tuvo que huir siendo aún muy niño junto a su familia, que era judía. Los bombardeos constantes de la Luftwaffe le aterrorizaron, pero Shaul confiesa que después de pasar por esos momentos de pánico dejó de tener miedo el resto de su vida. En su huida ya perdieron la vida varios miembros de su familia, pero él y sus padres llegaron a Hungría. Sus abuelos maternos fueron enviados a Auschwitz donde tuvieron el peor final posible: aunque cueste creerlo fueron convertidos en jabón. En 1944 contaba ocho años y fue entonces cuando fue capturado por los nazis junto a sus padres y enviado con ellos al campo de concentración de Bergen-Belsen, donde fallecieron más miembros de su familia. Todos estos episodios de su vida estuvieron llenos de detalles terroríficos imposibles de detallar en poco espacio, así que pasamos por alto el miedo de la familia a que su padre, estando aún en Hungría, fuera forzado a entrar en el ejército y matar a otros judíos; no contamos cómo oficiales de la SS entraron en su apartamento y les obligaron a salir, etc.

Antes de llegar al campo de concentración hemos de contar cómo un judío americano llamado Kastner pagó un rescate para salvar la vida de judíos que estaban en Hungría. Diamantes, oro y dinero a cambio de la vida de personas humanas. La familia Ladany se encontró entre los afortunados que se salvaron gracias a ese acuerdo, que totalizaría el rescate de 1.700 personas pero fueron engañados todos ya que el tren que los llevaba supuestamente hacia un país neutral paró en el campo de concentración de Bergen-Belsen. De él Shaul recuerda tener permanentemente hambre y frío. Su madre, que le daba parte de su ración diaria de comida, cayó enferma de fiebre escarlatina. Mientras los días pasaban lentamente en el campo de concentración Kastner siguió negociando con los nazis la salida de prisioneros judíos. De entre los 1.400 que logró salvar se encontraba la familia de Ladany, un auténtico golpe de fortuna entre tanto horror. Fueron trasladados por fin a Suiza. Shaul reconoce que este triste periodo de su vida forjó su carácter y comportamiento para el resto de su vida. Sin duda le ayudaría a practicar posteriormente una modalidad tan dura como la marcha. Shaul no se olvida de los trágicos momentos pasados durante la guerra que marcaron su vida y cada vez que está en Europa visita el campo de concentración. Desde Suiza su familia regresó a Belgrado al acabar la guerra para, en 1948, mudarse a Israel al convertirse en un estado independiente.

Fue entonces cuando Shaul empezó en el deporte, aunque antes de la marcha empezó en otra durísima modalidad: la maratón, para cambiar a comienzos de la década de los 60 a la marcha. El sacrificio, casi masoquista que exige esta prueba, parecían convertirla en la especialidad ideal para alguien que había soportado lo que soportó Shaul. Enseguida ganó títulos nacionales, récords nacionales, oros en Juegos Macabeos y hasta el récord mundial de las 50 millas. En 1968 participó en sus primeros Juegos Olímpicos en la ciudad de Méjico, aunque acabó en un modesto 24º puesto.

Lo han adivinado: su siguiente experiencia olímpica fue en Múnich 72. Tras sobrevivir al Holocausto a Shaul Ladany le tocó sufrir (y sobrevivir) el atentado terrorista contra los deportistas de Israel, contra los que realizaron una auténtica masacre. Shaul vivió una experiencia a todas luces traumática allí, pero escapó con vida. Había competido el 3 de septiembre y el 4 lo tenía libre. En las primeras horas del día 5 fue despertado por sus compañeros de habitación que le informaron que uno de sus entrenadores había sido asesinado en el apartamento de al lado. Shaul abrió la puerta para saber qué estaba ocurriendo y vio algo sospechoso ante el apartamento de al lado. No lo sabía aún, pero lo que vio fue a un secuestrador negándose a permitir la entrada de ayuda médica para un herido. Shaul se puso rápidamente el chándal sobre su pijama y se escapó por una salida trasera, pero acudió a otro de los apartamentos para advertir del peligro al jefe de la delegación israelí. La suerte que tuvo Shaul fue que los terroristas entraron en varios apartamentos de la delegación de Israel pero justamente no lo hicieron en la suya sabedores de que se alojaban dos olímpicos de tiro por lo que los terroristas no querían arriesgarse por si éstos les disparaban con sus armas. Shaul fue el primero en alertar a las autoridades sobre los hechos que estaban acaeciendo y resultó ser uno de los cinco supervivientes de la masacre.

Antes de que estos trágicos hechos tuvieran lugar Ladany había competido en los Juegos Olímpicos orgulloso de hacerlo precisamente en el país donde había nacido el nazismo y donde él en persona había sufrido lo que le habían hecho los alemanes. Los locales se sorprendían al escuchar el fluido alemán que Shaul hablaba, a lo que él comentaba: “Lo aprendí bien en el año que pasé en Bergen-Belsen”.

Ladany no llegó a acercarse nunca a un podio olímpico, pero sí fue merecedor de la medalla Pierre de Coubertin por su servicio hacia el movimiento olímpico. Ha seguido marchando incluso en una edad venerable. Cuando contaba 75 años competía en 35 eventos al año y cada día marcha 15 kilómetros como mínimo. En cada cumpleaños camina la edad que tiene en kilómetros, aunque desde que cumplió los 80 camina la mitad de su edad. No podemos por menos que admirar la vida de este deportista y lamentar los trágicos sucesos que vivió en persona.

Foto de Chanania Herman/GPO

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