Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 109: DANIELE MOLMENTI GANA LA FINAL MASCULINA DEL K1 SLALOM DE LONDRES 2012

No suele suceder que se den tantas coincidencias: Es 1 de agosto de 2012. El italiano Daniele Molmenti cumple 28 años. Se encuentra en Lee Valley, a punto de disputar una carrera que le marcará la vida. Son los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Hace veinte años su entrenador -Pierpaolo Ferrazzi- ganó el oro olímpico en los Juegos de Barcelona en la misma categoría en la que él, Daniele, está a punto de competir: el K1.

Daniele pidió a sus padres una canoa cuando tenía once años para distraerse, como simple afición, para dejar de aburrirse. No sabía por entonces que esa decisión le cambiaría la vida. Ya no se iba a separar de ella. A los 17 años empieza a ganar a nivel internacional y…el resto es historia, como suele decirse.

Foto de Kirsty Wigglesworth/AP

Es verdad que su papel en su primera experiencia olímpica -Pekín 2008- no fue lo esperado (un décimo puesto), pero quizá ese décimo puesto fue lo que le espoleó para realizar un gran cambio. En ese cambio tuvo mucho que ver Ferrazzi, que le enseñó que en un deporte tan físico como el piragüismo eslalon también hay que usar la cabeza, que no hay que ir a lo loco. Desde que realizó ese cambio de mentalidad y actitud los resultados empezaron a convertirse en victorias.

En la final olímpica londinense el checo Vavrinec Hradilec se pone líder. Su marca es impresionante: 94.78 segundos. Ferrazzi mira a Daniele, aún por salir, y pone gesto preocupado; piensa que esa marca es insuperable. Pero Daniele confía en sí mismo y, ni corto ni perezoso, le comenta: “Lo siento por ti, porque no crees que pueda ir más rápido. Pues bien, bajaré medio segundo más rápido que él”. El italiano había hecho el tercer tiempo en las semifinales, por lo que sale en antepenúltimo lugar. No hace medio segundo menos que el checo ¡hace un segundo y medio menos! Empieza a festejar al ver el tiempo, a dar palmadas al agua, pero aún quedan dos potentes rivales por bajar. Son el polaco Mateusz Polaczyk y el esloveno Peter Kauzer. El primero es tan lento que ni siquiera se coloca en los puestos de podio (consigue el cuarto puesto) mientras que el segundo realiza una bajada desastrosa, con hasta tres penalidades al tocar en tres ocasiones alguna de las barras de las puertas. Demasiada sanción que se traduce en un decepcionante sexto puesto. Molmenti es oro.

Foto de Olivier Morin/AFP

Es verdad que Molmenti, que no había tocado ninguna puerta y, por tanto, no le habían sumado ningún segundo extra, reconoce que el recorrido se adaptaba a sus características, más físicas. Fue veloz y técnico a la vez. Él mismo se había construido la canoa que le lleva a la gloria olímpica y la había pintado de rojo por una razón en concreto: así era la moto Ducati que tanto le gustaba y que tuvo que vender para pagarse el viaje a Australia con el fin de entrenarse allí. Entonces tuvo que hacer ese sacrificio, pero valió la pena si el resultado es un oro olímpico. De todas formas, Daniele no se olvidó de su querida Ducati y quiso que siguiera, en cierto sentido, formando parte de su sueño olímpico.

“Me he hecho un gran regalo a mí mismo”, comentó el ya campeón tras colgarse la medalla de oro olímpica. No se nos ocurre mejor regalo, en efecto. Aún recibirá otro regalo más gracias a ese oro: ser el abanderado italiano en la ceremonia de clausura de los Juegos. Se cierra un ciclo perfecto de la mejor de las maneras posibles.

Foto de Marius Becker/Ansa

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