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KLETE KELLER: EL CAMPEÓN OLÍMPICO QUE ASALTÓ EL CAPITOLIO

En el asalto al Capitolio en apoyo de Donald Trump un hombre particularmente alto y con el uniforme del equipo olímpico de Estados Unidos llamó la atención de todos. Con su cara sin cubrir pronto fue reconocido por muchos: se trataba del campeón olímpico de natación Klete Keller. Lo que le llevó hasta allí y ser posteriormente juzgado y encarcelado puede decirse que es consecuencia de una concatenación de hechos que parten de su infancia y que fueron marcando una vida que tuvo su caída más pronunciada ese aciago día.

Klete venía de una familia de deportistas, donde tanto sus padres como sus hermanos practicaban diversos deportes. Sólo posteriormente se ha sabido que en realidad esa familia estaba desestructurada y que ello puede haber influido en el recorrido vital posterior de Klete. El exnadador achaca que durante sus años de deportista no pensó en el futuro y que, una vez retirado, no estaba preparado desde ningún punto de vista para la vida civil a la que tendría que enfrentarse. Incluso con posterioridad ha reconocido que debía haberse retirado tras los Juegos Olímpicos de Atenas, en los que consiguió el oro en el relevo 4x200m de estilo libre, y volver a los estudios. Ya por entonces padecía de insomnio pero siguió su carrera, que ya le había proporcionado en los Juegos de Sídney la plata en ese mismo relevo y el bronce en la prueba de 400m estilo libre. En la cita ateniense también repitió el bronce en los 400m individuales. Pero Keller siguió hasta los Juegos de Pekín, donde revalidaría el oro en el relevo 4×200. Aún se recuerda esa carrera correspondiente a los Juegos de Atenas donde Keller tenía por compañeros a Michael Phelps, Ryan Lochte y Peter Vanderkaay y en la que el propio Keller nadó el último relevo superando al mismísimo Ian Thorpe por apenas 0.13 segundos. Según Phelps esa fue “una de las mejores carreras de la historia”.

El oro del relevo. Foto de Pierre-Phillippe Marcou / AFP/Getty Images

Ser histórico de la natación no aseguró un futuro cuanto menos digno a Klete Keller, aunque muchos a su alrededor se lo habían augurado por el mero hecho de ser campeón olímpico, amén de muchos otros triunfos conseguidos en la natación. Al contrario, a Klete le costaba encontrar trabajo. Cuando lo hacía le duraban poco tiempo. Lo que es peor, no los disfrutaba, se sentía infeliz en ellos, pero tenía una familia de tres hijos a los que alimentar.

Empezó a tener problemas en su matrimonio. Su exmujer -adelantamos que se divorció- llegó a declarar que intentó violarla. Además le mintió en sucesivas ocasiones, perdió el seguro médico que él afirmaba tener y otras razones que condujeron al fin del matrimonio. Hablando de conducir, cuando aún no se había casado protagonizó un episodio junto a su por entonces aún novia mientras conducía un coche por una autopista, saliéndose bruscamente de ella alegando ser perseguido por taxis. Los problemas de salud mental ya estaban llamando a la puerta.

Algunos piensan que en realidad Klete necesitaba apoyo para enfrentarse a un mundo real que le producía miedos. Estaba preparado para las competiciones deportivas, para dar el máximo en ellas y ganar títulos pero, irónicamente, donde tenía más presión era en el mundo “real”. Un mundo en el que llegó a tener al menos 15 trabajos distintos, ninguno satisfactorio. Lo peor es que llegó a ser un indigente, durmiendo durante diez meses en su coche hasta que fue acogido en casa de una de sus hermanas y, posteriormente, en la de su abuela. También perdió el derecho de visitas a sus hijos tras el divorcio, lo cual no ayudaría en su salud mental. Incluso perdió la pista de dónde se hallaban varias de sus medallas olímpicas.

Durante el asalto al Capitolio. Foto de Townhall Media

Mientras la depresión se apoderaba del exdeportista un juez determinó que era “mental y físicamente incapaz de trabajar”. Sus hijos incluso no le llamaban papá, sino “tío” o “señor”. Paralelamente sus amigos fueron notando, siguiendo sus publicaciones en sus redes sociales, que Keller fue radicalizándose en su mentalidad y posturas políticas hacia la ultraderecha. Contrario por ejemplo a las vacunas anti Covid y al uso de mascarillas durante la pandemia, protagonizó un altercado en un supermercado cuando entró sin mascarilla y fue recriminado por otros clientes. En palabras de amigos que le conocían bien, Klete fue “volviéndose más y más oscuro”, convirtiéndose en una persona que no conocían. Realizaba actos como llevar a sus hijos de corta edad en un coche disparando desde la ventanilla a las señales que se encontraban por el camino. Apoyaba fuertemente a Donald Trump hasta el punto de acudir a sus manifestaciones de apoyo, previas al asalto. Hasta que llegó el día de marras en las que este campeón olímpico se unió al grupo de simpatizantes de Trump que asaltaron ilegalmente el Capitolio.

Es cierto que, una vez dentro del Capitolio en medio de la turbamulta, Klete Keller no fue precisamente de los que con más violencia se mostró. Se limitó a aplaudir, a hacer fotos de los policías, a empujarlos y, eso sí, a lanzar insultos hacia varios políticos en concreto mediante gritos. Poco después destruyó todo el material que pudiera incriminarlo (tarjeta de memoria de su teléfono, la chaqueta delatora), pero su rostro aparecía con claridad en las imágenes de las cámaras. También borró de sus redes sociales todos las publicaciones de los meses anteriores en apoyo de Trump. Fue acusado con siete cargos aunque se declaró culpable únicamente de uno de ellos, el de obstruir un procedimiento oficial que se concretaba en “obstruir, influir e impedir la certificación, por parte del Congreso, de los votos del Colegio Electoral”. Podría haber recibido una sentencia que le mantuviera entre rejas hasta 20 años de haberse dado el peor de los casos, pero se espera -a la hora de escribir estas líneas aún no hay sentencia definitiva- que se le condene apenas a 21 a 27 meses de cárcel por haber cooperado con la Justicia.

En cualquier caso vemos en Klete Keller un claro ejemplo de caída a los infiernos debido a una serie de factores que, unidos, llevaron a todo un campeón olímpico a caer tan bajo.

Foto de Thomas Kienzle/Associated Press

Un comentario

  • Virginia Bernardi Garrido

    Muchos problemas en su vida y no saber poder llevar vida de “civil” no puede justificar todo lo que hizo después. Menudo personaje. No es iro todo lo que reluce en el país de las “oportunidades “.

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