Concienciados olímpicos

MIRIAM SYLLA: DE LA PENURIA A CAPITANEAR LA SELECCIÓN ITALIANA DE VOLEIBOL

Un día Abdoulaye Sylla decide abandonar las penurias que vivía en su país, Costa de Marfil, y parte hacia Italia junto a su cuñado. Un amigo compatriota suyo le había animado a hacerlo, contándole las bonanzas de Bérgamo donde, le afirmaba, trabajaba ganando un buen sueldo y viviendo bien. Siguiendo su camino llega a la norteña ciudad italiana y se encuentra, además de frío y nieve, con que todo había sido una sarta de mentiras y su amigo tenía incluso que dormir gracias a Cáritas. Abdoulaye se ve pues obligado a dormir a la intemperie, llegando su cuñado a congelársele las manos y los pies hasta tal punto que casi tuvieron que amputárselas. Entonces alguien les recomienda que vayan a Palermo, donde al menos no pasarían tanto frío. Así lo hacen, pero en la ciudad siciliana incomprensiblemente les espera la nieve.

Foto de Epa

No todo fue negativo en Palermo, pues encontraron la ayuda inestimable de una señora que les acoge y les emplea para la limpieza de su casa, legalizando su situación (habían acudido con visado turístico). Llega la mujer de Abdoulaye y al poco nace Miriam. El matrimonio que había acogido a sus padres se convertiría en abuelos para Miriam, la auténtica protagonista de este relato, pues Miriam Sylla no es otra que una estrella del voleibol y capitana de la selección italiana. Una selección que es azzurra y es “nera”, pues además de Sylla cuenta con, sin ir más lejos, otra estrella mundial como es Paola Engonu, de origen nigeriano. Sylla, nacida en Sicilia e italiana de sentimiento, ha sufrido, no obstante, racismo.

Miriam y su familia, pese a las ayudas de esos “nonni” que prácticamente podríamos afirmar que salvaron la vida del padre de la familia, han pasado muchas penurias. Cuando iba al colegio no les decía a sus padres que tenían que comprar tal o cual material, sabedora de la situación que se pasaba en casa. Miriam crecía pero con ella no lo hacía su ropa, que se le quedaba pequeña. Por la noche en el hogar de los Sylla tenían que alumbrarse a base de velas, porque no había dinero para pagar la luz.

Junto a otras compañeras de selección con orígenes extranjeros

Entretanto Miriam descubre el voleibol casi por casualidad. Más bien se lo hacen descubrir, concretamente una amiga, que ya jugaba, y que un día la amenazó con acompañarla a un entrenamiento “o dejar de hablarte”. Miriam no solo no perdió a una amiga, sino que ganó un futuro en el deporte que se convertiría en su vida. Y sigue la habitual historia que vemos en tantos y tantos campeones: un entrenador que ve gran potencial en ella, empezar en equipos de categorías inferiores para ir escalando, entrada en la selección nacional (que tuvo que esperar porque durante diez años, pese a haber nacido en Italia y no habiendo pisado Costa de Marfil no tenía la nacionalidad italiana) y sucesiva consecución de medallas con la selección azzurra: plata y bronces Mundiales, oro y bronce europeos, plata en el World Grand Prix y oro en la Nations League. Eso sin contar sus títulos a nivel de clubes. A nivel individual Miriam gana año tras año el premio a la mejor en su puesto en campeonatos mundiales y europeos…pero la ansiada -y esperada– medalla olímpica no llega. En Tokio 2020 las italianas ocuparon un puesto que no se esperaban ni ellas ni nadie que siga el deporte del voleibol: el sexto (Sylla ya había sido olímpica en Río, acabando en noveno puesto).

Miriam no solo es activa en la cancha de juego, sino que se involucra en causas como la lucha contra el racismo, la violencia sobre las mujeres, el apoyo a los refugiados de ACNUR. También fue elegida por el Gobierno italiano para ser la portavoz de su campaña sobre la endometriosis, con el fin de difundir y concienciar a la sociedad sobre este problema que suponen dolores excesivos en la menstruación de las mujeres.

El éxito del que ha disfrutado y disfruta, fruto sin duda de tantas horas de trabajo y dedicación, puede y debe servir de inspiración a niñas que se encuentren en la situación precaria que ella vivió en su infancia. Se puede salir de ello. Miriam Sylla es un ejemplo a seguir.

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