Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 101: LA FINAL DE 100m DE LONDRES 1908 DONDE CHARLES DANIELS OFICIALIZÓ EL ESTILO LIBRE ACTUAL

Estamos en Londres. Es una nublada tarde de julio de 1908. 15.000 espectadores se han reunido para ser testigos de las finales de natación. En esa época los nadadores locales (ergo, los británicos) dominaban ampliamente el panorama mundial de ese deporte y pocos podían esperar que un tal Charles Daniels -apodado El Pez Americano- podía amargarles la tarde (más si tenemos en cuenta que su bañador era de lana y le llegaba hasta las rodillas). Y es que apenas cuatro años antes Daniels no sabía dar dos brazadas técnicamente adecuadas seguidas.

La piscina que albergaba los Juegos Olímpicos de esa edición era gigantesca: cuatro veces más grande que cualquier otra existente en esos momentos en el mundo y el doble de las actuales de tamaño olímpico, es decir, medía cien metros de largo. El que fuera tan larga no favorecía precisamente la técnica del nadador americano, puesto que su fuerte eran los giros al acabar cada largo, que realizaba mejor que nadie y que le permitían conseguir ventajas de tiempo. Aquí la carrera tendría que hacerse “de un tirón”. Más obstáculos para Daniels: todos los jueces eran británicos. El estadounidense ya había “chocado” contra ellos en el pasado pues las máximas autoridades de la natación, todas ellas del Reino Unido, no le habían tenido en cuenta diferentes récords mundiales alegando detalles inexplicables de carácter técnico, meras excusas para despojar a nadadores británicos de sus récords previos.

Foto de Topical Press Agency/Getty Images

Estaba bien claro que los organizadores locales veían a Charles Daniels como el mayor peligro frente a los nadadores británicos e hicieron todo lo posible para que no pudiera vencerlos. Por ejemplo, le colocaron “al azar” en la última calle, lo que suponía no solo que no podría ver a gran parte de sus rivales, sino que le costaría oír la señal de salida y que tendría más olas. Más irregularidades perfectamente calculadas para impedir una victoria foránea: los jueces se saltaron el habitual “¿Preparados?” y dieron el “Ya” de inmediato, lo que provocó que el nadador norteamericano tardara en reaccionar.

Un inciso antes de comentar el desarrollo de la carrera: Charles Daniels, decimos desde ya que vencedor final, no era precisamente un desconocido. Por ello las trabas que la organización puso para impedirle en cierta medida la victoria final. Se le temía y con razón, pues en la edición olímpica anterior, la de San Luis 1904, se había hecho con cinco medallas, tres de ellas de oro. Bien es cierto que las distancias eran diversas, medidas en yardas, y que la lejanía del continente americano había impedido la participación de muchos deportistas del resto del mundo. Sin ir más lejos, los dominadores del momento -los británicos- ni siquiera acudieron, participando en total únicamente nadadores procedentes de cinco países, por lo que los resultados finales de esos Juegos no son totalmente reveladores del panorama internacional.

Volvamos a la final de los 100 metros estilo libre, aunque lo de “estilo libre” requiere una explicación. Puede que la denominación de ese estilo provenga precisamente del caos de esa época, en los albores de la natación. En un principio sólo se nadaba en el estilo de braza, el más natural (si se fijan, es casi el usado por los animales). Luego se añadió la espalda y el estilo libre realizando las brazadas que ya no son familiares, pero la técnica de este estilo fue variando y desarrollándose a lo largo de varios años y según las escuelas por países y el uso realizado por nadadores en particular. Fue Charles Daniels el que estudió concienzudamente cómo sería la manera más eficaz y, por lo tanto, veloz, de dar las brazadas, patadas y forma de la respiración para alcanzar la mayor optimización. Así pues, tenemos a principios del siglo XX a una serie de nadadores de varios continentes ensayando diversas variaciones hasta dar con la técnica perfecta, la que ha continuado hasta nuestros días. Podríamos afirmar que Charles Daniels sería el innovador del crol actual, por entonces llamado crol americano.

Tenemos pues, a Daniels con un tiempo de reacción malo en la salida por no haber oído el grito del juez y no haber sonado la habitual pistola, que en esta ocasión brilló por su ausencia. Y es que además de estar situado en la última calle los participantes tenían tapados los oídos con algodones. Pese a ello, el estadounidense logró alcanzar al dúo de cabeza. El trío acabó en un dúo compuesto por el propio Daniels y el húngaro Zoltán Halmay, una de las mayores figuras de la natación de aquellos años. Finalmente, Daniels superó al europeo estableciendo además un récord mundial que esta vez no les quedó más remedio a los británicos que darlo por válido, pues había sucedido en su propio país, con sus jueces y bajo su reglamento. El propio Daniels no se creía ganador de la prueba, tras su retrasada salida. Después de haber oscurecido sus anteriores récords -no dando por válidos varios de ellos, como hemos mencionado antes- por fin Charles Daniels fue reconocido a nivel global, proclamándole la prensa el mejor nadador del mundo. Por cierto, que los británicos ni siquiera lograron subir al podio de esta prueba reina, pues el bronce fue a parar al sueco Harald Julin. Sí que lograría el país organizador otros cuatro oros, una plata y un bronce en el resto de las escasas cinco pruebas restantes que se celebraron. Éxito de la natación local pero espina por no haber ganado en la carrera más esperada, la de los 100 metros estilo libre. Ese oro, pese a contar con otros tres más de los Juegos precedentes, sería el mayor logro en la carrera de Charles Daniels, el Pez Americano.

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