Estadios Olímpicos

ESTADIOS OLÍMPICOS 18: EL PANATHINAIKÓ O KALLIMÁRMARO DE ATENAS 1896

El estadio que albergó los primeros Juegos Olímpicos modernos es el sin duda más curioso de todas las ediciones olímpicas. Para empezar, es el más antiguo, el único en forma de U, el único totalmente blanco y el único con las dimensiones de pista de atletismo no estandarizadas. Tiene dos nombres: Panathinaikó y Kallimármaro, que significa “mármol bonito”. Se encuentra en el centro de la misma ciudad de Atenas, rodeado de espacios monumentales de la Antigüedad y no lejano al mismísimo Partenón.

Está situado sobre otro estadio de la antigua Grecia; en realidad, se tuvo que realizar toda una reconstrucción del mismo para poder adaptarlo a los primeros Juegos de la era moderna de 1896. En ellos albergó no solo las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos de 1896, además del habitual “deporte rey” del atletismo, sino que también se celebraron aquí las competiciones de gimnasia, halterofilia y lucha. Es decir, cuatro de las nueve disciplinas deportivas en disputa. No acabó ahí su relación con los Juegos Olímpicos, puesto que en los celebrados en 2004 albergó el tiro con arco y la llegada de las carreras -masculina y femenina- de maratón. Además, fue sede de los llamados “Juegos intercalados” de 1906, que no se consideran oficialmente en el elenco de Juegos Olímpicos. Finalmente decir que este es el escenario de la entrega de la llama olímpica al país organizador tras su llegada desde Olimpia.

Foto de Mario Ruiz

La historia de este estadio se remonta a los Juegos de las Panateneas en honor de la diosa Atenea. Por aquel entonces el estadio poseía asientos de madera que, en su reconstrucción, fueron sustituidos por mármol del monte Pantélico. Ya en la Antigüedad sufrió varias reconstrucciones y renovaciones, datando la última del año 140 d.C. Es obligado hacer referencia al estadista Lycurgos, del siglo IV a.C. Fue durante su gobierno cuando se renovó y embelleció el primer estadio destinado, como decíamos, a los Juegos Panatinaicos, pasando a convertirse en un estadio monumental. Fue más tarde cuando el ateniense -con poder en Roma- Herodes Áticos lo reconstruyó de nuevo convirtiéndolo en la “quintaesencia de la arquitectura griega”. En tiempos del emperador romano Teodosio I (siglo IV) el estadio fue abandonado y cayó en la ruina. Se fue cubriendo en parte y muchos cogieron parte de su material para otras construcciones.

Llegamos a finales del siglo XIX. Grecia ha conseguido su independencia del Imperio Otomano. Se realizan varias excavaciones y el benefactor local Evangelis Zappas quiere recrear los antiguos Juegos Olímpicos en lo que llegó a denominarse “los Juegos de Zappas”. Aquí, pues, se celebraron pruebas deportivas que llegaron a congregar a 30.000 personas. Entra más tarde en acción el hombre de negocios griego Georgios Averof, auténtico impulsor de la vuelta de los Juegos Olímpicos. Gracias a él se reconstruyó el estadio, realizando la profunda remodelación el arquitecto Anastasios Metaxas. Por esa razón en el estadio figura una estatua dedicada al patrocinador Averof. Las dimensiones de la pista de atletismo por aquella época aún no tenían medidas estandarizadas, es por ello que en la actualidad no cumplen con las medidas oficiales, además de que se buscó copiar las medidas y forma de los antiguos estadios griegos. En tiempos de los primeros Juegos Olímpicos modernos podía acoger hasta 80.000 espectadores (unos 45.000 en la actualidad).

Además de todos los acontecimientos deportivos anteriormente indicados este estadio ha albergado numerosos conciertos, tanto de estrellas internacionales como Tina Turner, Depeche Mode o Metallica como nacionales como Sakis Rouvás, quien el 1 de julio de 2009 hizo historia al conseguir reunir a la mayor audiencia del estadio celebrando un concierto por el medio ambiente. También ha sido utilizado el Kallimármaro como lugar de acogida para celebrar las victorias de los deportistas helenos, como la selección de fútbol tras ganar la Eurocopa de 2004 o la inauguración del Mundial de Atletismo de 1997. Curiosamente, en los años 60 del siglo XX en este estadio se celebró la final de la competición europea de clubes de baloncesto, en la que venció el equipo local del A.E.K. ante 80.000 espectadores sentados y 40.000 de pie en lo que supuso un récord mundial de espectadores para un partido de baloncesto.

Foto de Mario Ruiz

No podemos dejar de mencionar otro evento que se celebró de forma anual en este estadio durante el Régimen de los Coroneles (de 1967 a 1974): el llamado “Festival de las Virtudes Militares de los griegos”, aprovechando el ambiente de antigüedad y orgullo nacional que proporcionaba el recinto; es decir, fue usado con fines propagandísticos.

Como curiosidad decir que la imagen del estadio Panathinaikó aparece en las medallas de los Juegos Olímpicos no solo de Atenas 2004, sino que también lo hizo en los siguientes de Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020. Otra curiosidad es que la arquitectura de este estadio influyó poderosamente no solo en afamados arquitectos a nivel mundial, sino que también lo hizo en el arquitecto de Hitler, Albert Speer. Él visitó el estadio en 1935 y en el estadio ateniense se basó para realizar el Deutscher Stadion de Nuremberg, diseñado para acoger desfiles del régimen nazi.

Foto de Mario Ruiz

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