Heroínas olímpicas,  Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 97: LIA MANOLIU GANA LESIONADA Y CON 36 AÑOS EL DISCO EN MÉXICO 68

La medalla de oro de la final femenina del disco en los Juegos Olímpicos de México 68 parecía que iba a viajar a Alemania sí o sí. A cuál de las por entonces dos Alemanias estaba aún por determinar, pues tanto podía caer en manos de las occidentales Liesel Westermann o Brigitte Berendonk como de las orientales Christine Spielberg o Anita Otto. Avanzaremos que sólo una de las cuatro nombradas logró subirse al podio.

Tanto Spielberg como Westermann habían conseguido en los meses previos a la celebración de los Juegos el récord mundial, pero una experimentada rumana -nacida en realidad en la actual capital de Moldavia- y que competía en sus quintos Juegos Olímpicos se llevaría el gato al agua en un único lanzamiento. Hablamos de Lia Manoliu. Westermann, la alemana que sí subió al podio (aunque sólo al segundo cajón) se acercó a la rumana en su segundo lanzamiento, colocándose a tres metros, pero fue insuficiente para arrebatarle el oro.

Foto del Comité Olímpico de Rumanía

Lia Manoliu, la vencedora, tiene una historia anterior y posterior a esa final de lo más interesante. Deportista polivalente, que tan pronto practicaba el tenis como el tenis de mesa, el baloncesto y el voleibol, no era una deportista al uso, pues había estudiado ingeniería eléctrica y dominaba un total de seis idiomas. Cuando contaba 16 años su vida giró al atletismo, concretamente al lanzamiento de disco. Con 20 años disputó sus primeros Juegos Olímpicos, los de Helsinki 52, quedando en un nada despreciable sexto lugar. En los siguientes mejoró su marca pero empeoró el puesto, cayendo al noveno. En los de Roma 60 lideraba tras la primera ronda de lanzamientos pero fue superada por dos rivales, consiguiendo de esta forma su primera medalla olímpica, el bronce. Medalla del mismo metal que repetiría en la siguiente cita olímpica, la de Tokio 64.

En la temporada olímpica de los Juegos de México la federación rumana de atletismo consideró que Manoliu, que por entonces contaba con 35 años, era demasiado mayor para ser seleccionada para los inminentes Juegos. La excluyó de los “stages” de entrenamientos preparativos para los Juegos. Pero Lia Manoliu no se iba a dejar vencer; quería un oro olímpico, por lo que se puso a entrenar por su cuenta y consiguió la mínima olímpica. Estando ya en la capital americana vivió con impaciencia el comienzo de su prueba. Dormía poco y entrenaba peor. Llevó mal el jet-lag pero lo peor estaba por llegar: a falta de pocos días para la competición del disco se lesionó de importancia: rotura del ligamento de la mano derecha, producida durante un entrenamiento. Su situación era tan precaria que no podía hacer absolutamente con esa mano “ni siquiera llevarme la cuchara a la boca”, escribiría a su hermano.

Foto del Comité Olímpico de Rumanía

Si creen que bajo esas circunstancias todo estaba perdido para la rumana se equivocan. Como el dolor y la incomodidad de la postura en el lanzamiento debido a su lesión eran tantas, Lia decidió jugárselo todo a una carta: tenía que realizar un primer lanzamiento destacable, puesto que era muy dudoso que pudiera realizar más, al menos de nivel. Y así lo hizo. Los 58.28 metros que consiguió en ese primer (y único) lanzamiento supondrían todo un nuevo récord olímpico y, lo que es mejor, llevaría aparejada la medalla de oro. Tenía por entonces ya 36 años, lo que la convertía en la campeona olímpica de más edad por aquel entonces.

Decíamos que su vida posterior a su oro olímpico también es destacable. Comprobémoslo: Además de batir otro récord (de participación) en los Juegos de Múnich al disputar sus sextos Juegos Olímpicos, fue galardonada con el Premio Fair Play de la UNESCO por promocionar los ideales de una competición justa y leal. Siguiendo con los galardones se le concedió la Orden Olímpica. Hasta tiene un estadio con su nombre: ni más ni menos el Estadio Nacional de Bucarest (el cual, posteriormente demolido, ahora alberga el Lia Manoliu Arena, un gran complejo deportivo). También destaca, y mucho, su labor como directiva, pues fue presidenta del Comité Olímpico de Rumanía, miembro de la IAAF, de la Comisión Ejecutiva de la Asociación de Comités Olímpicos Europeos, del Foro Internacional de la Mujer, senadora en su país, en fin, una personalidad destacada en todos los ámbitos.

Una final la de disco femenino de México 68 que, no por sorprendente en cuanto a su resultado, resulta menos justa por la calidad personal de la vencedora y lo insólito de haber ganado lesionada jugándoselo todo a un único lanzamiento.

Foto del Comité Olímpico de Rumanía

Un comentario

  • Virginia

    En Rumanía es reconocida por sus logros pero ¿y en el resto de Europa o en el mundo?, si hubiese sido hombre imagino que si hubiese sido conocido, al menos yo la he descubierto en este artículo y es una de las grandes .

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