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XANDER SCHAUFFELE: EL ORO DE GOLF EN TOKIO 2020 QUE VENGÓ A SU PADRE

Con apenas 27 años el estadounidense Xander Schauffele se ha convertido en toda una estrella en el circuito profesional de golf…y además, en campeón olímpico. Su oro ganado en Tokio 2020 lleva implícito más homenaje a su padre que otra cosa, porque Xander ha conseguido lo que Stefan Schauffele no pudo: ser olímpico. El golfista es hijo de madre taiwanesa crecida en Japón y de padre alemán hijo a su vez de madre francesa. El padre, Stefan, era decatleta e iba directo a participar en unos Juegos Olímpicos -los de Seúl 88- representando a Alemania cuando un maldito día chocó contra otro automóvil cuyo conductor, de 19 años, conducía borracho. De entrada Stefan perdió la vista de su ojo izquierdo, además de tener que pasar por el quirófano hasta en siete ocasiones durante dos años. El único consuelo que tuvo fue la visita en el hospital del equipo olímpico alemán de decatlón. De esta forma, Stefan tenía clavada una espina que, décadas más tarde, su hijo Xander ha quitado. Y Stefan ha sido en parte partícipe de su victoria (además de quedarse la medalla de oro en su casa) pues pudo acompañar a su hijo en Tokio ejerciendo como su entrenador de swing. De hecho, Stefan ha sido el único entrenador que ha tenido Xander en su carrera. Al principio fue su caddy, pero los temperamentos de ambos chocaron. Con las restricciones de la pandemia su padre ha sido su única persona cercana en poder acompañarle en su triunfo olímpico.

Foto de Golf Circus

Xander empezó a jugar al golf con diez años. Stefan había emigrado a Estados Unidos, donde conoció a la que se convertiría en madre de Xander, el cual nació ya en San Diego, California. Stefan se había aficionado al golf en tierras americanas. El campeón de Tokio 2020 despuntó en el golf siendo universitario, cuando aún no se había convertido en profesional, pero cuando pasó al profesionalismo se hizo con el título de Rookie del Año (temporada 2016-17).

Con su padre. Foto de Keyur Khamar/PGA TOUR via Getty Images

No es lugar este para mencionar todos sus triunfos en el circuito profesional, que son muchos y destacables. Nos interesa su experiencia olímpica, con un resultado inmejorable. Su victoria fue ajustada, eso sí, a sólo un golpe de su más inmediato seguidor, Rory Sabbatini, que participaba representando a Eslovaquia. De las cuatro jornadas del torneo Schauffele había completado tres muy buenos primeros días, sobre todo el segundo, con 63 golpes (68 los otros dos). No debía no obstante confiarse en la jornada final del domingo, donde acabó con 67 golpes (-18 total). Sabbatini casi le alcanzó, pues completó una brillante vuelta de 61 golpes, aunque insuficientes para superar al estadounidense. Con su triunfo se convirtió en el primer golfista de Estados Unidos en ganar una medalla de oro en Juegos Olímpicos en el deporte del golf desde el lejano 1900.

Se dice de Xander que ha heredado lo mejor de su plurinacional mezcla: de parte de su madre el carácter paciente a la par que combativo, rasgo típico de los asiáticos, mientras que de parte de la familia de su padre el espíritu deportivo no ya de su padre, sino de unos bisabuelos que jugaron en la primera división de fútbol en Europa -incluso uno en la selección nacional de Austria- y otro que fue atleta y que se hizo acreedor de numerosos títulos en tres especialidades de lanzamientos: disco, jabalina y peso. La singular mezcla de Xander Schauffele, sus años de entrenamiento y dedicación y sus indudables habilidades le han proporcionado un oro olímpico no ya a él, sino a toda su deportiva familia…y ha vengado la carencia olímpica de su padre Stefan.

Foto del COI

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