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LOS ESFUERZOS TITÁNICOS DEL VELOCISTA JAMES ELLINGTON POR SER OLÍMPICO

Por descontado, todos los deportistas que logran clasificarse para unos Juegos Olímpicos han luchado hasta lo indecible para lograr el pasaporte olímpico, pero el velocista británico James Ellington lo ha tenido que hacer, y en más de una ocasión, de forma especialmente dura y dificultosa. Su lucha ha sido doble: en un primer instante contra impedimentos económicos y en una segunda ocasión por superar las graves secuelas de un accidente.

Nadie ha regalado nada a este londinense poseedor de sendas medallas de oro en campeonatos europeos, en ambas ocasiones en los relevos 4×100. Logró ser olímpico en Londres 2012 y Río 2016 y luchó desesperadamente para serlo en Tokio 2020. En la cita olímpica celebrada en su ciudad participó en la prueba de los 200 metros, mientras que en la capital carioca lo hizo en la más corta de los 100 metros y en el relevo 4×100. Fue en esta última prueba donde alcanzó su mejor resultado, el quinto.

Foto de Fernando Frazão/Agência Brasil

Pero de Ellington nos atraen más sus esfuerzos para ser olímpico. Por ellos saltó a las páginas de toda la prensa mundial por dos hechos bien diferentes entre sí: Para los Juegos de Londres decidió tomar un camino inexplorado en su lucha por lograr la clasificación: subastarse en eBay. Ellington se había lesionado y, a consecuencia de ello, había perdido a sus patrocinadores, al no poder participar en pruebas. Su primera reacción fue buscar nuevos sponsors, pero ninguna de las cartas que envió a distintas firmas fue respondida. Entonces optó por una solución imaginativa y salió a subasta en eBay la posibilidad de anunciar en su ropa deportiva alguna marca. Encontró una oferta que ascendió a casi 40.000 euros…pero resultó ser falsa. Afortunadamente, más tarde sí que recibió una oferta real, aunque algo más baja, de unos 35.000 euros. Ese dinero le permitió contratar los servicios de un fisioterapia para tratarse y abandonar su trabajo a tiempo parcial como entrenador de atletismo para centrarse en la clasificación olímpica, que logró, además de la atención pública en general. Los seguidores del deporte se dieron cuenta con su caso de que incluso siendo deportista olímpico (y de un deporte no precisamente minoritario como es el atletismo) hay que ser una figura para mantenerse económicamente estable si no se reciben las ayudas adecuadas.

Como hemos dicho anteriormente, James Ellington logró ser olímpico en dos ocasiones: Londres y Río. Pero su segunda tribulación ocurrió una vez acabados los Juegos de Río.

Foto de Instagram de James Ellington

Los hechos acaecieron en Tenerife en 2017. Ellington estaba concentrado junto a otros atletas británicos para realizar entrenamientos en una zona de buen clima. En uno de sus días libres acudió a visitar la montaña del Teide en moto, junto a su compañero Nigel Levine, pero tuvieron un grave accidente al chocar de frente contra un coche en un paso estrecho en la carretera de la montaña, añadiendo además que ese día hacía excesivo viento. Las consecuencias de las lesiones sufridas fueron tremendas para Ellington: fractura y desplazamiento de la pelvis, fractura de su tibia derecha y fíbula, rotura de su tobillo izquierdo, fractura de uno de sus cuencas oculares, sus abductores se separaron del hueso, además de sufrir múltiples laceraciones en cabeza, piernas, pies y brazos. Añadimos un dato significativo: perdió casi tres litros de sangre. No sería exagerado decir que su vida estuvo en juego en aquel aciago día.

Sin embargo, y pese a que además hay que tener en cuenta que en 2021 James Ellington contaba con 35 años, decidió luchar por una plaza en los Juegos de Tokio superando todos las secuelas derivadas de su accidente. Ni que decir tiene que el atleta entrenó con especial ahínco, teniendo además que superar un reto mental, pues haber tenido que pasar seis semanas en silla de ruedas y otras seis con muletas para un atleta no es nada fácil. Nadie pensaba que, tras el accidente y dada su edad, James pudiera tan siquiera plantearse volver a las pistas. A los dos años de cumplirse el accidente corrió en una prueba de 100m que celebraba el aniversario de los Juegos de Londres. James se sintió “como si le hubieran apuñalado” y las siguientes dos semanas y media no pudo ni caminar. Pero persistió en su empeño de ser olímpico en Tokio, sabedor además de que, de acudir, sus oportunidades de subirse a algún podio olímpico era prácticamente nulas. Esa lucha es precisamente una muestra del espíritu olímpico: superarse aun sabiendo que la recompensa será escasa. Aunque no es en absoluto descartable la recompensa personal que el atleta -en este caso James Ellington- tendría por el simple hecho de haberse superado a sí mismo y sus graves lesiones. Todo un ejemplo para el resto.

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