Legendarios,  Los otros olímpicos

OTTO HERSCHMANN: EL MEDALLISTA OLÍMPICO Y PRESIDENTE DEL COMITÉ OLÍMPICO AUSTRIACO QUE MURIÓ EN UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN NAZI

Puede que su nombre se haya olvidado pero hace poco más de un siglo el austriaco Otto Herschmann no solo se convirtió en una figura clave del deporte de su país sino que entró en los anales olímpicos al ser la única persona en lograr una medalla olímpica mientras era presidente del Comité Olímpico de su país. Aun con todo, no escribimos aquí sobre él por ese único motivo. Adelantaremos que su vida personal le llevó a acabar con su vida precipitadamente en un campo de exterminio nazi, al ser él judío. Pero vayamos por partes:

Vienés, de familia rica judía, empezó a nadar desde bien joven. También se dedicaba al waterpolo y a los saltos (de hecho, más adelante pasó un periodo en el que se dedicó a entrenar estas disciplinas). Lo compaginó con sus estudios de Derecho en la universidad. Estando en ella tomó la decisión de abandonar la religión ortodoxa del judaísmo. Cuando contaba 19 años de edad se prohibió el acceso al club al que pertenecía a los nadadores judíos, aunque su gran capacidad en este deporte hizo que pudiera competir en los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896, los primeros de la era moderna, donde tanto él como el resto de participantes tuvieron que nadar en el mar, en la bahía del Pireo, con un recorrido que marcaban calabazas haciendo de boyas, dos niños en cada extremo en la salida y una bandera roja determinando la meta. Herschmann se hizo con la medalla de plata.

En esos Juegos el austriaco se vio impresionado por la actuación de los atletas estadounidenses. A su regreso a Viena, junto con otros deportistas, fundó la primera asociación deportiva en Austria con fines multidisciplinares, pues hasta entonces no se practicaba el atletismo en su país de forma regulada. Más tarde, por ejemplo, se integró en el club el tenis, incluso con participantes femeninas.

Para cuando se iban a celebrar los siguientes Juegos Olímpicos ya no era un nadador de élite. Se dedicaba más a entrenar en diversos deportes y participó en la creación de la federación austriaca de natación, además de ganar el título nacional en waterpolo. En esas, en 1904 escribió el libro “Deporte vienés” , en el cual analizaba la situación deportiva en la capital austriaca y cómo podría ser mejorada. No faltó un capítulo dedicado a los judíos en el deporte. El objetivo del libro era crear una nueva y moderna mentalidad en la política hacia el deporte como forma de progreso.

En la cita olímpica de 1912, en Estocolmo, Herschmann cambió de deporte, pasando a la esgrima. Tenía por entonces 35 años. Ganó la medalla de plata en la competición de sable por equipos. Es decir, 16 años después de su anterior medalla, en otra especialidad deportiva. Lo hizo además siendo presidente del Comité Olímpico de su país, cargo que ostentó desde 1912 a 1914. Justo después, esto es, a partir de 1914 y hasta 1932, tuvo el cargo de presidente de la federación austriaca de natación, ejerciendo paralelamente como abogado.

El cartel de la calle dedicada a él

Se quiso que participara en los Juegos Olímpicos de París de 1924, pese a que contaba por entonces 47 años, pero él era consciente de que no se encontraba en situación de disputarlos, así que estuvo sí, pero como presidente del jurado en esgrima. Como tal, tuvo el papel y la responsabilidad de intervenir en el llamado “incidente Puliti”. Su intervención fue alabada por las dos partes contendientes (un conflicto entre un esgrimista y un juez que iba a acabar en duelo). En los siguientes Juegos Herschmann sería el seleccionador nacional del equipo de sable austriaco en Ámsterdam 28.

Su fin fue indigno de sus logros. Indigno, en realidad, e injusto para cualquier ser humano fuesen cuales fuesen sus actos pasados. Fue perseguido por su condición de judío, aunque él no era practicante. Sus cargos y sus medallas olímpicas no le sirvieron de escudo protector. El 14 de enero de 1942 fue deportado a la Polonia ocupada por los nazis, de la que ya no volvería. Iba a ser enviado en un primer momento al campo de concentración de Izbica, en la antigua Yugoslavia, pero finalmente fue enviado al campo de Sobibór, situado en Polonia. Se cree que murió a los tres días en una cámara de gas.

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