Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 93: JOSEPH GUILLEMOT GANA POR SORPRESA A PAAVO NURMI EN AMBERES 1920

En los Juegos Olímpicos de Amberes que tuvieron lugar en 1920, hace más de un siglo, brilló la figura del legendario “finlandés volador”, esto es, Paavo Nurmi. Sin embargo, el gran corredor de fondo del país nórdico no pudo completar el pleno de medallas de oro, ya que la cuarta que debería haber logrado en buena lógica, correspondiente a la carrera de los 5.000 metros, “sólo” se quedó en medalla de plata. Relataremos lo que ocurrió en esa carrera, así como en la de los 10.000.

El otro protagonista en ambas fue un tal Joseph Guillemot. Francés, no entraba dentro de la lista de favoritos. Cronológicamente primero se disputó la carrera de los 5.000m. Nurmi planteó mal su estrategia, ya que estuvo más pendiente de los que tanto él como los expertos consideraban sus máximos rivales: los suecos Erick Backman y Runar Falk. Así que la táctica, imprescindible en todas las carreras de fondo, estuvo determinada por el finlandés en función de esos dos rivales mencionados. Hacia mitad de la misma Nurmi aumentó el ritmo con la pretensión de extenuar a sus rivales suecos. Resultó que Guillemot fue el único que le pudo seguir, no sin problemas. Pero el finlandés había adelantado en demasía su ataque, quedándose sin la punta de velocidad necesaria para el final de la carrera. Inesperadamente, en la última vuelta, ya casi llegando a la meta, Guillemot le adelantó. Fue un final igualado, pero definitivamente Nurmi no se encontraba con fuerzas y no pudo pasar la línea de meta por delante del francés.

Foto de la agencia Rol- Bibliothèque nationale de France

Antes de narrar lo que aconteció en la final de los 10.000m contemos algunas de las peculiaridades de Joseph Guillemot. Había combatido en la I Guerra Mundial. Allí sus pulmones sufrieron graves heridas causadas por el gas mostaza empleado. Curiosamente Guillemot tenía una característica física, nada baladí tratándose de un atleta: su corazón estaba situado en el lado derecho de su pecho (a eso se le denomina situs inversus). Además de esa característica, Guillemot era bajo (1,60) pero, aun con todo, poseía una gran capacidad aeróbica. En 1918 ganó el campeonato de campo a través de su regimiento y al año siguiente el campeonato militar de toda Francia, seguido del título absoluto nacional de los 5.000m, lo que le clasificó para los Juegos de Amberes.

Volvamos a esos mismos Juegos de Amberes. Tras la carrera de los 5.000m se disputaría la de los diez kilómetros. Aquí Paavo Nurmi se tomó su revancha, aunque en gran parte beneficiado por un caprichoso cambio en el horario de la final: se adelantó en tres horas a petición del rey Alberto I de Bélgica. Joseph Guillemot se enteró del cambio justo después de haber comido copiosamente. Disputó la final, sí, pero lo hizo con calambres en el estómago y con otra fatalidad: le habían robado sus zapatos de correr, así que tuvo que correr con otros mucho más grandes. Pese a ello ganó la plata -lo han acertado: el oro fue para Nurmi-, pero el corredor francés se encontraba tan mal que al llegar a la meta vomitó sobre el vencedor.

De esa ignominiosa y nada digna, además de desafortunada por causas ajenas a él, acabó la experiencia de Guillemot en los Juegos Olímpicos, ya que no pudo participar en la siguiente cita, disputada en la capital de su propio país, por desacuerdos con la federación francesa de atletismo. Fumador empedernido (se cuenta que se fumaba una cajetilla al día), murió a los 75 años.

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