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EERO MÄNTYRANTA: EL HÉROE FINLANDÉS CON UNA MUTACIÓN GENÉTICA QUE LE DABA MÁS RESISTENCIA

La duda sobre lo lícito o no de los triunfos de la estrella del esquí de fondo finlandés Eero Mäntyranta pende sobre él incluso después de muerto. Con siete medallas ganadas en tres Juegos Olímpicos (tres oros, dos platas y dos bronces) disputados entre 1960 y 1968 el esquiador finlandés fácilmente se convirtió en un ídolo en su país. Apodado Mister Seefeld a raíz del lugar donde se celebraron las competiciones que le otorgaron tres medallas olímpicas (las de los Juegos de Innsbruck 64), tuvo sin embargo el dudoso honor de ser el primer deportista de su país en haber dado positivo por dopaje. Ocurrió en los campeonatos nacionales de 1972, poco antes de los Juegos de Sapporo, pero el hecho no salió a la luz. Una vez acabados los Juegos, cuando se hizo público, el esquiador lo negó, para más adelante reconocer que había usado hormonas, pero por entonces éstas no estaban todavía prohibidas. No obstante, su caso de dopaje no fue en absoluto habitual.

Resultó que Mäntyranta daba positivo por razones genéticas dado que tenía lo que se llama policitemia congénita. Expliquemos en qué consiste y en qué le ayudó en su carrera deportiva. Su cuerpo contenía un 20% más de glóbulos rojos que el resto de atletas. Una mutación genética causaba una producción natural de EPO, mayor de lo habitual y prohibida en el deporte. Esto le provocaba tener un 50% más de capacidad de transporte de oxígeno de la sangre, lo que beneficia especialmente en los deportes de resistencia, como el suyo. De hecho, los efectos de tantos glóbulos rojos se percibían incluso en un primer vistazo a su cara, más roja de lo normal. El periodista de “Sports Illustrated” David Epstein, que le conoció, le describió como “con piel rojo granate moteada con violeta y nariz del color de una ciruela púrpura”.

Le llamaron “Rey de Seefeld” en sus segundos Juegos Olímpicos

Varias décadas después de su retirada unos científicos realizaron un estudio genético a 200 miembros de su familia, descubriendo que muchos de ellos tenían esa misma mutación. Es decir, Eero había nacido con esa capacidad, que aumentaba la riqueza en oxígeno en los glóbulos rojos. Nada podía hacer para disminuir su capacidad natural. El hecho es que, aun ignorando por entonces la cuestión, Eero ya destacó desde su niñez, ganando su primera carrera de esquí de fondo a los siete años en una competición en la que sus rivales eran adolescentes. Más tarde, ya de adulto, trabajaría como guardia de la patrulla fronteriza, recorriendo el territorio sobre sus esquíes. Cuando con 21 años debutó en los Juegos Olímpicos de Squaw Valley y consiguió allí su primera medalla de oro empezó a trazar su leyenda.

Pese a que no fue una medalla de oro, sino una de bronce, no debemos subestimar su mérito en el relevo 4×10 km de los Juegos de Grenoble 68, cuando Mäntyranta realizó la última posta, superó los 26 segundos de retraso que tenía respecto al soviético Viacheslav Vedenine y le superó en la meta.

En Pello, Finlandia existe este monumento además de un museo dedicados a él

Se puede afirmar sin ningún género de dudas que Eero Mäntyranta dominó su deporte en los años que fueron de 1960 a 1972 y no solo por los resultados obtenidos, sino por la manera de hacerlos. Por ejemplo, en 1964 ganó en la prueba de los 15 kilómetros por un margen tan grande -40.7 segundos- que no ha sido superado aún.

Una vez retirado -a la fuerza- del deporte, Eero volvió a su simple vida de campo…en su caso, siendo finlandés, llevando una granja de renos en tierras ya árticas. Otros miembros de su familia también se han dedicado con éxito a deportes de invierno, todos ellos con la misma mutación genética: una sobrina suya fue campeona mundial de esquí en su etapa junior y un sobrino llegó a ganar una medalla olímpica. 

Una vez conocido el caso ¿desde qué perspectiva podemos juzgar a Eero Mäntyranta? ¿Es culpable o inocente?

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