Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 81: JUDY GUINNESS “REGALA” SU ORO DE ESGRIMA AL SEÑALAR ERRORES DE LOS JUECES A SU FAVOR

Los valores olímpicos a veces nos muestran hechos insólitos a los que nos cuesta incluso dar crédito. ¿Perderíamos nosotros la posibilidad de ganar un oro olímpico tras luchar años por él sólo porque hubiéramos detectado una anomalía de la que no se habían percibido los jueces? Sabemos de al menos una atleta olímpica que sí lo hizo: la británica Judy Guinness. Los hechos ocurrieron en los ya lejanos Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932 en el deporte de la esgrima. La final femenina de florete enfrentaba a la susodicha Guinness con la austriaca Ellen Preis. Pongámonos en situación primero sobre los personajes de los que estamos hablando.

La británica era la hija del irlandés Henry Guinness, banquero, ingeniero y político, llegando a ser senador del entonces estado libre de Irlanda. La familia de Judy era pues, aristocrática y, como ellos, cosmopolita, habiendo viajado por países de todo el orbe. Su rival, por el contrario, pertenecía a la minoría judía en unos malos tiempos para su etnia. Aunque participaba por Austria, tenía la doble nacionalidad austro-germana y había nacido en Berlín. Se mudó a Viena sólo con 18 años. Preis consiguió diversos títulos a nivel internacional en esgrima, llegando a ser nombrada “Deportista austriaca del año”. Llegó a tener el récord Guinness de ser la deportista olímpica en haber competido en ediciones de Juegos más separados: desde los de 1932 hasta los de 1956. En la edición que nos ocupa, la de Los Ángeles 32, Preis quería competir por Alemania, pero la Federación Alemana no se lo permitió. Indicaremos, además, que en los controvertidos Juegos de Berlín 36 fue una de los pocos deportistas judíos que participaron y, además, que consiguieron medalla.

Sello conmemorativo del oro de Los Ángeles 32 a Preis

Volvamos a la final de florete de los Juegos de 1932. Estaba resultando muy igualada. En un momento dado a los jueces se les escapó un punto que debía haber sido adjudicado a la austriaca. Hay que tener en cuenta que en 1932 las condiciones tecnológicas no eran ni mucho menos las actuales y ya en esos Juegos de Los Ángeles se habían producido algunos escándalos de resultados por culpa de la falta de medios técnicos, con horas de deliberación de los jueces para determinar los resultados de especialmente algunas carreras en el deporte del atletismo. Como decíamos, a los jueces se les escapó una estocada de Preis y, por tanto, no se le sumó el punto debido. Pero esa circunstancia se repitió una vez más, siempre en contra de la centroeuropea. Sigue el combate muy igualado entre Guinness y Preis hasta finalizar con una escasa ventaja de la británica por un punto, la mínima posible. Es en ese momento, cuando Judy Guinness es proclamada campeona olímpica, cuando protagoniza uno de los momentos de deportividad más grande en la historia de los Juegos Olímpicos: se conduce hacia los jueces y les hace notar que no han contabilizado dos tocados de Preis. Por tanto, el resultado da un vuelco y esta vez gana Preis por un punto. Judy Guinness “regaló” un oro olímpico, quedándose con la plata, pero también mostró la mejor cara del deporte y de los valores olímpicos. Algunos le achacaron la ingenuidad de su juventud (tenía entonces 21 años) a su gesto. Otros destacaron el espíritu de justicia británico e incluso aristocrático con el que había sido educada. En cualquier caso, hizo lo mejor que tenía que hacer.

¿Qué fue de ambas tras el bonito “incidente”? Ellen, tras continuar como hemos visto con su carrera deportiva, se dedicó a los estudios llegando a convertirse en profesor emérito de la Universidad de Música y Artes Interpretativas de Viena y, entre otras cosas, asesoró sobre escenas de esgrima en obras de teatro. Como curiosidad decir que desarrolló una técnica de respiración que maximiza la energía, libera al cuerpo de tensiones y deja salir la voz libremente. En cuanto de la “sacrificada” Guinness sólo sabemos que se casó con un piloto de carreras el cual murió en un accidente aéreo, casándose de nuevo y falleciendo a los 42 años en su granja de la entonces llamada Rhodesia.

El podio final de Los Ángeles 32

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