Entrevistas

AMAYA VALDEMORO: “NO HAY PALABRAS PARA DESCRIBIR EL SENTIMIENTO DE SER OLÍMPICO”

Pronunciar su nombre es decir “Baloncesto femenino español”. Y conseguir ese logro, en un deporte que cuenta con una valiosísima medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río 2016, en una ya ex jugadora que no ha tenido la fortuna de participar de ese hito la hace aún más meritoria. Porque Amaya Valdemoro no necesita ni siquiera colgarse medallas del torneo más importante a nivel mundial para ser considerada la mayor representante de su deporte en su país. Y fuera de él también, no en vano la de Alcobendas abrió camino en ligas potentes como la rusa o la turca o, lo que es mejor, la WNBA, donde jugó entre los años 1998 y 2000 formando parte de los Houston Comets. No se limitó a jugar la mejor -con diferencia- liga del mundo, sino que ganó en ella tres anillos. Su palmarés es como para inquietar a sus rivales (cuando estaba en activo), destacando el haber sido elegida entre las cinco mejores jugadoras europeas seis años consecutivos. Internacional absoluta la friolera de 258 ocasiones, Amaya Valdemoro se merecía un gran título internacional antes de poner fin a su carrera. Lo consiguió con la consecución del Eurobasket de 2013 en una peleadísima final contra Francia en la que el combinado español se impuso por el margen más estrecho posible: un punto.

La mala suerte de Amaya, considerada la mejor baloncestista española de la historia, es haber vivido en una época en la que ganar una medalla era una empresa particularmente difícil, y así nos lo contó: Ha cambiado mucho el nivel del baloncesto en España. Mi generación lo teníamos muy, muy, muy difícil. Hubo un año que lo tuvimos un pelín más cerca, pero a nivel de juego era bastante difícil. Yo creo que abrimos muchas puertas y que hicimos unos papeles tremendos, pero era muy difícil alcanzar el podio. En nuestra época Australia, Estados Unidos eran intocables, así como Rusia. Luego añádele Brasil, China…El baloncesto femenino ha cambiado muchísimo”. Valdemoro llegó tarde a los mayores éxitos del baloncesto español, pero no lo lamenta: A todo el mundo le gustaría haber ganado una medalla olímpica, pero cada uno tiene que ser consciente de las posibilidades que tiene. Estar en los Juegos Olímpicos es lo máximo. ¿Una medalla? Pues no se tiene, pues no pasa nada. Pero no cambiaría mis medallas por una olímpica; hay que estar contento con lo que uno tiene”.

Aunque ella misma no quiero decirlo en voz alta, Amaya Valdemoro es una pionera para sus generaciones inmediatamente posteriores. Prefiere definirse como: “una persona que sí que ha ayudado muchísimo al baloncesto femenino. Formo parte de la historia del baloncesto femenino y del deporte español y creo que eso es más importante que cualquier medalla”. Ella, que en alguna ocasión se ha quejado de no haber tenido referentes femeninos cuando empezaba, se ha convertido a su vez en uno para jugadoras actuales (y futuras): “No tengo que decir yo si soy un referente para las chicas actuales, lo tienen que decir ellas. Hay gente pequeña que no me ha visto jugar y me pide fotos, con lo que yo alucino, por lo tanto creo que algo he hecho bien”.

El espíritu combativo que ha mostrado en numerosas ocasiones alcanzó un nivel particularmente destacable cuando superó, cumplidos ya los 35 años, una grave lesión en ambas muñecas mientras jugaba un partido de la Euroliga. Durante meses tuvo que recuperarse física y mentalmente, puesto que necesitaba ayuda para todo “hasta para lo más básico”. En su momento sintió impotencia, pero perseveró y logró volver a las canchas. Ahora, echando la vista atrás, lo ve como “gajes del oficio y ya está. Son lecciones de vida que te ayudan a superarte a uno mismo”. Por algo su libro autobiográfico se titula “Nací luchando”.

Otra cosa que tiene claro, teniendo en cuenta que ha ganado una medalla mundial, cinco en campeonatos europeos, amén de las tres ligas de la NBA femenina, entre otros campeonatos de primera linea, es la importancia que concede a los Juegos Olímpicos, en los que participó en las ediciones de Atenas 2004 y Pekín 2008: “Son el sueño de cualquier deportista. Son algo espectacular. No hay palabras para describir el sentimiento en ser olímpico. Los Juegos Olímpicos no tienen nada que ver con el resto de campeonatos en los que he participado”. Nos quedamos con este espíritu olímpico mostrado por esta campeona que tuvo mala suerte al no coincidir con el mejor momento del baloncesto femenino español, que sin duda ella ayudó a crear.

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