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CHRIS MEARS: CAMPEÓN OLÍMPICO TRAS ESTAR AL BORDE DE LA MUERTE

El público británico esperaba -con conocimiento de causa- que la primera medalla de oro olímpica para su país en saltos de trampolín la conquistaría en casa, durante los Juegos de Londres 2012, la megaestrella de este deporte Tom Daley. Los carteles inmensos con el rostro del precoz campeón abundaban en la capital británica desde antes de celebrarse dichos Juegos. Sin embargo, Daley decepcionó, alcanzando “sólo” una medalla de bronce. El honor de ser el primer campeón olímpico británico tampoco lo iba a lograr en la siguiente cita olímpica de Río, sino que acabó correspondiendo al dúo compuesto por Chris Mears y Jack Laugher en los 3 metros sincronizados.

Centrémonos en Chris Mears, pues su historia es insólita. Su madre murió cuando él contaba tres años. Su padre contrajo nuevo matrimonio y fue la madrastra de Mears la que le introdujo en el deporte a los seis años dada la hiperactividad del pequeño. En un principio la idea era inscribirle en gimnasia pero Mears siguió un camino similar al del gran Greg Louganis y finalmente acabó apuntado a saltos de trampolín.

A los 15 años pasó por el mayor trauma de su vida. El saltador británico estaba practicando en Sidney para el Festival Olímpico de la Juventud cuando se le rompió el bazo. Ignorante de lo que realmente le había ocurrido, siguió saltando. Entonces le vino fiebre glandular. Lo que le estaba ocurriendo era que sus órganos se estaban apretando debido a la inflamación. Su situación se agravó al seguir saltando y recibir el usual impacto al entrar en el agua. Su bazo acabó por desgarrarse. Al perder hasta dos litros de sangre el saltador recibió un diagnóstico fatal: sólo tenía un 5% de posibilidades de sobrevivir. Ya hospitalizado y tratado, Chris fue mejorando. Había salvado la vida, pero los médicos le desaconsejaban radicalmente volver a la práctica del deporte. Poco después sufrió una recaída; un día sus padres le encontraron tirado en el suelo con convulsiones, las cuales duraron hasta siete horas, pasando tres días en coma. Aunque parezca mentira, Mears no solo se acabó recuperando del todo, sino que se empeñó en seguir practicando su deporte. Tanto es así que incluso compitió a nivel internacional tan solo 18 meses después de lo ocurrido.

Con su compañero Jack Laughter en Río 2016. Foto de REUTERS- EPA

Los años siguientes fueron los de la madurez deportiva de Mears, especializado en la prueba sincronizada de tres metros. Las medallas caían en campeonatos mundiales, europeos, Juegos de la Commonwealth y Copa del Mundo, pero el momento sin duda álgido de su carrera tuvo lugar en los Juegos de Río, donde alcanzó el oro.

Su vida personal, sin embargo, había cambiado a raíz de su problema médico. Convaleciente en una cama durante meses, se compró una guitarra y un ordenador con una aplicación para crear música. Quemó tantas horas muertas aprendiendo a tocar el instrumento y a crear su propia música llegando su inmersión en la música a alcanzar tales proporciones que hizo de su dormitorio todo un estudio de grabación. Acabó fichando por una discográfica y publicando su propio disco. Tras ganar medallas importantes en 2018 Mears decidió retirarse al año siguiente para dedicarse plenamente a su carrera musical. Aunque la música en realidad no ocupa todo su tiempo, ya que participa activamente en campañas animalistas de PETA y es un activo defensor de los atletas homosexuales que deciden “salir del armario”. Por cierto que su actividad en redes sociales también ha resultado polémica, al ser hackeados y publicados sus selfies más íntimos.

Chris Mears ha sido el vivo ejemplo de la superación y del empeño en alcanzar unos logros gracias al trabajo y la perseverancia. A cambio de dolores y rehabilitación llegó el oro olímpico. No se puede aspirar a más en el mundo del deporte.

En Londres 2012. Foto de AFP

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