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JOHN CURRY: EL “NUREYEV” DEL PATINAJE QUE LO REVOLUCIONÓ DANDO MÁS PESO A LA PARTE ARTÍSTICA

Es hora de recordar (o de dar a conocer, según sea el caso) a uno de si no entre los mejores patinadores de la historia, sí uno de los más elegantes: el británico John Curry, que lograría ser campeón olímpico. Curry en realidad de niño quería ser bailarín de ballet, pero su padre no lo veía con buenos ojos. Le “permitió” dedicarse, en su lugar, al patinaje artístico al ser considerado un deporte. A los siete años comenzó en este duro deporte pero es indudable que gracias a sus capacidades y su cuerpo, claramente más apropiado para el ballet, impregnó su patinaje de una pátina artística tal hasta el punto de ganarse el apodo de “el Nureyev del patinaje”. Curry no podía esconder su tendencia más artística, sin dejar de lado la técnica, ya que su cuerpo le dotaba, por ejemplo, de una gran capacidad de salto.

Los comienzos en su preparación en el patinaje no fueron fáciles. Tenía que entrenar en una pista pública esquivando a los patinadores aficionados, pero el inglés iba mejorando y consiguiendo campeonatos. Su debut olímpico se produjo en Sapporo 72, donde conseguiría un discreto undécimo puesto, pero allí fue descubierto por un millonario estadounidense -Ed Moseler- que le acogió en su ala patrocinándole y proporcionándole un entrenador de renombre (Carlo Fassi) e inmejorables instalaciones para entrenar en Denver, Colorado. Los esfuerzos económicos del mecenas Moseler fueron ampliamente recompensados con los títulos de mayor peso por parte de John Curry: en orden cronológico bronce en el Europeo de 1974, bronce en el Mundial de 1975, plata en el Europeo de ese mismo año y ya un 1976 espléndido con oros tanto en el Europeo, como en el Mundial y en los Juegos Olímpicos de Innsbruck (primer patinador masculino que conseguía el triplete en un mismo año) Ello le conllevó ser votado por la BBC como la Personalidad Deportiva del año, además de tener el honor de ser el abanderado olímpico británico en los Juegos de Innsbruck.

John Curry

Centrémonos en los Juegos que le proporcionaron el oro (el primero del patinaje británico a nivel olímpico). En el programa libre realizó a la perfección un triple toe loop, un triple Salchow y un triple loop. Logró la mayor puntuación de la era de los 6.0 puntos como puntuación máxima. De 108 puntos posibles conseguiría 105.9. Curiosamente sólo los jueces soviético y canadiense no le colocaron en primera posición…al fin y al cabo los patinadores Vladimir Kovalev y el canadiense Toller Cranston estaban en la puja por ganar medallas. Para los Juegos que le consagraron John Curry se vio “obligado” a “masculinizar” algo su estilo para dar gusto al juez soviético. Ya hemos visto que en ese sentido su esfuerzo fue en vano. Y es que Curry se caracterizaba por un patinaje muy influido por el ballet, en una época en la que imperaba el modelo de “bailarín cosaco” y no tan sensual como los movimientos de Curry. El patinador inglés dominaba como pocos su cuerpo, logrando una gran extensión. Se puede afirmar sin temor a equivocarnos que revolucionó el estilo del patinaje, dando más peso a los aspectos artísticos, elevado a un altísimo nivel por él gracias a sus capacidades. Eso sin dejar de lado la parte técnica de los saltos, ya que poseía una gran capacidad de salto, como hemos comentado. Otra curiosidad de este patinador es que realizaba los saltos en dirección contraria a las agujas del reloj mientras que las piruetas las hacía en dirección a las agujas del reloj.

La noche en que se proclamó campeón olímpico John Curry declaró abiertamente su homosexualidad, aunque otras fuentes afirman que lo publicó primero el diario sensacionalista alemán Bild-Zeitung. En ese sentido, se convirtió en el primer deportista de élite en confesarlo. Acabados los Juegos pasó a dedicarse al patinaje profesional formando una compañía de patinaje a la manera de las compañías de ballet. Creó coreografías, en ocasiones por encargos de gente del ballet de la talla de Twyla Tharp. Incluso llegó a patinar con su compañía en una pista de hielo colocada en la Ópera Metropolitana de Nueva York.

La vida personal de John Curry no fue fácil. Se le ha acusado de ser un brillante a la vez que atormentado artista con una personalidad compleja. No faltaron las disputas con su propia compañía y luchas en la financiación de la misma. También se ha llegado a decir de él que era arrogante, ambicioso y clasista. Sea como fuere, en 1987 se le diagnosticó SIDA, muriendo con tan solo 44 años de un ataque al corazón relacionado con dicha enfermedad tres años después de detectársela.

El Nureyev del patinaje no solo consiguió el oro olímpico, sino -lo que es más importante- dejar una impronta que revolucionó su deporte y atrajo a muchos aficionados ante sus magníficas interpretaciones.

 

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