Concienciados olímpicos

ISAAC MENYOLI: EL CAMERUNÉS QUE FUE A SALT LAKE CITY 2002 PARA LLAMAR LA ATENCIÓN SOBRE LA PREVENCIÓN DEL SIDA

Los seguidores de Historias de los Juegos ya sabrán que no sólo los campeones conforman la historia de los Juegos Olímpicos, ni mucho menos. ¿Qué sería de los Juegos sin los infructuosos aspirantes a medalla o incluso los atletas cuyo nivel no les permite aspirar a un buen puesto? Y luego están los que participan por una causa que nada tiene que ver con alcanzar un puesto deportivo. Son escasos los ejemplos, pero el camerunés Isaac Menyoli ejemplifica uno de los más destacados. Este atleta africano participó en los Juegos de invierno de Salt Lake City en 2002 en la modalidad de esquí de fondo con una intención clara: llamar la atención de sus compatriotas sobre los riesgos del SIDA.

En un país sin nieve y sin pistas de deportes de invierno Isaac se convirtió en el primer representante camerunés en unos Juegos Olímpicos de invierno. No buscaba ni la fama ni convertirse en el “Eric Moussambani” de los Juegos de invierno –aunque algunos le denominaron así-. Sin ir más lejos, le diferenciaba del “nadador” el hecho de que practicara dos horas al día después de su trabajo, ahora bien, sobre terreno sin nieve. Menyoli estudiaba arquitectura en Estados Unidos, además de trabajar. Algunos voluntarios extranjeros acudían regularmente a su país para educar en la prevención de la llamada “plaga del siglo XX”, pero muchos locales simplemente no les creían. Incluso pensaban que era una conspiración proveniente de fuera, una mentira. Algunos de los amigos de Isaac habían muerto, muy posiblemente a causa del SIDA. Sin embargo, se negaba la mayor. Se llegaba a decir que esas “misteriosas muertes” eran debidas al vudú y a la brujería. Menyoli quería poner fin a ello y llamar la atención de sus conciudadanos para una correcta prevención.

Durante un año ahorró hasta 15.000 dólares con el fin de poder participar en el número mínimo de carreras exigidas para poder competir en unos Juegos Olímpicos. En su caso fueron cinco, a lo largo de Alaska y Canadá. En un principio llegó a plantearse hacerlo en la peligrosa prueba de descenso de esquí alpino, pero lo descartó porque “podría golpearme contra un árbol e incluso morir”. En todas las carreras de clasificación olímpica fue último excepto en una, en que fue penúltimo, pero le bastó para clasificarse, al proceder de un país cuya participación interesaba al COI en su intento de universalizar los Juegos. Isaac, que se había fijado por primera vez en los Juegos Olímpicos de invierno en 1988 viendo por televisión los de Calgary, había contactado primero con la Federación Internacional de Esquí con su un tanto peregrina idea de participación, ella a su vez le remitió al Comité Olímpico de su país, que le ofreció todo el apoyo…moral y administrativo, porque el económico debía correr a cargo del propio Menyoli.

Ya en Salt Lake City Isaac Menyoli era un hombre con una misión y ésta no era precisamente lograr un buen puesto, totalmente fuera de su alcance. Debido a la extravagancia de su procedencia Menyoli fue requerido por la prensa de diversos países. Mejor para su causa, que requería visibilidad. Mientras participaba en dos pruebas, las de 10 kilómetros estilo clásico –donde acabó en 80ª y última posición- y en la de la distancia corta de sprint -donde su resultado fue el puesto 67º de 71 participantes-, Menyoli daba eco a su causa y, de paso, conocía a sus ídolos: los esquiadores de fondo italianos, a los que había admirado contemplando por televisión su emocionante victoria del relevo lograda en los Juegos de Lillehammer.

Eco desde luego que consiguió el camerunés, que llegó a ser votado en la televisión nacional australiana como el “mejor olímpico del día”. Curiosamente, Menyoli coincidió con otro africano que llamó mucho la atención en los Juegos Olímpicos previos, los de Nagano: el keniano Philip Boit (protagonista de otro momento singular y emotivo cuando fue esperado y felicitado en la meta por el ganador Bjørn Dæhlie tras largos minutos. Boit también actuó de inspirador del camerunés, quien reconoció que su participación en Nagano había sido una de las razones por las que decidió acudir a los Juegos de Salt Lake City.

Aunque algunos consideren que Isaac Menyoli “utilizó” la repercusión que proporcionan unos Juegos Olímpicos nos gusta creer que, si lo hizo por una buena causa como la suya, bien está la contribución indirecta del olimpismo.

Foto de Menahem Kahana/AFP/Getty Images

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