Uncategorized

OLAF V DE NORUEGA: EL PRIMER MIEMBRO DE LA REALEZA EN SER CAMPEÓN OLÍMPICO

Los Juegos Olímpicos son –deberían serlo- el objetivo último de todo deportista de élite. Participar en ellos, y no digamos conseguir una medalla, constituiría, por tanto, el culmen de su vida profesional. Sin embargo, no lo es en unos pocos y excepcionales casos, como son los de los reyes y otros miembros de la realeza que han tomado parte en ediciones olímpicas. De entre todos ellos hoy vamos a destacar al primer rey que se proclamó campeón olímpico: Olaf V de Noruega (sería nombrado rey, eso sí, años después de su hazaña olímpica).

Nacido poco después de iniciado el siglo XX, en 1903, su padre realizó la carrera militar en la Marina. Olaf, por el contrario, se decantó curiosamente por llevarla a cabo en el ejército de tierra, aunque posteriormente en lo que destacaría sería en el deporte de la vela, el que le proporcionó su medalla de oro olímpica. Con 18 años demuestra sus dotes atléticas en el muy noruego deporte de los saltos de esquí, llegando a proclamarse campeón nacional en la mítica pista de saltos de Holmenkollen. Pero Olaf, quién sabe si siguiendo la tradición de sus antepasados vikingos, se siente atraído por la vela, a la que empieza a prestarle atención.

En esa primera época de aproximación al deporte en el que destacaría más tarde hace amistad con Erik, hijo del que fuera campeón olímpico en los Juegos de Estocolmo 1912 Johan Anker. Anker padre se había convertido en esa época en un prestigioso diseñador y constructor de veleros. De haber seguido con cierta intensidad dedicado al mundo de la vela, el joven Olaf podría haber participado ya en los Juegos que se iban a celebrar en 1924, pero se matricula en jurisprudencia y económicas en la universidad de Oxford. Los Juegos tendrán que esperar, mas siguen en su perspectiva de vida.

No quiere perderse la edición siguiente, a celebrarse en Ámsterdam en 1928. Consigue participar en ella, preparándola con tiempo. Ya en 1925 declaró su firme propósito de competir y pide que le construyan un velero. Quiso acompañarse del mejor, así que le pidió al experimentado Johan Anker que fuera su compañero de aventura olímpica, siendo su hijo Erik también parte de la tripulación, que se compondría de cuatro hombres.

Finalizando el año 1927 Johan Anker ya ha construido el velero con el que competirían. Lo llamarían Norna, que en la mitología nórdica es un espíritu femenino. En junio del siguiente año, ya muy cerca de las fechas olímpicas, el velero parte atravesando el estrecho de Skagerrak, siguiendo por el mar del Norte hasta Waddenzee, cruzando el dique Afsluitdijk. Arriban por fin a Ámsterdam tras pasar las aguas del lago artificial de Ijsselmeer. Les queda menos de un mes para empezar la competición. Tienen que dejar el pabellón noruego alto, porque veleros de su país habían ganado en su categoría (la de seis metros) en las ediciones olímpicas inmediatamente anteriores de Amberes 20 y París 24. Lo logran y a gran distancia, además, de los más inmediatos perseguidores, los daneses. Olaf se convierte así en el primer miembro de la realeza en conquistar un oro olímpico. Curiosamente el otro único caso ocurrió muchos años más tarde –en 1960- en el mismo deporte de la vela y en la misma categoría de la clase de seis metros. Se trataba del rey Constantino de Grecia. Pero eso es otra historia.

Olaf siguió navegando hasta su vejez, aunque ya nunca más en Juegos Olímpicos. Consiguió un par de medallas de bronce en sendos Mundiales de vela, ya septuagenario. Reinó desde 1957 hasta su muerte en 1991. De su labor como monarca no vamos a tratar aquí, pero sí destacar el dato de que fue elegido como “noruego del siglo”, seguramente por la labor que desarrolló en la II Guerra Mundial. A nivel olímpico quedará como el primer miembro de la realeza en proclamarse campeón olímpico.

La sangre marinera vikinga o la competitiva del propio Olaf harían que, décadas más tarde su hijo, el futuro rey Harald V de Noruega también se convirtiera en competidor olímpico en vela hasta en tres Juegos…pero eso también es otra historia.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *