LAS VIVENCIAS DE RÍO 2016 DE MIREIA BELMONTE Y RUTH BEITIA EN PRIMERA PERSONA
Fueron las reinas de Río 2016 para la afición española. No portaron la bandera en las ceremonias de apertura o clausura pero fueron las abanderadas de facto del denominado TeamESP. Una de ellas ya fue la reina oficiosa en la anterior cita olímpica y la otra, muy querida por el público, tenía todo para convertirse en la de la capital carioca a poco que consiguiera algo relevante y vaya si lo hizo (ambas lo hicieron). Son Mireia Belmonte y Ruth Beitia, siempre en el corazón de los seguidores españoles. Ambas nos contaron cómo vivieron esta nueva experiencia olímpica, la tercera para la nadadora y la cuarta para la atleta.
Así lo vivió Mireia: “Río fue muy bonito, muy especial. Objetivo súper cumplido. En Londres no tenía mucha presión encima de mí, solo la que me ponía yo misma y este año al haber ganado ya medallas sí que había un poco de presión en mi entorno, pero disfruté muchísimo y me lo pasé muy bien. Simplemente dejé fluir los días y las sensaciones que tenía”. Al ser la primera en competir la nadadora de Badalona podría sentir una presión extra por ser la primera medalla “casi segura” española en caer: “Como soy la que compite el primer día siempre están esperando a ver si gano yo. Me toca a mí pero podría ser a otra persona”. Pero la doble medallista en Río transmite tranquilidad: “Una vez que ganas la primera medalla como que te desahogas un poco porque ya has ganado una medalla olímpica y no todos los días puedes hacer eso. Después de la primera todo viene mucho más fácil”.
De la en ocasiones polémica organización de los Juegos de Río Belmonte no tiene quejas: “La verdad es que todo estuvo bastante bien, no me picó ningún mosquito…La villa la verdad es que está construida como con alfileres, no está para que una persona normal entre allí y viva. Es para estar un par de semanas. Pero es normal, ocurre en todas las villas. No nos afectó el transporte porque teníamos a 20 minutos la piscina y los autobuses venían cada 15 minutos. Respecto a Londres, en Río veías a la gente en la grada como más encima de ti”. Mireia, que afirma no ser consciente de ser una estrella mundial de la natación, se toma su carrera con calma. Es más partidaria de “saborearlo cuando acaba tu carrera deportiva; tienes que creértelo porque tienes que animarte y saber quién eres, pero para tener ese hambre de competir tienes que dejar a un lado lo que has hecho el día anterior y empezar de cero. No hay otra forma de trabajar si no desde la humildad”.
Turno de la saltadora de altura cántabra, preparada como dice ella para estar a tope “el Día D en la Hora H, es decir: en la cita olímpica”. Ruth Beitia nos contó al máximo detalle cómo vivió esa final que le otorgó no solo la ansiada medalla olímpica –el único blasón que le faltaba por lograr-, sino en su máxima expresión de color dorado: “El saltar la primera podría haber sido un hándicap, pero yo soy una persona muy positiva, que siempre da la vuelta a la tortilla muy rápido y dije: “Pues nada: mi labor es saltar todo a la primera, dirigir la competición y, si me permitís, acojonarlas“. En eso estuve y salió bien. Y una vez que tiré el último listón, de dos metros, pues ya no podía hacer yo nada: les tocaba a ellas. En el momento en el que tiró [la búlgara] Demireva ya era como “¡guao, he cumplido mi sueño: voy a estar en un podium olímpico!”. Cuando lo tiró mi “gran amiga” Blanca Vlasic pues un peldañito más; ya era plata. Entonces yo me seguía creciendo y lo estaba viviendo”.
Ese ínterin le pasó a la española sin percibir realmente todo lo que estaba ocurriendo en el tartán del estadio olímpico de Río: “No soy consciente del tiempo que transcurrió pero matemáticamente si tenemos un minuto para saltar, poner el listón y tal, como mucho estuvimos seis-siete minutos ahí de espera. Unos estuvimos más. Y ya, en el momento de Chaunte [Lowe, estadounidense que acabó en cuarto lugar] pues ya, ¿qué os puedo decir? Además a Chaunte yo siempre la comparo con Marta Mendía: es una gran competidora del tercer intento; es una peleona, la tía es increíble y quizá era la que más temía”.
La espera se le hizo larga a Beitia: “Se lleva con más tensión cuando no depende de ti, evidentemente. Yo ya había hecho el trabajo. Yo tendría que haber saltado esos dos metros para continuar en competición, pero no fue así. Durante todo el mes siguiente a los Juegos he tenido la oportunidad de hacer muchísimas entrevistas y me van viniendo pequeños ecos de lo que ocurrió después de mi último salto a través de las entrevistas. Fui respetuosa; pedí silencio para que ellas tuvieran la oportunidad que tuve yo y al final la balanza osciló hacia mi lado y soy feliz”. ¿Y cómo se enteraba Ruth del resultado, si no estaba mirando la competición?: “Me enteraba de lo que pasaba porque, aunque parezca increíble, en un estadio lleno de gente en el que había muchos gritos, escuchas al listón caer y luego, claro, al público decir “¡ooooh!”. El listón es mi marcador”. Como siempre, Ruth Beitia tiene palabras para su entrenador, Ramón Torralbo, y en una ocasión tan especial como el oro olímpico no iba a ser menos: “No vi ninguno de los saltos; estaba ahí pegadita a mi entrenador y una vez que vi que éramos campeones olímpicos lo único que necesitaba era ese abrazo y ese beso con mi entrenador”.