Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 7: LA INTRIGA DEL ORO EN VELA CLASE 49er EN PEKÍN

El domingo 17 de agosto de 2008 la bahía de Qingdao iba a ser el escenario de, más que una competición olímpica, un auténtico “thriller”. Se disputaba la última regata de la clase –masculina- 49er, olímpica desde Sidney 2000. Varios equipos optaban matemáticamente al oro, incluidos los entonces vigentes campeones: los españoles Xabier Fernández e Iker Martínez. La última regata, denominada Medal Race, tiene características especiales, pues su puntuación vale doble y en ella sólo compiten las diez primeras embarcaciones. Es decir: se juega mucho más que en los días precedentes de regatas.

Los máximos favoritos antes de llegar a China eran tanto los españoles como los daneses, con un equipaje compuesto por Martin Kirketerp y Jonas Warrer. Éstos, amén de pertenecer a un país con amplia tradición en vela olímpica, iban primeros antes de la Medal Race, a distancia de sus perseguidores. Sin embargo, eran varias las embarcaciones con posibilidad de subirse a lo más alto del podio, incluyendo a los finalmente cuartos clasificados, los italianos, quienes volcaron en la última popa cuando estaban en plena lucha por el oro.

Pues bien, cuando todo hacía presagiar que los daneses podrían confirmar su primera plaza, rompieron el palo de su embarcación al volcar en un entrenamiento -justo antes de la última regata- debido al fuerte viento, que alcanzaría los 22 nudos. Para su desgracia, ya en puerto comprobaron que sería imposible sustituir a tiempo tanto el mástil como las velas dañadas pero…se les ocurrió una “ingeniosa” idea que acabó siendo de lo más polémica: le pidieron al equipo croata, ya descartado puesto que no se encontraba entre los diez mejores –y, por tanto, ya no tenía que disputar más regatas- que le prestara su embarcación.

Al margen de si entra dentro de lo reglamentario participar con la embarcación  de otro equipo (sólo se permiten cambiar piezas rotas que sean apéndices), lo cual ya dio pie a numerosas reclamaciones, se dio la circunstancia de que el equipo danés no sustituyó la bandera croata del barco (en realidad, ocupa casi toda una vela, no es una bandera de quita y pon), lo que creó una gran confusión a lo largo de la última y decisiva carrera.

El resto de participantes no llegó a ver la bandera danesa y no fue consciente de que el equipo de Kirketerp y Warrer estaba compitiendo. Más de uno pensó que finalmente no habían sido de la partida, como así declararon varios competidores al acabar la prueba. Las estrategias, de este modo, variaron, dejando a un lado a un equipo que al fin y a la postre se llevó el oro. Los daneses, además, habían llegado tarde al tomar la salida (más de tres minutos y medio por encima del tiempo reglamentario). Ninguna otra embarcación pensó que los daneses competían.

Finalmente los daneses acabaron en séptima posición, lo suficiente para adjudicarse los puntos necesarios para alcanzar el oro. Se da la circunstancia de que, para más inri, ese séptimo puesto lo lograron debido a que tres equipo que iban por delante de ellos decidieron no cruzar la meta en señal de protesta por las condiciones meteorológicas en las que se estaba disputando la regata. De hecho, fue considerada la regata olímpica más intensa y difícil de todas las disputadas en la historia de los Juegos.

La mala suerte de los daneses al romper en el entrenamiento se convirtió en buena por el cúmulo de circunstancias a su favor que se fueron produciendo con posterioridad. Porque, pese a las reclamaciones de las delegaciones española (que se llevó la plata), la alemana (el bronce), la italiana (cuartos) y la estadounidense y pese a las seis horas de deliberación, los daneses ganaron uno de los oros más “sucios” que se recuerdan. Incluso una institución neutral, como era el Comité de Regatas, presentó una protesta.

Las medallas, no obstante, quedaron en suspenso días enteros, pues tuvo que intervenir el Jurado Internacional para estudiar los recursos presentados. Incluso los medios de comunicación daneses calificaron su propio triunfo de “surrealista”.

Los recursos se sucedieron, como los interpuestos por el COE y el CONI al TAS, el cual se “lavó las manos”. La conclusión fue una sensación en los “perdedores” de injusticia y una inseguridad en el resultado final que hizo que la final se prolongara días y días una vez acabada la última prueba.

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