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LA LACRA DEL DOPAJE EN LA HALTEROFILIA

La halterofilia parecer arrastrar una rémora que le pesa como una losa, más incluso que las que tienen que cargar los propios halteras. No se trata, como podría padecer, de la falta de popularidad en los medios de este deporte, aun siendo olímpico. Tampoco de una falta de cantera para continuar con este deporte en el futuro. El daño es otro, está ahí, es innegable pero tiene solución: la losa del dopaje.

Si bien esta lacra del deporte afecta a todos en una mayor o menor medida, en el caso del levantamiento de pesos es un caso masacrante. En ningún otro deporte se han producido ni tantos casos positivos en cuanto a número, ni en cuanto a medallistas olímpicos ni en cuanto a delegaciones enteras. Veamos algunos ejemplos:

Si repasamos la lista de positivos confirmados en Juegos Olímpicos los casos de halteras dominan el panorama abrumadoramente: de 46 casos comprobados desde Méjico 68 hasta Londres 2012 trece pertenecían a este deporte, es decir: un 28,26%. Con el tiempo y los avances en los controles antidopaje se han ido detectando más casos de positivos. Ello ha hecho que afloraran a la luz pública más casos de positivos en halterofilia. En los Juegos de Sidney, por ejemplo, se expulsó a toda una delegación de un país –en este caso Bulgaria, una de las naciones más sospechosas en este deporte- tras descubrir que la campeona en la categoría de 48 kilos Izabela Dragneva y el bronce en la categoría de 62 kilos, Minchev Angelov, estaban dopados.

No fue un caso aislado. Ese mismo país, Bulgaria, protagonizó un hecho insólito poco antes de Pekín 2008. La Federación Búlgara de Halterofilia decidió retirar ni más ni menos que once atletas de la lista de los convocados para los Juegos, ante el temor de que dieran positivo. Algunos de ellos eran medallistas y otros con claras aspiraciones de podio. Se habían llevado a cabo controles en la concentración preolímpica, sita en Asenovgrad, con resultados escandalosos. En los once se encontró metandienona, un esteroide anabolizante prohibido.

Por desgracia, este “freno” de la propia Federación Búlgara no paró el número de casos de dopaje. No es casualidad, pues, que el primer caso de positivo en Londres 2012 fuera el de un haltera, el del albanés Hysen Pulaku. Se le encontró una droga –Stanozol- que facilita una recuperación más rápida entre rondas de ejercicios. Y la lista sigue: en los Mundiales disputados en Budapest en 2014 se detectaron ocho casos de positivos entre los practicantes de este deporte.

Todo ello dio lugar a que las autoridades se dieran cuenta por fin de que había que atajar de raíz este problema, auténtica lacra en la halterofilia. Reunidos en octubre de 2014 en Breslavia (Polonia) y ante los numerosos casos de dopaje, decidieron crear por primera vez una comisión antidopaje independiente. El presidente de la IWF definió la situación creada con esta corta pero contundente afirmación: “Ya es suficiente”, añadiendo: “No podemos permitirnos destruir nuestro deporte”. Y es que las cifras hablan por sí mismas: sólo en 2013 69 halteras pertenecientes a 17 países dieron positivo. En cabeza Kazajstán, seguido de Armenia, Uzbekistán, Ucrania, Georgia y Rumanía. Ya no se encarga la IWF de los controles, sino que lo hace una comisión dependiente del COI. Una de las medidas que se tomaron fue la del pago de multas de 500.000 dólares y sanción de hasta cuatro años si una federación tiene nueve casos de dopaje en un año. Un límite quizá demasiado permisivo, en lugar de cortar por lo sano y de forma radical.

Los casos de dopaje no se limitan a Europa o repúblicas asiáticas, sino que están por doquier, incluyendo casos de países americanos, en los Juegos Panamericanos, etc.

Lo peor del asunto no es el engaño o la injusticia, sino el daño que se realiza en la propia salud de los deportistas. Especialmente grave es en el caso de las mujeres. Según expertos médicos, el daño que se puede producir en el cuerpo de una mujer haltera dopada puede ser “irreversible”. “Los cuerpos de esas mujeres cambian para siempre y ya no se recuperan”, afirmaba la doctora Rubio, de la Federación Española.

Actualización: El COI ha advertido en 2020 que peligra la inclusión de la halterofilia en los Juegos de París 2024 si no avanzan las reformas en su federación internacional. Los casos de dopaje han aumentado y hay delegaciones enteras que no podrán contar con sus halteras en los Juegos de Tokio 2020 o lo harán con únicamente dos componentes: uno masculino y uno femenino.

2 Comentarios

  • Herlan Del Carpio

    Este articulo es relativo, la verdad es que si se encuentra más casos de dopaje en la Halterofilia, es porque éste deporte es el que más controles realiza.
    Estoy seguro que si todas las disciplinas deportivas olímpicas -en sus eventos de clase mundial- hicieran el 25 % de la cantidad de controles que realiza la Federación Internacional de halterofilia, tendríamos un cambio de números estadísticos.
    Los altos resultados deportivos que se logran en la Halterofilia por una muy posible ingesta de fármacos prohibidos, son equivalentes a los altos resultados deportivos que se obtienen en el ciclismo, atletismo natación, etc., resultados que parecen de otra galaxia.

    • rinconolimpico

      Efectivamente, cuantos más controles, más casos de positivos en dopaje aparecen. Cierto es que las peculiaridades de cada deporte hacen que sean más o menos proclives a que se produzcan mejoras por causas externas, siendo la halterofilia uno de ellos. Esperemos que el dopaje acabe de una vez no en este, sino en todos los deportes, aunque las continuas noticias de positivos sean descorazonadoras. Gracias por tu valiosa
      aportación

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