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KÁROLY TAKÁCS: DETERMINACIÓN OLÍMPICA

Nuestro protagonista es el vivo ejemplo de que para ser campeón olímpico hace falta algo más que dotes naturales y mucho entrenamiento: él tuvo determinación y fuerza psicológica para dar y regalar. Károly Takács consiguió la mayor gloria olímpica gracias a ese empeño. Este tirador pasó a ser, de pleno derecho, un héroe en su país natal. Todo húngaro no solo le conoce, sino que le venera, aunque puede que pocos de nosotros haya oído hablar antes de él. Gran error que vamos a intentar remediar ahora, pues este húngaro que se empeñó en ser olímpico lo merece.

Károly Takács había nacido en 1910 en Budapest. De joven se alistó al ejército húngaro, lo que le hizo convertirse en un tirador de clase mundial. Sin embargo, en 1936 se le negó participar en los Juegos Olímpicos de Berlín por ser un sargento, cuando sólo los suboficiales (es decir, de rango superior) tenían el permiso para competir. Parecía que el destino le perseguía, pues sí que habría podido hacerlo en los Juegos que habrían de jugarse en 1940 en Tokio pero ni éstos ni los siguientes tuvieron lugar con motivo de la Segunda Guerra Mundial. El sueño olímpico se iba alejando poco a poco.

Takács tuvo que luchar contra el reglamento, contra toda una guerra planetaria y contra un gravísimo accidente para poder representar a su país en la máxima competición mundial. El accidente ocurrió durante un entrenamiento militar; una granada defectuosa le explosionó en la mano derecha, la de tiro, y se la tuvieron que amputar.

Tras un mes hospitalizado, deprimido ante su situación, da con una alternativa que, de cumplirse, le podría hacer realidad su sueño: empieza a entrenar con la mano contraria. Sus prácticas las llevó a cabo en secreto, tanto, que cuando volvió a asistir a campeonatos internacionales y muchos tiradores se le acercaban para interesarse por su estado y lamentar el drástico fin de su carrera él los dejaba epatados diciéndoles que había ido a participar, a competir y a ganar, cosa que hizo.

Llegaron los Juegos de 1948 en Londres y Takács se convertiría en campeón olímpico en la modalidad de pistola rápida de 25 metros. Volvería a ganar el oro en los siguientes Juegos, los de Helsinki. Como le dijo el que era vigente campeón mundial en el 48, el argentino Carlos Díaz, al que el húngaro había comentado “Estoy aquí [Juegos de Londres] para aprender”: “Capitán Takács usted ha aprendido muchísimo, ahora es tiempo de que se retire y me enseñe a mí”. Sin duda este tirador húngaro es uno de los mayores ejemplos de superación en el deporte.

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