VANESSA MAE Y HUBERTUS VON HOHENLOHE: INFILTRADOS OLÍMPICOS
En ocasiones hay grandes deportistas que no son premiados con su participación en unos Juegos Olímpicos por el simple hecho de haber nacido en una nación potente en ese deporte determinado. ¿Injusto? Mucho. Más si se tiene en cuenta que otros que no llegan a ser ni medianías logran cumplir el sueño de convertirse en olímpicos por ser de países sin ningún potencial, pero que el llamado “espíritu olímpico” permite que participen para que lo haga el mayor número de países. Otra injusticia, a mi modesto modo de ver. Ese llamado “principio de la universalidad” que permite a países presentar a deportistas no clasificados por méritos propios. Pero lo que sin duda es injusto es que unos millonarios que ni siquiera son de esos países pobres en lo deportivo y, lo que es peor, no son ni deportistas de profesión, logren participar en unos Juegos. Dos ejemplos recientes, vistos en los Juegos de Sochi: la violinista británica Vanessa Mae y el “gigoló” austriaco de sangre azul Hubertus Von Hohenlohe.
La primera participó por …Tailandia y el segundo por…Méjico. No habrían encontrado hueco en las selecciones de sus respectivos países.
Ambos tomaron parte en esquí alpino, la más común de las modalidades deportivas de los Juegos invernales. Ella quedó última, él se cayó y, por tanto, fue eliminado. Ambas participaciones pueden clasificarse de muy inferiores al mínimo exigido.
Los dos comparten algunas características: el dinero, la edad alta para ser deportistas en activo (ella 35, él 55 años) y la posibilidad de tener un vínculo remoto con un país sin chance para llevar a deportistas de nivel. Ambos usaron una vía de escape que les permitió hacer realidad su sueño de ser olímpicos, siendo como son amantes del deporte y practicantes del esquí desde su infancia.
Hubertus es veterano es esto, pues su primer capricho olímpico se materializó ya en Sarajevo 84. En Sochi quiso dar la nota compitiendo con un traje de mariachi que fue muy comentado por la prensa mundial. Aun así, no todo fue fácil en la “carrera deportiva” del noble, pues la Federación mejicana decidió que no cumplía con los requisitos para representar dignamente al país y que, de hacerlo, quedaría en los últimos puestos. El austriaco, que también se ha dedicado con dudoso éxito a la carrera artística, afirma que si sigue participando en unos JJ.OO. es porque “se estaba perdiendo la costumbre del participante exótico”.
De la popular y multivendedora de discos Vanessa Mae hay que decir que incluso cambió su apellido (Vanakorn por Mae) para hacerlo “más tailandés”. Igual tenía algún remordimiento de conciencia por tener cero vínculos reales con el país que le facilitó cumplir su sueño de ser olímpica. Ella misma reconoció que apenas había entrenado. También fue polémica su forma de acceder a la clasificación olímpica, pues se la llegó a acusar de haber comprado a jueces en las carreras clasificatorias (logró además el pasaporte olímpico en el último momento) y llegó a ser sancionada por cuatro años, sanción que apeló y ganó. En Sochi finalizó en último lugar. ¿No es un insulto a los esquiadores profesionales que dedican horas y horas de su esfuerzo sin verse recompensados?
Actualización: Hubertus von Hohenlohe quiere competir en los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín 2022, donde tendría 63 años. Serían sus séptimos Juegos Olímpicos. Es ya el olímpico de mayor edad en el deporte del esquí alpino.
2 Comentarios
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