Concienciados olímpicos,  Heroínas olímpicas

MARIA KWAŚNIEWSKA: LA ATLETA VALIENTE QUE DESPRECIÓ A HITLER EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE BERLÍN 36

Puede que “sólo” (un sólo muy entrecomillado) la protagonista de este artículo haya ganado un bronce olímpico (en su caso, en lanzamiento de jabalina en los Juegos de Berlín de 1936), pero lo que ocurrió justo después de su medalla y, lo que es más importante, su papel durante la II Guerra Mundial la hagan merecedora no de este artículo, sino de un libro y una película. Maria Kwaśniewska era una talentosa deportista multidisciplinar. Fue medallista en atletismo, sí, pero también destacó en baloncesto, voleibol y balonmano. Fue un profesor de educación física -que más adelante se dedicaría a ser un conocido comentarista deportivo- el que la introdujo en el mundo del deporte, un mundo que prendería en la joven Maria. Y fue su hermano Eugeniusz el que hizo que se decantara con más interés por el atletismo. Buena elección, puesto que le reportaría con el tiempo no solo una medalla olímpica, sino batir récords, aunque siguiera con las otras especialidades deportistas, en las que llegó a ser internacional. También influyó en su decisión de decantarse por el lanzamiento de jabalina el oro en esta disciplina que lograría su compatriota Halina Konopacka en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928.

Foto de NAC

Lleguemos al momento cumbre de su carrera deportiva: la final olímpica de los (propagandísticos) Juegos Olímpicos celebrados en la capital germana. Maria realizó una marca inferior a la suya propia, pero es que ese día arreciaba el viento. Fue superada por dos atletas locales las cuales, ya en el podio, realizaron el saludo nazi. Solo Maria no levantó el brazo protagonizando así una foto que ha pasado a la historia y que debería estar a la altura del célebre podio del “Black Power” de los Juegos de México 68. No se quedó ahí el gesto (por su ausencia) valiente de esta atleta polaca. A continuación, junto con las otras medallistas, fue reclamada por el mismísimo Führer para saludarla. Hitler se dirigió a ella con estas palabras: “Felicitaciones a la pequeña mujer polaca” y Kwaśniewska, que sabía alemán, le recriminó: “No me siento más pequeña que tú para nada”. Y no mentía, pues mientras ella medía 1.66 la estatura del dirigente alemán sólo llegaba a 1.60 metros. Hubo risas…y posterior censura de lo dicho. Se encargó al propio Goebbels que cambiara la conversación, pasando la frase de Hitler a referirse a “la pequeña Polonia”. Esos fueron sólo los primeros gestos antinazis de Maria  Kwaśniewska. De los gestos, como veremos, pasó a la acción.

La atleta polaca se encontraba justo antes de estallar la guerra entrenando en Génova para prepararse para los inminentes Juegos Olímpicos que debían celebrarse en Helsinki en 1940, Juegos que no llegarían a celebrarse, como es bien sabido. Fue entonces cuando le llegó la noticia de la invasión de Polonia, por lo que decidió regresar a Varsovia para ser útil allí, y vaya si lo fue. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que sus numerosas intervenciones llegaron a salvar vidas. Primero, tras realizar un curso antiaéreo y de sanitaria se dedicó a conducir una ambulancia. No quedó en eso su inestimable ayuda, puesto que durante la guerra cargó sobre sus hombros soldados heridos, no solo en la capital polaca, sino también en las trincheras situadas en el río Vístula. También, y no es poco, durante la ocupación nazi se dedicó a refugiar en su apartamento a muchos conciudadanos, tanto judíos como simplemente polacos sin hogar. Siempre demostró tener debilidad por la gente sin recursos, a la que ayudó en la medida de lo posible. Su casa se convirtió en un auténtico campamento de salvación de personas necesitadas, entre las que encontramos asimismo a algunos artistas.

Su foto con Hitler que salvó vidas. Foto de AFP/EAST NEWS

Su intervención también salvó vidas gracias a una foto que se hizo con Hitler tras la final olímpica y que resultó ser providencial, un auténtico “pase de vida”. En más de una ocasión Maria lo enseñó a los soldados alemanes quienes, al ver que el mismísimo Führer conocía a la interfecta, le permitían de esta manera sacar a gente del llamado Campo de Transición 121, en el que se decidía quién iría a un campo de exterminio o a uno de trabajo. Maria los sacaba de dos en dos al principio para hacerlo con grupos mayores más adelante. Rescató, de esta forma, a muchas personas, se calcula que a un total de 4.000. Una simple imagen realizada gracias a haber conseguido un logro deportivo, una medalla olímpica, sirvió para salvar vidas.

Una vez acabada la guerra Maria regresó al deporte, con 32 años, para proclamarse una vez más campeona nacional y posteriormente participar en el campeonato Europeo. Con ello, dio por finalizada su carrera como deportista en activo, pero no su relación con el deporte. Se convirtió en activista del movimiento olímpico, tanto a nivel nacional en su país, como a nivel internacional. Entre otras cosas, organizó la Sociedad de Olímpicos Polacos, el Club Olímpico del Comité Olímpico Polaco, fue muy activa en el Comité de Mujeres de la Federación Internacional de Atletismo, etc. Fue ella la que inició la ayuda a los atletas olímpicos necesitados. Todos esos méritos la hicieron merecedora, entre otros galardones, de la medalla de la Orden Olímpica por “méritos en el desarrollo de la idea olímpica”. El Comité Olímpico de su país también le otorgó la estatuilla de Juego Limpio “por una vida digna y carismática después de su retirada del deporte”. Cualquier premio es poco para agradecer lo que hizo este ejemplo de persona. Acabamos con sus propias palabras: “Sobre todo amo a la gente ¿Se supone que debemos quedarnos de pie y ver cómo el mal conquista? ¿Deberíamos vivir sólo para nuestros propios asuntos y no preocuparnos por otros? ¡Nunca! De eso no trata la vida”. Digna de admiración.

Foto de Narodowe Archiwum Cyfrowe

Un comentario

  • Virginia

    Tiene un valor inmenso ese gesto y las posteriores acciones, ese bronce se convierte inmediatamente en oro. Espero que en su pa´ps la tengan por lo que fue, una auténtica heroína.

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