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ANDREA SPENDOLINI-SIREIX: LUCHANDO AÑOS CON SU SALUD MENTAL

Cuando la plataformista británica Andrea Spendolini-Sireix acudió a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 con 16 años ya mostró indicios de pasar por malos momentos a nivel mental. Era la más joven de la expedición del Team GB. Su papel en la capital nipona no fue en absoluto malo, clasificándose para la final de los 10 metros, donde acabó en un más que digno séptimo puesto. Pero, por las razones que sean (si es que podemos hablar de “razones” en cuestiones de salud mental), Andrea lo estaba pasando mal, tan mal que llegó a querer morirse, según confesaría con el tiempo. Después de los Juegos de Tokio pasó por una época que ella define como “alarmante” y, por desgracia, aunque con el tiempo mejoró, no lo suficiente como para sentirse bien.

A los Juegos de París 2024 acudió sin haber superado sus problemas de salud mental. Pese a ello, se hizo en su primera competición con un valisosísimo bronce en la competición de saltos sincronizados desde los 10 metros, junto a Lois Toulson. Poco antes había ganado tres medallas en el Mundial de Doha y en los dos anteriores -en Budapest en 2022 y en Fukuoka en 2023- sendas medallas. Su palmarés, contando cinco medallas más en Europeos, era garantía de éxito, no estamos hablando de una saltadora cualquiera.

Foto de Manan Vatsyayana/AFP/Getty Images

Tras su medalla en los saltos sincronizados le tocó competir en la modalidad individual, en la que llegó a la final y allí alcanzó el sexto puesto, claramente insatisfactorio para ella por lo que pudieron ver los espectadores de todo el mundo. Andrea lloraba copiosamente, incluso cuando fue entrevistada por su propio padre (un popular chef televisivo), que acudió a los Juegos haciendo entrevistas para la BBC. Padre e hija hablaron en directo, él intentando animar a su inconsolable hija, diciéndole que el deporte es así, que un día ganas y otro pierdes, pero esas palabras no parecían bastarle a ella.

Y fue entonces cuando reconoció que tenía problemas mentales, que si bien ahora ya no quería morir -como llegó a desear tras los Juegos de Tokio- y daba gracias cuando se levantaba por las mañanas por tener todo lo necesario para vivir y estar viva, no parecía estar tan feliz y satisfecha. La saltadora reconocería más tarde que antes de Tokio 2020 sentía como “se desconectaban su cuerpo y su mente”. Andrea pensó que esos bloqueos desaparecerían en los Juegos debido a la adrenalina que causan unos Juegos Olímpicos y la ilusión por conseguir el sueño de ser olímpica. Desgraciadamente esa liberación no llegó a producirse.

Con su compañera Toulson tras ganar el bronce en París 2024. Foto de AP

Después de los Juegos de París Spendolini siguió con su “batalla mental”. Luchó contra ella, pero finalmente se rindió. Como consecuencia, decidió no acudir al Mundial que se disputó en Singapur en el verano de 2025 y prefirió quedarse con su familia, apoyada por ella, por su entrenador y por todo la selección británica, compañeros que nunca han dejado de apoyarla.

Solicitada por el Comité Olímpico Británico, Andrea llegó a escribir unas palabras sobre los estigmas del cuerpo de las mujeres deportistas. De sus palabras se desprende que lo ha pasado mal con su cuerpo, como si le costase aceptarlo, reconociendo que ha llegado a luchar con la imagen de su cuerpo pensando que, practicando un deporte estético, la gente puede tener una idea de que el cuerpo de una saltadora ha de tener ciertas características que el suyo no tiene.

Está claro que Andrea Spendolini necesita ayuda profesional, además del apoyo de los suyos. Es aún muy joven y tiene por delante una carrera prometedora, si supera sus problemas de salud mental, como así esperamos.

Foto de Hector Vivas/Getty Images

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