CARLOS YULO: EL GIMNASTA FILIPINO QUE DESATÓ LA EUFORIA EN SU PAÍS CON DOS OROS EN PARÍS 2024
De cómo un joven de 1,51 metros desata una Yulomanía en un país de 115 millones de habitantes como es Filipinas. Eso lo consiguió el gimnasta Carlos Yulo en los Juegos Olímpicos de París de 2024. Ciertamente en gran parte es debido a que su logro -dos oros olímpicos- pesa más en un país con escaso palmarés en cuanto a medallas olímpicas se refiere. De hecho, ningún gimnasta filipino se había proclamado antes que él campeón olímpico. Se puede afirmar sin temor a equivocarnos que Carlos Yulo no solo es el mejor gimnasta filipino de la historia, sino posiblemente el mejor deportista de ese país.
Como tantos otros deportistas que, con el tiempo, subieron a lo más alto, Carlos se inició en su deporte por pura casualidad: teniendo siete años su padrino le observó jugando en un parque, imitando gestos y movimientos propios de la gimnasia. Inmediatamente lo llevó a entrenar a un club e incluso a la federación nacional. Con el tiempo recibiría una beca del Comité Olímpico Japonés para entrenar y estudiar en Japón.

Avanzamos hasta el Mundial de 2018 celebrado en Doha. Su ejercicio en suelo le granjeó su primera medalla de peso internacional: el bronce. Era la primera de un gimnasta de Filipinas en un Mundial de gimnasia. Yulo confesó sentirse “en shock”, ya que no se esperaba ese resultado. Ese momento fue una llamada de atención al mundo: Carlos Yulo había llegado para quedarse. No había sido flor de un día y en el siguiente Mundial ya se hizo con el oro. Para no aburrir, resumamos que su palmarés en Mundiales le hicieron ganar un total de dos oros, dos platas y dos bronces, no solo en suelo, sino también en salto y paralelas.
Todo ello hacía prever que no se iría de vacío de los Juegos de Tokio 2020, pero desgraciadamente así fue, rozando la medalla, eso sí, en salto al quedar cuarto. Caídas y otros errores le privaron de mejores resultados. Yulo se cobró su “venganza” en París 2024. Y eso que en 2023, justo antes del Mundial, Yulo y su entrenador de siempre -el japonés Munehiro Kugiyama- rompieron y el gimnasta se vio obligado a entrenar solo, sin ayuda, durante precisamente los meses previos a la gran cita olímpica. En ese intervalo de tiempo Carlos viajó por todo el mundo entrenándose junto a otros gimnastas.
En el Bercy Arena admiró a todos con su ejercicio de suelo y sus saltos, que le daría sendos oros. La Yulomanía, si no existía ya antes, comenzó ipso facto. Lo afirmamos porque, aparte de recibimientos populares, presencia en medios, premios institucionales, etc. numerosas empresas filipinas quisieron ligarse de alguna manera con el campeón y, así, le ofrecieron todo tipo de “recompensas”: clínicas que le ofrecieron colonoscopias gratis y otros servicios de por vida; una cadena de restaurantes le suministrará de por vida ramen, pollo a la parrilla y macarrones con queso; otra firma le proporcionará ilimitadas fundas para el móvil, etc. De más valor es el “regalo” de una empresa al ofrecerle una casa en Manila valorada en medio millón de euros. Por descontado Yulo también recibió una suculenta suma de dinero por parte de las autoridades.

Sin embargo con el dinero vinieron los conflictos, en su caso con su madre. Al parecer la madre del gimnasta se queda con premios en metálico de las medallas de su hijo, premios que jamás llegan a las manos de Carlos. El propio gimnasta lanzó un mensaje directo en sus redes sociales, preguntándole por cierto premio.
Después de sus éxitos en los Juegos de París la federación nacional de Filipinas le prometió contratar a un entrenador extranjero de cara a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 28, pero finalmente esa promesa no se cumplió. Precisamente en los Juegos de 2028 es posible que Carlos comparta experiencia olímpica con su hermano menor Eldrew, a su vez una joven promesa de la gimnasia. Sería el colofón perfecto para una carrera que lo es ya de por sí.

Un comentario
Virginia Bernardi Garrido
Que cara tiene la madre, ¿no?