Entrevistas,  Los otros olímpicos

SARA HURTADO Y KIRIL JALIAVIN, AHORA AL FRENTE DE UNA ESCUELA DE ÉLITE DE PATINAJE: «ESPERAMOS QUE LO QUE HACEMOS AYUDE A CRECER AL PATINAJE ESPAÑOL»

Sara Hurtado y Kiril Jaliavin fueron olímpicos en los Juegos de Pyeongchang de 2018 (ella ya lo había sido antes en Sochi 2014 con otro compañero, Adrián Díaz). Ese mismo año se convirtieron en la primera pareja española de patinaje en ganar una medalla en una prueba del Grand Prix en la modalidad de danza. Charlamos con ellos una vez retirados pero unidos en el patinaje esta vez en su faceta como entrenadores. Lo hacen además en España, tarea ardua por la cantidad de carencias en su deporte, ellos que tuvieron que entrenar en el extranjero, como han hecho todos los patinadores españoles si querían llegar lejos. En su caso se vieron forzados a regresar de entrenar en Moscú al estallar la guerra. Las autoridades españolas aconsejaron a los españoles residentes en Rusia salir de allí y ellos así lo hicieron: “Perdimos a nuestro equipo de entrenadores, el sitio donde entrenar, el equipo que construyó las herramientas para desarrollarnos en Rusia. En España no había infraestructura, no teníamos aquí ni entrenador, nada. Nosotros mismos tuvimos que arreglárnoslas. Se nos juntaron muchas cosas”.

Ya en España se decantaron por entrenar en la pista La Nevera, de Majadahonda, donde Sara ya había entrenado muchas veces antes: “Teníamos buena relación con la pista y cuando yo venía a renovar visado y usábamos unas pocas horas nos la cedía, porque son como familia. Pero cuando vinimos de Moscú y la intención era quedarnos teníamos que alquilar muchas más horas de las que tenían libres y eso ya suponía empezar a pagar y no nos lo podíamos permitir. Tuvimos que patinar con la luz apagada unos días porque patinábamos casi sin luz para no suponer un gasto”. Como se ve, detrás de un deporte que parece casi de lujo, no todo reluce tanto como el brillo de sus trajes y los patinadores tienen que buscarse las castañas y pagar de su propio bolsillo los gastos que acarrea. Así, hasta llegar a la conclusión de que tanto esfuerzo no merecía la pena. Nos cuenta Kiril “Seguíamos porque teníamos motivación. Si ves que tiene sentido continuar, sigues, pero cuando surgen tantos problemas decides parar porque la suma de todo eso es demasiado para poder seguir. La cantidad de esfuerzo necesario era mayor que nuestra fuerza. Ya habíamos dado todo”.

Pusieron punto final a sus carreras como patinadores, más obligados por las circunstancias que por decisión premeditada. Sara: “La retirada fue una sensación interna que tuvimos al mismo tiempo y nos dimos cuenta que otra temporada más iba a pesar más que llenarnos”. Y eso que su retirada coincidió con la de otras parejas destacada de su generación, junto con las que habían peleado por los mejores puestos y podrían tener así más opciones de alcanzar medallas, pero, opinan: “Yo creo que era el momento de retirarnos porque si decides quedarte compitiendo por circunstancias externas creo que en algún momento eso te va a pasar factura, porque la motivación si no nace de ti luego en el día a día pesa mucho el trabajo y acabas un poco arrastrándote durante toda la temporada para acabar a ese campeonato en el que tienes más expectativas que luego al final no acaba saliendo porque nunca se sabe. De repente crees que por la generación que ha estado compitiendo contra ti si se retiran unos cuantos tienes más opciones, pero los nuevos que llegan a lo mejor te dan la sorpresa”.

Sara enseñando un movimiento

Y entonces llegó su nueva vida en el patinaje: se convertirían, de nuevo juntos, en entrenadores. Su proyecto (realidad desde hace un tiempo) se llama SK IceDance, por las iniciales de sus nombres y la modalidad que entrenan. “Entendemos el patinaje de una forma muy similar y tenemos mucho que dar en este deporte. Seguir ofreciendo cosas y no solo resultados es genial”, nos cuenta Sara. Entrenan a parejas no solo españolas, sino que vienen hasta La Nevera de otros países. Con su escuela realizan una gran aportación al patinaje español. Puede decirse que son auténticos pioneros. Kiril: “Esto tiene que empezar en cierto punto. Lo que podemos ofrecer nosotros como entrenadores es crearles oportunidades, mostrarles nuestra experiencia, no solo darles programas. Podemos darles mucho más”.

La dificultad de los programas varía según el nivel de los patinadores. Nos cuenta Sara: “Tenemos que adaptarnos también a la personalidad de ellos. Todo lo que elegimos para los patinadores es para que den lo mejor de sí. Elegimos la música, el estilo, los movimientos, aunque algunas cosas las elegimos junto a ellos, ya que algunos patinadores son más proactivos y prefieren cierta música, por ejemplo. Nunca les obligaremos a hacer algo que no les guste. Algunos entrenadores sí que obligan”. Y añade Kiril: “Todas nuestras parejas tienen su propia voz para elegir”.

Kiril, pendiente de una pareja

Antes se complementaban patinando, ahora lo hacen desde fuera de la pista: «Nos gustaba trabajar juntos y ahora hacemos para otros lo que antes hacíamos para nosotros». Como entrenadores reconocen que ahora tienen que ocuparse de muchos aspectos a la vez: “Entrenando hay muchas cosas en tu cabeza y para muchas personas. Tienes que encargarte de cosas como el horario de entrenamientos en hielo, en el gimnasio, de la zamboni [la máquina que tiene que pasar obligatoriamente cada X tiempo alisando el hielo de la pista], de danza, etc., de sus situaciones personales porque algunos patinadores trabajan, otros estudian”. Kiril apunta: “Entrenar no es ni tan difícil ni tan fácil como pensábamos antes de ponernos a esta labor. Nos sentimos satisfechos como entrenadores”.

El objetivo final es llevar parejas a los Juegos Olímpicos, pero no solo: “el auténtico objetivo es que [las parejas] crezcan, que mejoren”, afirma Sara. Su esfuerzo -también económico- puede dar frutos, también para el deporte español, para un patinaje necesitado de participantes en competiciones internacionales: “Esperamos que lo que hacemos ayude a crecer el patinaje español. Ya solo por el hecho de entrenar en una pista en España los patinadores individuales que vienen a clases particulares y se cruzan con los nuestros interactúan con ellos y saben que podrían dedicarse a la danza, que tendrían un puesto disponible aquí, que no tienen que marcharse. Algunos ni conocían la disciplina de danza, que es muy buena para los patinadores que tienen dificultades con los saltos y eso ocurre a menudo. Tener patinadores “profesionales” aquí siempre desarrolla el nivel del patinaje”.

Poco a poco van teniendo más parejas, van participando en más competiciones de nivel. El esfuerzo y el sueño de crear una escuela de nivel de patinaje en España está dando sus frutos. Les deseamos lo mejor a esta pareja de entrenadores que llegó a pasar ciertos apuros para entrenar cuando eran patinadores, algo que nunca debió haberse producido dado su nivel.

Con algunos de los patinadores de su escuela

 

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