Momentos Olímpicos Mágicos

MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 116: WŁADISŁAW KOZAKIEWICZ: EL CORTE DE MANGAS A LA URSS EN PLENOS JUEGOS DE MOSCÚ 80

Si tenemos que recordar un solo gesto inolvidable ocurrido durante los Juegos Olímpicos inmediatamente nos vendrá a la cabeza el del Black Power realizado por John Carlos y Tommie Smith en el podio en la cita de México 68, pero quizá el segundo que tuvo más trascendencia y provocó más reacciones sea el de otro atleta, en este caso el pertiguista polaco Władysław Kozakiewicz en los Juegos de Moscú 80.

Como en el caso anterior, hemos de repasar el contexto histórico en el que se produjo. Esa cita olímpica, repleta de ausencias por el boicot de numerosos países occidentales, le suponía al país organizador una muestra de su poderío, tanto deportivo como organizativo. Polonia iba a ser el segundo país con más representantes deportivos: hasta 325 deportistas, el que más participantes presentaba detrás de la Unión Soviética. Pero pese a seguir perteneciendo por entonces al Eje Soviético en Polonia ya se respiraban otros aires, pues los Juegos de Moscú coincidieron con las vísperas de las célebres huelgas en Gdańsk organizadas por Lech Wałȩsa. Además de ello el gigante soviético no era precisamente del agrado del pueblo polaco.

Foto de PAP/CAF

En esas tenemos a este pertiguista que en realidad había nacido en Lituania, pero su familia se trasladó a Polonia en 1958 en medio de la oleada de repatriaciones de polacos que vivían en territorio soviético. Primero estuvieron en un campo de refugiados en Gryfice para después establecerse en Gdynia. Hemos de decir que Władysław sufrió abusos de su padre durante toda su infancia. Su hermano mayor Edward se dedicaba a la pértiga antes de pasarse al decatlón y un buen día animó a su hermano pequeño, que por entonces contaba 13 años, a que probara el atletismo. Como pasa en otros tantos casos, un entrenador medianamente avispado se dio cuenta de que el crío gozaba de talento y el resto es historia.

Hagamos un paso hacia adelante para situarnos ya en los Juegos moscovitas. Sí, había bajas causadas por el boicot, pero éstas no afectaron tanto a la prueba del salto con pértiga puesto que allí estaban el francés Thierry Vigneron, que ese verano había batido el récord del mundo, el polaco Tadeusz Ślusarski, que por entonces era el vigente campeón olímpico al haber ganado el oro en Montreal 76, sin olvidarnos del favorito local, el soviético Konstantin Volkov, animado por los 70.000 espectadores del estadio Lenin. No era solo que los espectadores animaran a sus compatriotas sobre la pista, sino que se comportaban de forma particularmente hostil hacia el resto, hacia cualquier atleta que no fuera soviético. Abundaban los abucheos y los silbidos y esa actitud exasperó a nuestro protagonista. Kozakiewicz no solo fue “atacado” por el público, sino que los organizadores hicieron todo lo posible para perturbarle acudiendo a malas artes como la de abrir y cerrar las puertas del estadio durante sus saltos para que entraran corrientes de aire que le molestaran al realizar sus saltos.

El gesto de marras

En estas circunstancias nos encontramos con un Kozakiewicz irritado, pero quizás empujado a lograr el máximo debido a tanta oposición. Utilizó las malas condiciones a su favor y las transformó en impulso para realizar su mejor actuación, tanto es así que no solo ganó, sino que batió el récord del mundo. Antes incluso de proclamarse vencedor, cuando aún no había saltado su mayor altura, el saltador polaco realizó un corte de mangas que dio la vuelta al mundo. Lo hizo pese a que esos Juegos no fueron retransmitidos por televisión a Estados Unidos debido al boicot, pero las fotos de su gesto fueron vistas en todo el planeta. El gesto lo hizo al superar los 5.70 metros y lo repitió cuando saltó sobre 5.75, la altura que le aseguró la victoria sobre el soviético Volkov. Cuando batió el récord mundial dejándolo a una altura de 5.78 volvió a ser abucheado (algo insólito en el público que presencia en directo un récord mundial). Fue además la primera vez desde 1920 en que se conseguía romper un récord mundial en el salto con pértiga durante unos Juegos Olímpicos.

Ese gesto de corte de mangas, que en Polonia desde entonces se conoce como “Gesto Kozakiewicz” para referirse a un acto de resistencia, tuvo múltiples consecuencias. Las autoridades polacas, aún afines y aliadas del régimen soviético, alegaron que en realidad se trató de “un espasmo muscular causado por su esfuerzo físico” (sic). Los periódicos polacos omitieron deliberadamente cualquier mención al famoso gesto y el diario del partido comunista “Trybuna Ludu” llegó a afirmar que “se había inclinado hacia el suelo en gesto de alegría dirigido hacia las tribunas”. Vamos, como si agradeciera los abucheos. No quedó ahí la cosa, el asunto enturbió las relaciones soviético-polacas. El entonces embajador de la URSS en Polonia llegó a exigir que se les desposeyera de su medalla y se le prohibiera participar de por vida en futuros Juegos Olímpicos. Sí que tuvo el atleta el apoyo de sus compatriotas, entre los que se popularizó el gesto como un acto de rebeldía y de no sumisión a la Unión Soviética.

Al realizar ese gesto, Kozakiewicz digamos cavó su propia tumba, pues pese a su oro olímpico ya no era una figura bien vista por el Partido en el gobierno. Entre otras cosas, se le prohibió tomar parte en competiciones en el extranjero desde 1985. Como consecuencia, en cuanto tuvo oportunidad de viajar por su propia cuenta a un torneo en Alemania ya no volvió más, obteniendo con el tiempo la nacionalidad alemana y compitiendo por ese país.

Foto de Leszek Fidusiewicz/PAP

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